TEMAS DE RECOSUR

Martes 1ero de setiembre de 2009

MUROS, CERCOS Y ALAMBRADOS

I. AHORA VIENEN POR MÍ…

Adolfo Pedroza. / Santa Fe

Un día vi por la tele como un alambrado separaba un barrio pobre de otro un poco menos pobre… pero no me importó; porque la TV a veces miente. Ayer vi desde un tren en marcha como se construía un pequeño muro para separar un barrio de un nuevo asentamiento; pero no me importó porque yo vivo lejos de allí Hoy están cercando la manzana donde yo vivo y me dicen que es por seguridad. Me pregunto: ¿Seguridad para quién? Y luego me digo ¿No será tarde para pensar el por qué de los cercos y las alambradas?

(Autor parafraseando libremente a Martin Niemoeller… aunque la frase se le atribuye erróneamente a Bertold Brech)

Ayer fue la “moda” de los barrios privados y hoy vecinos que se reúnen y deciden cerrar calles “porque por ellas entran y salen los que le roban”. Una noche hubo un problema de salud de un abuelo del barrio y la ambulancia no pudo entrar para auxiliarlo “porque el chofer no sabía por donde se podía entrar”.

Vivimos en un país con secuelas de desocupación, exclusión, abandono por parte del estado de los derechos básicos como el trabajo, la salud, la educación y esto dejando de lado todo el circo del forcejeo político en el que ya sabemos perfectamente quien perderá. Me resisto a mirarme en el espejo 2001 por un lado y por el otro constato que estamos nuevamente frente al desafió de generar nuevas herramientas para enfrentar lo que está y lo que se nos viene.

Recuerdo que en aquel triste principio de siglo para nuestra historia de país, desarrollaba una tarea pastoral en una iglesia evangélica y ello me llevó a conectarme con médicos, sociólogos, trabajadoras sociales, sanitaristas, etc. y a descubrir juntos que lo que estaba pasando no estaba en los libros que ninguno había estudiado… Ahora que recuerdo que yo integraba un llamado “Comité de crisis” o un “Grupo de emergencia”, sin embargo en este momento pareciera que no hace falta. En aquel tiempo a las iglesias se las escuchaba (y se las usaba) y hoy sólo se les discute la cantidad de pobres… pero no me quedaré en el pasado

Hoy estamos ante una grave situación –una vez más- y ya sabemos que dejará huellas profundas. Ya sabemos que todo esto que está pasando con los chicos preadolescentes responde a un emergente de “algo muy fuerte” que le pasa a la sociedad… perdón: “que nos pasa como sociedad”. Mientras que desde el poder se discute si es problema de empadronar los ricos o contar los pobres; la realidad nos muestra nuevamente la lucha de pobres contra pobres. En la práctica son los pobres que no tienen nada contra los pobres a los que –todavía- les queda algo.

Entonces aparecen los muros, las alambradas y, por que no decirlo, las balas. Algunos sectores dominantes se encierran en barrios exclusivos y desde allí se autojustifican porque están “desprotegidos” frente a la inseguridad que les provocan los pobres, que a su vez se convierten automáticamente en los que “ejercen violencia”. ¿A quién se le va a ocurrir pensar si antes ellos no fueron violentados? No quiero con una cosa justificar la otra… ni viceversa; trato de llevar mi pensamiento a resolver la pregunta ¿Cómo se sale de esto?

A las puertas de este enfrentamiento, que ya ha comenzado con escaramuzas de importancia y bajas en todos los bandos; es urgente volver a valorizar la solidaridad; no podemos seguir riéndonos de los políticos chantas, habrá que prestar mucha más atención al momento de elegir; no podemos tomar livianamente datos como “casi el 40% de los adolescentes de los barrios periféricos no estudian ni trabajan”; no podemos encogernos de hombros cuando nos dicen que x cantidad de personas se mueren por hambre… y la mayoría son chicos, no es cuestión de discutir el valor de x sino de que x no exista más.

Cierro tratando de abordar la pregunta que el lector se está haciendo; el rol del estado. Esta a la vista que “no da pie con bola”; habla a favor de los más débiles, pero los hospitales públicos no dan a basto; pareciera que se agotaron las balas de goma y se usa excesivamente “de las otras” (personalmente no me gustan ninguna de las dos); se crean hermosos cuadros desde el palco… pero abajo todo pinta para peor.

Cada vez el poder se va encerrando más en una gran burbuja y el lienzo final va mostrando a esa gran burbuja por un lado, varios y fragmentados muros por el otro y una que otra alambrada por allí. Sea que sea donde estemos, no esperemos que vengan por nosotros.

Agencia de Noticias Prensa Ecuménica TEMAS DE RECOSUR 1125 – 01/09/2009
 


DERECHOS HUMANOS

II. LA SANGRE NO ES AGUA

Por Raúl Olivera, Secretaria de DD.HH y políticas sociales del PIT/CNT

En un reportaje a Gonzalo Arijon y Virginia Martínez titulado BUSCANDO A MARIANA (1) que Rosalba Oxandabarat realizara, a propósito de la película POR ESOS OJOS (2), se trascribían estas palabras de María Esther Gatti:“yo ya no quiero nada, salvo trasmitir a Mariana su historia, quiénes eran sus padres, …porque ya no voy a vivir mucho y ¿quién le va a contar todo eso?”. Los autores de POR ESOS OJOS, al referirse a lo que fue sin duda el centro de ese pedazo de historia que se registró en el celuloide, expresan que había tres personas clave en esa historia: Esther, Furci y el juez Marquevich que había intentado hacer justicia. Anotaban la ausencia de una presencia clave en la película, la palabra de Mariana. Y concluían advirtiendo que “Hay algo irreparable en esto, más allá de que la historia esté abierta, de que Mariana tiene mucho por vivir”.

Era muy cierto que Mariana tenía mucho para vivir. Y esa vida trascurriría en sociedades que trabajosamente buscaban desvelar las sombras de un pasado terriblemente doloroso, para sobre él, poder hacer efectivo el recurso reparador de la justicia. Fue ese escenario, el que sin duda se hizo posible este reencuentro que se materializo con la reciente presencia pública de Mariana en Montevideo (3) y el empezar a abrir puertas para la búsqueda de otros encuentros más profundos.

Pese a que María Esther afirmara, que ella ya no quería nada, salvo trasmitirle a Mariana quienes eran sus padres, en realidad quería mucho para aquellos años. Mucho para un tiempo en que se condenaba las miradas en la nuca. Donde las verdades de nuestra historia reciente y sus protagonistas estaba oscurecida por la teoría de los dos demonios. Tiempos donde a lo sumo, se podía arribar a verdades posibles a la medida de los violadores, los desaparecedores, los asesinos. Tiempos en los que aun no había sido posible aún la recuperación de Macarena y de Simón.

Por suerte, Esther vive aún y lucha. Pero a muchos otros familiares, no les alcanzó el tiempo en este mundo para llegar a la verdad. Cuando aun vivían solo una parte de la historia podían trasmitir: la de su reclamo sin respuestas válidas. Pero ya habían perdido la esperanza de hacer esa rendición de cuentas, ante al menos la tumba de sus hijos desaparecidos.

Los esfuerzos que las sociedades realizan para reconstruir su historia, creando otros escenarios más favorables para implantar la verdad y la justicia, también traen a escena a otros actores y le dan otra estatura a los ya existentes. Y esos nuevos actores, agregan a la pregunta de Esther de quién le iba a contar a Mariana quienes eran sus padres, un nuevo y perentorio reclamo: el de la propia Mariana.

“Y…. al fin llego el día… QUIERO CONOCER A MIS PADRES… y como solo puedo reconstruirlos les pido a ustedes, que los conocieron que me los acerquen”, pidió recientemente Mariana. Que le cuenten “cosas, chicas, grandes, importantes, nimias, de su militancia, de sus ideas, de lo que hacían y de lo que les gustaba, cualquiera para poder armar el rompecabezas de quienes eran”. Se lamenta que de ellos, no tiene nada “ningún recuerdo”que “cualquier pequeño detalle será bien apreciado”. Finalmente ese llamado para que compartamos con ella ese armado del rompecabezas de la historia de sus padres, no deja de tener la delicadeza de ubicarse en el dolor de los otros “Les ruego me disculpen si les pido que recuerden cosas dolorosas, si es así, lo sabré entender. Imagino que es difícil contestar sin ninguna pregunta concreta, la verdad es que tampoco se que preguntar… no se ¿que música les gustaba? ¿que hacían cuando se juntaban con amigos? ¿Donde les gustaba salir a pasear? que se yo… ¿como eran conmigo?… bueno, no se… repito, cualquier historia será bien recibida (4).

Por cierto que en muchos compañeros habían retazos de historia que servirían para ir armando, ese rompecabezas del que habla Mariana. Y como no podía ser de otra manera, se los hicieron llegar. Cada uno se ocupó de hurgar en su memoria y sobre todo reenviar ese pedido a quienes se pensaba que podían aportar algo. Las urgencias y los desafíos de luchar contra la no verdad y los no derechos que se materializan en la impunidad, en muchos casos a retrazado una tarea que esta pendiente: la de reconstruir la estatura humana de esos rostros que se han congelado en los carteles que los 20 de mayo pueblan nuestra principal avenida.

Es así, como vive y siente hoy Mariana esa carrera contra el olvido que emprendimos. “Estoy profundamente conmovida por la pronta repercusión”, dice Mariana que tuvo su pedido. Lo agradece y confiesa estar sorprendida porque además de aquellos que habían respondido trasmitiéndole sus recuerdos, le escribió mucha gente que no los conoció pero que se solidariza con ella y la apoya me apoya y acompaña en su búsqueda. Confiesa que le es muy difícil acostumbrarse a la idea de la difusión que tiene su caso, en Uruguay; “aquí en Argentina, yo soy una tranquila anónima. Es muy lindo ver que todos recuerdan a mis padres con tanto amor y admiración, veo que deben haber sido unas personas muy buenas, y me dan mas ganas todavía de conocerlos”. Anota que todos los que le habían respondido “rescataron sus recuerdos relacionados con su militancia, lo que me hace pensar que dedicaban todo su tiempo a eso”. Para alguien de mi época y formación, confiesa Mariana que, era muy difícil entender qué significaba ser muy militante”. Nos pide que tratemos de reproducir esa época “para alguien que lo ve con los “lentes” de una época totalmente distinta, que no puede comprender desde su época lo que eran aquellos tiempos”. Como no podía ser de otra manera, continua la carta, a mi me interesa mucho la política, la discusión y la historia (la sangre no es agua!!!!) y casualmente el otro día, estaba viendo un informe en el que decían que en los 70 (principios) en Argentina la brecha entre ricos y pobres era la menor de Latinoamérica; entonces, y a vistas de lo que es la realidad en la que vivimos, me preguntaba… ¿por que se luchaba en esa época? (si a comparación con los tiempos actuales era casi el paraíso). Por favor! les pido que tomen estas palabras desde la mas profunda ignorancia, no busco discutir ni debatir, simplemente quiero poder entender sus ideas, su lucha, su tiempo, y como el tiempo no puede volver atrás, solo queda su reproducción”.

Mas adelante, Mariana realiza un recuento de las cosas que según ella hicieron que llegara a este punto: una reunión familiar en Uruguay, la declaración de ciudadana ilustre, el libro que se presento, conocer a otros jóvenes que vivieron su misma situación, haber ido al acto de Orletti, haber entrado allí, haber iniciado los tramites para obtener la ciudadanía uruguaya, haber leído toda la carpeta de recortes y gestiones que me había guardado su familia, leer la investigación sobre los desaparecidos en Uruguay. Todo eso, dice. Lo mas cómico fue, continua, que “la gota que rebalso el vaso” fue el otro día que venia escuchando la radio en el auto, y pasaron “La marcha de la Bronca” y me puse a llorar, siempre me paso que cuando escuchaba la música de esa época tipo Sui Generis, Vox Dei, y esos grupos pensaba si les gustaría esa música a mis padres, si ellos la habrían escuchado y cantado, que se yo esas pavadas”.

Luego de prometer cruzar el charco, y al despedirse nos vuelve a agradecer “a todos por tan sentidos recuerdos y es muy reconfortante que a uno lo quieran tanto sin casi conocernos. Un abrazo enorme… Mariana (o también Daniela)”. Esta nota, bien podría terminar aquí. Sabiendo que hay una razón más, por si faltaran, para seguir reconstruyendo la memoria histórica y para que en ella tengan su justo lugar cada uno de los compañeros, en su estatura de militantes, de seres humanos y portadores de esa utopía que aun nos desafía alcanzar.

NOTAS

(1) BRECHA 30-IV-1998.

(2) Documental, 1997 60 minutos. Producción France 2/Point du Jour/Tele Europe, en colaboración con TV Ciudad de Montevideo, sobre los esfuerzos de los familiares de Mariana Zaffaroni por encontrar a esa niña secuestrada a los 18 meses de edad en Buenos Aires por fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas que también hicieron desaparecer a sus ares Maria Emilia Islas y Roberto Zaffaroni.

(3) En oportunidad en que la Intendencia Municipal de Montevideo declaraba ciudadanos y visitantes ilustres a varios hijos de desaparecidos recuperados.

(4) Fragmentos de una reciente correspondencia de Mariana Zaffaroni, a los compañeros de sus padres. De Uruguay.

Raul Olivera / COMPAÑERO TEMAS DE RECOSUR 1125 – 01/09/2009


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