Chile |
Miércoles 16 de diciembre de 2009 |
1) PIÑERA Y FREI SE
DISPUTARÁN LA PRESIDENCIA EL 17 DE ENERO
Por Mario Amorós
El Partido Comunista pone fin a 20 años de
exclusión de la izquierda y logra 3 diputados
Después de veinte años de exclusión del
Congreso Nacional producto de la ley electoral binominal que dejó amarrada la
dictadura militar y gracias al pacto instrumental suscrito con la gubernamental
Concertación de Partidos por la Democracia, a partir del 11 de marzo tres
comunistas se sentarán de nuevo en la Cámara de Diputados, un hecho inédito
desde septiembre de 1973. Guillermo Teillier, presidente del PCCh, fue elegido
por las populares comunas de Pedro Aguirre Cerda y San Miguel con el 33,49%;
Lautaro Carmona, secretario general, conquistó su escaño en el distrito de
Copiapó-Tierra Amarilla con el 28,42%; y el abogado de derechos humanos Hugo
Gutiérrez alcanzó la representación en Iquique-Alto Hospicio con el 30,53% de
los votos.
Ésta es, sin duda, la mejor noticia para la
izquierda del resultado de las elecciones de ayer. Unos comicios en los que su
candidato presidencial, el socialista allendista Jorge Arrate, obtuvo (con el
98% de los votos escrutados) el 6,21%, superando las votaciones de sus
candidatos anteriores (Eugenio Pizarro en 1993 logró el 4,7%; Gladys Marín en
1999 el 3,19% y Tomás Hirsch en 2005, el 5,4%).
Esta votación resultará relevante de cara a la
segunda vuelta, que tendrá lugar el 17 de enero y que enfrentará al candidato de
la derechista Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, quien ayer obtuvo el
44,03% de los votos, y el de la Concertación, Eduardo Frei, quien sólo alcanzó
un escuálido 29,62%, cuando ningún candidato de esta coalición había logrado
menos del 45% en la primera vuelta y de hecho él mismo se impuso ampliamente en
la primera vuelta en 1993 con el 58% de los votos.
En tercer lugar, quedó la gran sorpresa de
estas elecciones, el diputado díscolo, procedente de las filas del Partido
Socialista, Marco Enríquez-Ominami, quien ayer obtuvo el 20,12% y casi 1.400.000
votos. El sorprendente apoyo popular logrado por este candidato con un perfil
muy mediático, con un programa político muy ambiguo y apoyos que proceden desde
la derecha neoliberal (el responsable de su programa económico) hasta relevantes
ex dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), será el centro
de todas las especulaciones de cara al 17 de enero, cuando la derecha aspira a
lograr su primera victoria en unas elecciones presidenciales desde 1958 y a
retornar al poder justo veinte años después de que el general Pinochet
traspasara la banda presidencial al democratacristiano Patricio Aylwin.
En sus primeras declaraciones tras conocer que
no pasará a la segunda vuelta por un amplio margen, Enríquez-Ominami se reafirmó
en la ambigüedad que le ha catapultado a un éxito sin precedentes para un
candidato al margen de los bloques que dominan la política chilena desde 1989 y
anunció que no pedirá a sus votantes que apoyen a Frei en la segunda vuelta, a
pesar de que reconoció que Piñera representa “lo más cruel del mercado”. El
director de su campaña política, Max Marambio, admitió que es probable que la
derecha gane el 17 de enero, pero que ello sería “responsabilidad de la
Concertación”.
El personalismo de la votación presidencial
quedó patente en las votaciones de las otras dos urnas, las de diputados y
senadores. En la votación a diputados, que se produjo en todo el país, la lista
pactada por la Concertación y el Junto Podemos Más (coalición donde se integra
el Partido Comunista, junto con la Izquierda Cristiana) venció con el 44,41%,
frente al 43,42% de la Coalición por el Cambio. Ambas listas llevaban dos
candidatos en los 60 distritos del país, mientras que la lista Nueva Mayoría
para Chile, auspiciada por Enríquez-Ominami y que incluía 79 candidatos, sólo
alcanzó el 4,55% de los votos, un dato inferior a la media que el Partido
Comunista obtenía en este tipo de elección cuando, como hasta 2005, concurrió
con una candidatura al margen de la Concertación.
En cuanto a la elección de senadores, que sólo
se producía en la mitad de las circunscripciones del país puesto que su mandato
se alarga hasta ocho años, una de las sorpresas fue la derrota de Joaquín Lavín
en Valparaíso. Hasta el momento, Lavín es el candidato de la derecha que más
cerca se ha quedado de La Moneda, ya que en la segunda vuelta de enero de 2000
obtuvo casi el 49% de los votos y sólo pudo ser derrotado por Lagos gracias al
apoyo en el ballotage del electorado comunista. El partido de Lavín, la
pinochetista UDI, seguirá siendo la primera fuerza del Congreso Nacional, con 36
diputados y 9 senadores.
Las elecciones de ayer dejaron en evidencia
varios aspectos. En primer lugar, la derecha, que ya concentra el poder
económico, financiero, cultural y mediático de Chile y que mantendrá el empate
técnico con la Concertación en la próxima legislatura en el Congreso Nacional,
se aproxima a la reconquista de La Moneda. Será muy difícil que el 17 de enero
Eduardo Frei, un ex presidente mediocre y el candidato gris de una coalición
agotada tras veinte años de gestión, pueda aumentar en más de veinte puntos
porcentuales su votación de ayer.
En segundo lugar, quedan patentes las enormes
dificultades para la construcción de una alternativa de izquierdas en Chile que
sea capaz de unir a este pueblo a la nueva era que vive América Latina. Más aún,
en una Sudamérica donde ya sólo los gobiernos de Álvaro Uribe en Colombia y Alan
García en Perú se someten a los intereses del imperialismo y donde los pueblos
de Venezuela, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Brasil o Ecuador abren una nueva era,
la llegada de Sebastián Piñera a La Moneda supondrá abrir en el sur de América
Latina una puerta a los intereses geopolíticos de Washington.
La candidatura de Arrate, articulada en torno
al Partido Comunista, la Izquierda Cristiana y un sector de dirigentes que
abandonaron el Partido Socialista y se aglutinan en la corriente Socialistas
Allendistas, planteaba ayer un programa político claro para la transformación
democrática de Chile: elaboración de la nueva Constitución, renacionalización de
la minería del cobre, fin de la represión del pueblo mapuche, verdad, justicia y
memoria en materia de derechos humanos, apoyos a las demandas de los
trabajadores, educación y sanidad públicas y de calidad, derechos civiles… Las
críticas que sectores de izquierda plantearon a Arrate por su destacado papel en
la “renovación” (derechización) del Partido Socialista en los años 80 y por su
condición de ex ministro de Aylwin y Frei desconocían la honestidad de la
autocrítica sincera e inteligente planteada por el propio Arrate sobre estos dos
puntos de una amplia trayectoria que también incluye su destacado papel al lado
del Presidente Allende en los días de la Unidad Popular.
La claridad del programa político de la
izquierda, construido con la participación democrática de miles de compañeros y
compañeras a principios de este año, la ruptura de sectores relevantes del
socialismo con la Concertación, la pluralidad de fuerzas que han confluido en
torno a la candidatura presidencial del Juntos Podemos Más-Frente Amplio y la
victoria moral y política que implica haber puesto fin a la exclusión de la
izquierda con la elección de tres diputados comunistas estimulará continuar el
camino que iniciara hace más de un siglo Luis Emilio Recabarren, que continuaran
Elías Lafferte o Salvador Allende, Gladys Marín o Carlos Lorca.
La primera etapa de este camino, el primer desafío, será unir a las fuerzas democráticas para derrotar a la derecha el 17 de enero y forzar a Frei y a la Concertación a abrir una nueva era en Chile, con un nuevo programa político para abordar las reformas democráticas pendientes, en primer lugar la elaboración de una nueva Constitución. En torno a estas luchas democráticas, claras, concretas, sin ambigüedades, creció siempre la izquierda en Chile. Seguro que lo seguirá haciendo.
Fuente: Rebelión / Boletín Entorno
RECOSUR 1153 – 15/12/2009
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