TEMAS DE RECOSUR |
Jueves 16 de setiembre de 2009 |
URUGUAY / ELECCIONES
I. CONVERSACIÓN CON “PEPE” MUJICA
DIÁLOGO CON “PEPE” MUJICA EN EL DIARIO “LA NACIÓN” DE BUENOS AIRES
15 SETIEMBRE DE 2009
Hay que tratar de resolver los conflictos por la vía de la negociación. No estancarse en una lucha indefinida, en una confrontación que al final le cuesta mucho y en la que termina perdiendo mucho más. Porque cuando uno está en el gobierno también hay que mirar cómo se incide en el resto de la gente. No hay derecho a amargarle la vida a muchísima gente". Así, sacado de contexto, parece un sabio consejo de José Mujica a los Kirchner (de esos que la Casa Rosada puede jactarse de haber desaprovechado siempre). Pero el candidato presidencial del Frente Amplio está hablando estrictamente de "la posición filosófica e inteligente" del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.
En realidad, Mujica dice que a la pareja gobernante de la Argentina no quiere darle consejos ("¿quién soy yo para hacerlo?"), pero no cree que compartan el mismo sendero: "Es que no sé cuál es la ideología de los Kirchner. Parece que son progresistas, pero también son peronistas. En Uruguay nos resulta bravísimo entenderlo".
Su intención no era perjudicar al gobierno argentino (de hecho, anteayer, cinco días después de recibir a Enfoques en Montevideo, se reunió en Buenos Aires con la Presidenta), pero así es "El Pepe" y aquí todos lo saben. Porque hace rato que este hombre de 74 años, con pinta de abuelo bonachón y pasado de guerrillero, rompió con aquella máxima que indica que para sobrevivir hay que ser políticamente correcto.
Es frontal, polémico, sanguíneo. Uruguayo por donde se lo mire y enrolado en la izquierda por donde se lo escuche, aunque no tanto como para quedar pegado a ciertos dogmas. "Si por izquierda se entiende defender una fuerte intervención del Estado y una fuerte tendencia estatizante, yo no tengo nada que ver con eso", sorprende durante el diálogo, en el que admite que le pidió a su candidato a vicepresidente, Danilo Astori, que se encargue de la economía si llegan a ganar las elecciones "como un gesto para decirle al establishment : política sin barquinazos, sin cambios bruscos ni nada por el estilo".
Es tanto el hombre de campo, sencillo y rústico, que sigue viviendo en una modesta chacra a 20 minutos del centro de esta capital, como el dirigente que en los años sesenta eligió la lucha armada como miembro de los Tupamaros, estuvo preso catorce años, fue torturado y hoy está cada vez más cerca de convertirse en el próximo presidente de su país como sucesor del también frenteamplista Tabaré Vázquez.
Mujica lidera hoy las encuestas con un 45% de intención de voto. Hace un mes, parecía no poder evitar el ballottage con Luis Lacalle, su rival del Partido Nacional, que ya fue presidente de Uruguay entre 1990 y 1995. Este "Pepe" que puede convertirse en el primer presidente de América latina con pasado de guerrillero es el mismo que está ahora en el enorme quincho ubicado a pocos metros de su casa, que parece salido del túnel del tiempo por las fotos del "Che" Guevara y de Salvador Allende con Pablo Neruda.
El candidato, vestido de entrecasa y acompañado por muchos de sus amigos y por su esposa, la senadora Lucía Topolansky, una ex militante tupamara con fama de intransigente, dice que se arrepiente de los hechos violentos que protagonizó como guerrillero, aunque aclara que "la violencia, en Uruguay, fue muy justificada". Y advierte: "De lo que me tengo que arrepentir de la lucha armada es de que este pueblo se comió 16 años de dictadura y no la pudimos sacar a patadas".
Aun así, Mujica admite que sus 14 años de prisión cambiaron algunas de sus ideas y le hicieron pensar, por ejemplo, que "hay que pelear por los derechos humanos de los que están vivos" y que "no quiere militares viejos presos". Algunas definiciones por las que en la Argentina seguramente sería considerado cómplice de los represores. "Me interesa la verdad, pero, ¿las sociedades se bancan eso? La Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió", señala.
Video: Mujica: «Yo no sé cuál es la ideología de los Kirchner»
-Usted dijo: "No tengo pinta de presidente. Los presidentes pertenecen a otra clase o se suben a otra clase". ¿Qué tipo de presidente imagina será si gana las elecciones?
-Soy un tipo común y corriente. De los que caminan por la calle. Hay un estereotipo de presidente y la gente tiene en la cabeza un modo de ser que no encaja en lo que yo soy.
-Más allá de los estereotipos, es cierto que muchas veces los presidentes terminan encerrados, alejados de la gente.
-La soledad del poder. Eso es una plaga. Y un peligro. Pero lo peor es quedar rodeado de alcahuetes. De los que le dicen que todo está fenómeno.
-¿Usted no tendrá alcahuetes alrededor?
-Voy a tratar de darles pelota a los que discrepan. Y de escuchar a los heterodoxos. Mire: si la democracia existe, la forma que más la representa es la oreja, no la lengua. Paso mucho tiempo escuchando gente por ahí, por cualquier lado.
-¿Su triunfo representará un giro a la izquierda del Frente Amplio? ¿Su gestión estará más a la izquierda que la de Tabaré? -No lo definiría como más a la izquierda, sino en la línea de él. Si por izquierda se entiende una fuerte intervención del Estado y una tendencia estatizante, no tengo nada que ver con eso.
-¿No es lo pensaba tradicionalmente?
-Yo soy más libertario que estatista. Me inclino por otro lado. Y no soy muy amigo de la burocracia ni nada por el estilo. Mis ideas socialistas están muy impregnadas por los fenómenos de autogestión, pero no confundo el poder del Estado.
-Me llama la atención que usted no hable de un Estado más fuerte mientras Lacalle, su principal adversario en las elecciones y con un perfil liberal, casi diga lo contrario.
-Ha pasado la onda expansiva por la que el mercado era la nueva religión y lo arreglaba todo. El péndulo está un poco de vuelta. Tampoco estamos en 1960, cuando el Estado se tenía que meter en todo. Estamos por un equilibrio. El Estado tiene que intervenir, sobre todo para forzar al reparto social. Porque tienden a quedar bolsones que el mercado no los arregla y que después terminan saliendo mucho más caros. Tal vez los problemas de seguridad que tenemos hoy son consecuencia de problemas sociales que hace 15 años que no arreglamos, por lo menos en parte.
-Su candidato a vicepresidente, Astori, representa el sector más moderado del Frente Amplio, y usted dijo que quería darle el manejo de la economía si llegan a ganar. ¿Es un gesto al establishment , que todavía lo mira a usted con desconfianza? -Sí, claramente. Un gesto como para decirle al establishment : política sin barquinazos, sin cambios bruscos ni nada por el estilo. -¿Mantendrá la política económica que lleva adelante Tabaré?
-Sí, y con una previsibilidad medible. Nada de aventuras. Eso lo que el queremos transmitir. La Constitución marca que el vicepresidente tiene que ser presidente del Senado, y desde ese punto de vista tendría que negociar con el parlamento. Sin embargo, Astori es buenísimo para manejar la economía, pero no es bueno para negociar en el Senado. Esto lo he charlado con él. Lo que demostró que camina fenómeno, vamos arriba.
-¿Los empresarios sienten desconfianza hacia usted, pese a estos gestos?
-Sí, no creo que sean todos, pero es natural que haya algunos que desconfíen. Tienen que desconfiar porque tienen que cuidar la plata.
-¿Cómo los piensa conquistar?
-Con paciencia... [Se queda reflexionando.] Pero no los tengo que conquistar porque no voy a ganar con el voto de ellos. A los empresarios los precisamos para que sean empresarios, para que trabajen, para que multipliquen los bienes. Después, que voten a Magoya. Es lo de menos.
-Los críticos del Frente Amplio dicen que ustedes hablan de la posibilidad de llamar a una asamblea constituyente porque quieren reformar la Constitución para reformar el concepto de la propiedad privada. ¿Es así?
-Eso fue una tomadura de pelo que les hice porque acá hay un personaje de la política que se llamaba Wilson Ferreira Aldunate, que lo usaban para barrido y fregado. Entonces yo les dije: "Voy a resucitar el programa de Wilson, Mi compromiso con usted", que decía que no se podía tener más de 2500 hectáreas de tierra. Ja... ¡Pa´ qué!
-De todas formas, aunque lo haya dicho en broma, ¿cree que hay que reformar la Constitución? ¿En qué aspectos? -La Constitución merece reformarse, pero no gastaría pólvora en chimangos si no hay acuerdo con la oposición: una cosa es reformarla y otra es tener una guerra interna. No vamos a partir el país por cambiar una letra a la que después le damos pelota más o menos. No creo en el progreso manuscrito.
-¿Qué cosas reformaría?
-Por ejemplo, soy unicameralista para un país como el Uruguay. Y tenemos un año de elecciones. Ahora, después de estas del 25 de octubre, vienen las municipales. ¡Nos pasamos un año y pico haciendo elecciones! Es una barbaridad.
-¿Y una reforma agraria?
-No, puede ser un tema que habría que discutir si se pone un tope a la propiedad de la tierra. Es un bien no reproducible que está ahí. Muchos países lo tienen y no son nada socialistas.
-Usted dijo alguna vez que el Mercosur le daba fiebre. ¿Qué se puede hacer para que el bloque funcione como tal y deje atrás esas diferencias que son tan tradicionales?
-El Mercosur está excesivamente fenicio. Arrancó con una visión demasiado comercial y tiene dificultades porque los grandes países durante mucho tiempo van a tener que seguir vendiéndole al mundo. ¿Quién se va a comer la agricultura argentina acá?
¿O la brasileña? Ni locos. Y dejamos en el tintero otras cosas. Por ejemplo: ¿no vamos a integrar la inteligencia, la cultura?
Fíjese en los programas universitarios. De acá se va un ingeniero a España y trabaja. Pero un profesor argentino no puede venir a dar clases al Uruguay. Estamos locos. Hay una cantidad de cosas para arreglar. Pero si no integramos la inteligencia y la cultura, lo demás tiene patas cortas.
-¿Le preocupa el papel de Hugo Chávez?
-El problema que tiene Chávez es que habla demasiado. Hay que hablar menos.
-Casi como Fidel Castro, ¿no?
-No, pero Fidel es mucho más sabio.
-Más allá de cuánto habla, se le cuestionan sus avances contra la libertad de expresión, la educación, la propiedad privada. ¿Cómo se lleva usted con la peor faceta de Chávez?
-Eso va a durar un tiempo. Le tengo simpatía porque él está dando respuestas sociales a mucha gente pobre. Es un país de locura.
-¿Y si las formas no son las mejores?
-No son las más puras ni cosa que se les parezca, pero había gente que tenía una forma más pura y se robó todo. Venezuela debe de ser uno de los países más robados de la Tierra.
-Por lo visto, si es elegido, piensa mantener y profundizar la relación con Chávez.
-Para nosotros, tiene importancia. Somos dependientes del petróleo. Y Venezuela importa tres veces toda la leche en polvo que produce Conaprole [Cooperativa Nacional de Productores de Leche]. En cuanto al manejo de ciertas cosas, yo a él le dije: "Mirá que vos no construís ningún socialismo. Acá te va quedar una burocracia que sabés lo que es, ¿no?"
-¿Y qué le contestó Chávez?
-¡Qué quiere que me diga! Yo no lo voy a convencer. Yo le digo lo que pienso.
-Si gana en octubre, ¿qué tipo de relación tendrá con los Estados Unidos?
-Yo tengo que ser especialista en relaciones con América latina. Y Astori tiene que ser especialista en donde hablen en inglés. -¿Se va a repartir así el gobierno?
-Sí. En China puedo tener mejor relación porque estuve allá en la época de Mao y la conozco. Pero Estados Unidos es muy importante como para darse el lujo de ignorarlo en una pequeña república. Y menos, tener prejuicios. Para qué sirven los prejuicios si no dan resultados prácticos.
usted sigue la estrategia de Lula para ganar las elecciones en Brasil: moderar sus posturas más radicalizadas para atraer el voto de la clase media. ¿Es realmente así?
-No es que yo trate de moderar. Hay una posición filosófica e inteligente de Lula, que es tratar de negociar los conflictos, resolverlos por la vía de la negociación. Si no se puede 100, consiga 20, pero consiga algo. No estancarse en una lucha indefinida de confrontación que al final le cuesta mucho y termina perdiendo mucho más. Evitar la confrontación y tratar de desembocar en una negociación. Como método, es lo más económico en esfuerzo para la sociedad entera. Porque cuando se está en el gobierno, también hay que mirar cómo se incide en el resto de la gente. No hay derecho a amargarle la vida a muchísima gente por lo que a uno se le ocurre en el gobierno.
-¿Usted entonces se ve más reflejado en el espejo de Lula que en el de Chávez?
-Creo que sí. Da mucho más resultado esa política de negociación. Atempera más.
-En su caso, ¿no es sólo una estrategia para conseguir más votos?
-Yo estoy convencido. En el arte de gobernar, hay que evitar la confrontación todo lo que se pueda. Y negociar cuarenta veces. Lo he dicho por el lío que tenemos con Botnia. Si yo hubiera estado de canciller en la Argentina, me habría sentado frente a la embajada uruguaya en Buenos Aires y me la pasaría llorando, llorando y llorando.
-Y el presidente Tabaré, ¿no pudo o no quiso haber solucionado el conflicto por Botnia?
-Tabaré es un enamorado de la dignidad. Y en los valores que tiene, negociar mucho, insistentemente, sería como perder la dignidad del país.
-No es de sentarse a llorar, como usted.
-No, claro. No encaja con la psicología de él. Yo lo entiendo perfectamente, pero hay cosas que no se le pueden pedir a Tabaré. -¿Y qué haría usted para solucionar el conflicto si llega a la presidencia uruguaya?
-Una cosa parecida. Negociar, negociar y negociar. Hasta que resulte insoportable. [Se ríe.]
-¿Una de sus primeras medidas sería respecto de este tema? ¿Qué haría para que se desbloqueen los puentes entre los dos países?
-Alguna cosa habría que hacer, pero hay que tener la habilidad de pedir lo que le pueden dar. Nunca se acorrala a un gobierno. Porque si lo acorralo, no le dejo capacidad de maniobra.
-Pero si los Kirchner son aliados de ustedes, ¿por qué ellos tienen una postura tan contemplativa respecto de los piquetes? -Y yo qué sé... Están encalacrados [ N. de la R.: atrapados, en portugués] ahí.
-¿Pero por qué no producen algún gesto?
-No quiero decir lo que pienso sobre los piquetes porque pasado mañana hay que arreglar. Hay que arreglarlo dándole una salida a Gualeguaychú y a los intereses que están ahí.
-¿Botnia está trabajando con eficacia en la protección del medio ambiente?
-Menos mal que el medio ambiente lo cuida Botnia. Si lo tuviéramos que cuidar los uruguayos y los argentinos, ¡pobre medio ambiente! [Risas.] Los finlandeses son serios, pueden ganar mucha plata ahí y no van a cometer la estupidez de pudrir un negocio brillante por agredir el medio ambiente. Son más inteligentes que nosotros.
-¿Qué le parece el gobierno de Tabaré? ¿Es el que usted imaginaba?
-Y... bastante bueno para la incertidumbre que tuvo que sortear. Pagó un precio. Tuvo que juntar todo el peso político en un gabinete para que no se le escapara nada. Y no se le escapó nada, pero se le fosilizó la estructura política. Ningún gobierno se debe comer el partido porque, si lo hace, se come la utopía. El partido es lo único que queda. Y hay que pelear por salvarlo. El partido tiene defectos y tiene errores, pero hay que trabajar para que los supere, para que tenga autoridades internas, para que tenga justicia interna, filtros, para que pueda escupir lo que no sirve. Si no, caemos en los tipos iluminados.
-Los Kirchner tienen un estilo duro, de no dialogar, no negociar. Usted, que cree mucho en la negociación, ¿qué consejo les daría?
-¡Qué le voy a dar consejos! ¿Usted está loco? ¿Quién soy yo para darles consejos! [Risas.]
-Quizá como un hombre con cierta afinidad ideológica...
-Es que yo no sé cuál es la ideología de los Kirchner, sinceramente, no sé.
-¿No se supone que son de centroizquierda, progresistas?
-Parece que son progresistas. Pero son peronistas también. Y para entender acá en el Uruguay nos resulta bravísimo. -En la Argentina, a veces, también?
-El peronismo es un fenómeno sentimental. Usted encuentra toda la fauna ahí. [Risas.]
-¿Por qué cree que la Argentina es un país en el que cuesta tanto llegar a los acuerdos políticos, donde no se pueden definir políticas de Estado y en el que quien llega al gobierno barre con lo que hizo el anterior?
-Porque no deben de tener ningún proyecto de futuro. Viven demasiado en el presente. Tienen una crisis de utopía. Nosotros corremos riesgos y vamos a terminar arrollados por [Marcelo] Tinelli. Por eso yo estoy planteando acá la propuesta de hacer un país más inteligente.
-¿En qué consiste?
-Que en los próximos 15 años no quede un sólo muchacho sin formación terciaria. Después nos pelearemos en veinte cosas, pero transformar eso en una política de acuerdo nacional. La materia prima fundamental está en el balero. -¿Qué es el poder para usted?
-Es una novia escurridiza, que nunca se tiene porque cuando la aprieta, se le escapa. Lo que pasa es que el hombre es un bicho muy vanidoso. Sólo tenemos pedazos de poder.
-Pedazos con los que usted tendrá que lidiar seguramente si llega a la presidencia.
-Hay que tratar de compartirlo. Hoy, el poder tiene mucho que ver con construir equipos. Evitar los hombres providenciales y los que se las saben todas. Cuando un tipo importante se va, que quede gente que lo supere. Un buen gobernante vale mucho más por lo que deja para que hagan, que por lo que hace. Si no, no hay continuidad.
-He leído algunas declaraciones suyas que me llamaron la atención, como cuando dijo que hay que pelear por los derechos humanos de los que están vivos y de los que están desapareciendo hoy. Por decir algo semejante, en la Argentina lo habrían acusado de haberse vendido a la derecha.
-Tengo el defecto de decir lo que pienso y a veces me cuesta dolores de cabeza. A los tres o cuatro días de salir de la cárcel, dije un discurso en el que afirmé que no creía en ninguna forma de justicia humana. ¡Pa´ qué! Me dijeron de todo. Hasta hoy lo creo. El ser humano, para poder convivir en sociedad, tuvo que inventar la Justicia porque, si no, sería la ley del Talión. Pero eso de la imagen de la Justicia, una vieja con unos platillos de la balanza... ¡Yo qué sé! Es cierto que necesitamos algo que transe, que nos juzgue.
-Usted también dijo que no cree en los militares viejos presos.
-Sí, yo no quiero tener viejos presos. Viejos de 75, 80 años... Pero no sólo los militares, ningún preso a esa edad. Hay algunos viejos que están ahí presos, que Dios me libre...
-¿Y cómo se saldan esas cuentas del pasado en materia de derechos humanos?
-No sé. Entiéndame: soy un hombre que estuvo mucho preso. Mi punto de vista puede estar viciado por conocimiento de causa. -En la Argentina todavía tenemos ese debate entre quienes quieren revisar a fondo todo lo que pasó y quienes dicen hay que hacer un punto final y mirar hacia adelante.
- Yo quiero saber la verdad, pero en la Justicia no creo un carajo.
-¿Y cómo se llega a esa verdad, entonces, si no es a través de la Justicia?
-En lo personal, he pensado: si me dicen la verdad, te conmuto la pena. Si lo que me interesa es la verdad. Pero, ¿las sociedades se bancan eso? Porque la Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió. Y tengo la conciencia de que lo que pasé no me lo va a devolver nadie. Tengo que cargar con eso como una mochila, una cicatriz, como si uno hubiera tenido un accidente, una enfermedad.
-Usted apostó a la lucha armada para llegar al poder y conseguir cierto tipo de sociedad y ahora está a punto de conseguirlo, pero lo podrá hacer por los votos. Lo habrá pensado más de una vez, ¿no?
-Lo que pasa es que por la vía armada tampoco llegábamos a la tierra prometida. Ahora tampoco. Los dos momentos tienen una cosa en común.
-Ahora está mucho más acompañado.
-Seguro, y es mucho más liviano, pero uno ya no se propone cambiar el mundo.
-¿Qué se propone?
-Subir un par de escalones. Después, otros van a seguir.
-¿Una etapa más reformista que revolucionaria?
-Francamente, sí. Hay que hacer reformas positivas, pero que no se agoten con uno.
-¿Qué es hoy ser revolucionario, a diferencia de los años sesenta o setenta?
-[Se toma unos segundos] Tener una sensibilidad grande hacia los problemas sociales. Me siento apuntalando cosas que son revolucionarias. Lo he hecho tranquilamente en todos estos años. Debe de haber unos 3000 trabajadores que están tratando de mandarse a sí mismos.
-¿Experiencias de autogestión?
-Sí, las he apuntalado en todo lo que he podido. Porque ser jefe de uno mismo debe de ser lo más difícil. Cuando la gente se acostumbró a que le paguen todos los meses, a tener una rutina, a cumplir un horario y después, "chau, a mi casa". -¿La revolución de hoy es cambiarle la vida cotidiana a la gente, el día a día?
-No se puede intentar agarrar el poder cuando no se sabe lo que se va a hacer con él. Y los trabajadores no pueden agarrar el poder porque son dependientes. Ese es un factor que no lo medíamos hace 40 años. Porque después le sale un engendro que es la burocracia.
-¿Qué extraña de esos años de militancia en el movimiento Tupamaro?
-Se extraña la militancia. Uno era más joven y siempre se tiene la añoranza de los años frescos del cuerpo. Pero se puede y vale la pena mejorar el mundo. No hay una salida apocalíptica, de un día para el otro, o que llegamos y tenemos un desfile o un arco del triunfo. Es una escalera interminable donde vamos subiendo escalones, aprendemos algo, dejamos algo, y otros siguen, y así sucesivamente. Es un camino sin fin. El día que creamos que hemos llegado, estamos fritos.
-¿De qué se arrepiente de esos años en que usted tomó las armas?
-De lo que más me tengo que arrepentir de la lucha armada es de que este pueblo se comió 16 años de dictadura y no la pudimos sacar a patadas. [Se ríe.] Ahí fallé como militante.
-La lucha armada fue un fenómeno no sólo uruguayo, pero ¿no pensaron en otra vía?
-Había una especie de modelo, con la conquista del poder para construir una sociedad sin clases, pero resulta que le aparece el monstruo de la burocracia que le come todos los ideales. Y lo revolucionario desemboca en estos burócratas acomodados. Es el mundo de la desilusión.
-No hablamos de que esa lucha estuvo asociada con la violencia, con la muerte. ¿Se arrepiente de haber elegido ese camino? -Sí, claro. Pero usted está en Uruguay, no en la Argentina. La vida humana acá siempre... A nosotros nos dicen guerrilla, pero tenemos mucho de movimiento político con armas. Y la violencia en Uruguay fue muy justificada. Las barbaridades que pasaron en otro lado, acá no.. . -¿Justificada por qué? ¿En qué sentido?
-Nosotros, en las operaciones discutíamos? Hemos perdido vidas porque la consigna era que no fuera cruento, que no hubiera hemoglobina. El más preocupado por eso era el viejo compañero Sendic [Raúl, uno de los fundadores de los Tupamaros], que decidía el encuadre político de las operaciones. En otras partes de América, la vida humana valía menos que la de un perro.Nosotros cometimos algunos disparates porque tuvimos desviaciones militares.
-La hago una pregunta difícil: ¿a usted le tocó matar a alguien en esos años?
-No, a mí no. No le pegué [Se ríe.]
Mano a mano
¿Podrá Pepe Mujica? En todo caso, ¿podrá Uruguay elegir presidente a un hombre poco convencional, con un pasado violento y un presente moderado? Sería otra muestra de tolerancia en un país que ha hecho de la tolerancia una marca registrada. Sea como fuere, es un personaje distinto. De una extrema sencillez, con mucho carisma y con una espontaneidad que le puede traer muchos problemas, internos y externos. No lo imagino como dirigente en la Argentina, donde seguramente tendría problemas con los Kirchner y con la izquierda más ortodoxa por su postura respecto de los derechos humanos. Me costó llegar hasta él no porque sea difícil entrevistarlo, sino justamente por lo contrario: tiene una disposición tan amplia a reunirse con cualquiera que no hay agenda que resista. Pudo comprar el "Pepemóvil", la camioneta usada con la que recorre el país, gracias a lo recaudado para un asado en su famoso quincho, a 200 dólares el cubierto. ¿Cómo imaginar algo parecido entre los candidatos de nuestro país? Da la impresión de que se transformó en un pragmático que no vendió su alma al Diablo. Y de que trata de explotar su costado menos beligerante. Por eso me sorprendió que accediera a hablar con tanta franqueza de su etapa tupamara, aun con sus contradicciones. "La violencia fue muy justificada", es una frase tremenda, por más que haya reconocido "disparates" y que haya mostrado arrepentimiento por aquellos tiempos sangrientos. Pude entrevistar a otros ex líderes guerrilleros, pero eran argentinos. Nunca los noté arrepentidos de nada.
Tres razones para escucharlo
1.- Cerca de la meta
Lidera las encuestas y puede llegar a convertirse en las elecciones del 25 de octubre en el sucesor de Tabaré Vázquez, con una personalidad totalmente distinta y una militancia en el sector más radicalizado del Frente Amplio.
2.- De la violencia a la paz
Pasó de la guerrilla más dura a esta versión pacificada, en la que admite que la cárcel lo cambió y que se arrepiente de los hechos sangrientos. Quiere que se conozca la verdad, pero no cree en la Justicia.
3.- Continuidad
Dice que mantendrá la política de Tabaré. Se muestra pragmático al hablar del conflicto por Botnia y, sobre todo, al anunciar que buscará llevar tranquilidad al establishment económico, en una gestión sin "barquinazos".
En clave personal
Tiempo libre. "¡Qué voy a tener tiempo libre! Pero cuando puedo me subo al tractor y recorro el campo. Es mi forma de desconectarme y de recuperar fuerzas."
Fidelidad. A José Mujica lo sigue, a sol y sombra, Manuela, una perra de raza difusa pero de una fidelidad asombrosa, que tiene amputada parte de su pata delantera izquierda, algo que no le hace perder movilidad. "Una vez ella iba y venía por el campo cuando la atropellaron unos perros, se descuidó y la agarró una disquera. Tengo, además, cuatro labradores."
Lugar. "Si gano las elecciones, voy a seguir viviendo en la chacra. Pero no voy a poder ir a trabajar en moto, como hacía cuando asumí como diputado. Es que ya estoy muy veterano. Iré en un autito."
Traje. "Me puse traje para ir a visitarlo a Lula, pero estoy a la moda: lo uso sin corbata. No fue la única vez que me vestí así. También cuando vino Fidel Castro."
Mujeres. "Hace poco dije que no sabía si Cristina Kirchner iba a poder (gobernar), porque no sé si en la Argentina le dan mucha pelota a una mujer. ¿Usted me pregunta si mi esposa gobernará conmigo, como hacen los Kirchner? No, mi mujer es la que manda. Ella me manda a mí."
Pareja. Mujica y Lucía Topolansky están juntos desde que se conocieron, en 1967. Se casaron en 2005 y no tienen hijos. Encierro. "En la cárcel me hice panteísta. Siempre me gustó la naturaleza, pero una de las formas de combatir la soledad es tener algo vivo. Por eso en el calabozo descubrí que las hormigas gritan. Se las pone al lado de la oreja y va a descubrirlo. Llegué a tener 8 o 9 ranitas. Le ponía un vasito y se bañaban. Y unas ratas que venían a las dos de la mañana a comer pan."
LA NACION / SERPAL TEMAS DE RECOSUR 1130 –
17/09/2009
II. SIEMPRE AL ACECHO
ZABALZA HABLA CON "LA DIARIA" DE LA CAMPAÑA ELECTORAL, EL MPP, LA IMPUNIDAD Y MUJICA
Por Lucas Silva / LAS DIARIA
Lo encontramos el sábado de mañana en la feria de Colón. Repartía volantes para anular la Ley de Caducidad en la esquina de Coronel Raíz y 19 de Junio junto con su actual compañera, Verónica Engler. El tupamaro Jorge Zabalza dice que en materia política está “en el seguro de paro” y que por primera vez se dedica de lleno a su vida personal. A pesar de eso, evalúa que la “frustración” generada por el Frente Amplio (FA) tendrá una expresión política en el futuro, asegura que unos “tres o cuatro mil militantes” en todo el país están “predicando boca a boca” y confía en que eso “coagulará en algún movimiento”.
-¿Cómo ve la campaña?
-Muy quieta, cualquiera con un poquito de memoria compara con las últimas elecciones y nota la diferencia. Cuando faltaba un mes y medio se veían balconeras en todas las casas, y había entusiasmo. Hoy la gente está muy fría. Una de las razones es que no hay un cotejo entre modelos de país. No se confrontan dos proyectos de sociedad, como pasó en la anterior elección. Entre los proyectos de Pepe Mujica y Lacalle hay sólo diferencias de grado. Y por eso están con lo del perrito faldero y la motosierra, dedicados a aspectos laterales. Compiten a ver quién va a construir más viviendas en los asentamientos, pero nadie habla de erradicar la pobreza. Lo que se estimula es ponerse la camiseta del Pepe y arremeter. Primero arremetieron contra Danilo y ahora contra Lacalle. Y se deja de pensar. Con eso se obtienen victorias electorales pírricas que no transforman las cosas. Cuando tenía quince años sentí una gran alegría porque Nardone y Herrera le habían ganado a Luis Batlle, pero eso al final no dejó nada.
-Ha hablado de la frustración que generó el FA en muchos militantes de izquierda, ¿es posible organizarla?
-No creo que los partidos políticos o los discursos sirvan para crear conciencia. Ya no creo ni en mi discurso [se ríe]. La gente tiene que vivirlo. Muchos se han desengañado con estos cinco años y la frialdad es por eso. Ahora es necesario que vaya decantando todo un proceso de frustración, y esclarecer una cantidad de confusiones. Calculo que hay en el país unos tres o cuatro mil militantes que andan entre la gente predicando. Están con el boca a boca, como en el plebiscito del 80, y en algún momento eso va a coagular en algún movimiento. No tengo la bola de cristal pero hace dos años dije que Pepe en las internas se iba a tirar para la izquierda y que iba a confundir a la gente. Se inventó una nueva opción de izquierda dentro del FA que proponía superar la etapa en la que se taparon los agujeros. Pero ese discurso ya no está, porque Astori perdió en la cancha y ganó en la liga. Si Mujica gana va a ser continuista de Tabaré Vázquez. Hay que desengañarse de la farsa de una opción verdaderamente de izquierda encabezada por el Pepe Mujica. Ahora hay una convergencia en el centro. El Pepe se puso el traje, y Danilo y Larrañaga se lo sacaron. Hasta Lacalle anda sin corbata. Con el giro a la izquierda del Pepe algunos compañeros volvieron a tener esperanza y hoy están puteando. Ni Marenales cree que Mujica diga la verdad.
-Hace algunos días Marenales definió al MPP como un gigante estúpido.¿Qué opina?
-Estoy de acuerdo, y es muy importante que sea Marenales el que lo diga. Pero le preguntaría si ese gigante nació del pasto o de una plantita. Le preguntaría qué sucedió con esa organización política clasista y combativa que siempre estuvo aferrada a la bandera de los principios. Fuimos la única fuerza política que se manifestó contra George Bush [padre], estuvimos contra la minirreforma y contra todas las privatizaciones. Le preguntaría a Marenales si al MPP no lo estupidizaron, si no lo convirtieron en un gigante estúpido. A Marenales ahora le falta el próximo paso, la hora de la sinceridad. Tiene que mirarse a sí mismo y decir: Fernández Huidobro es un conciliador de clase. También podría preguntarse si es un conciliador ahora en 2009 o ya lo era antes. ¿Cómo fue que esa concepción de la conciliación de clase se fue imponiendo en el MPP? El MPP no era para eso y el MLN tampoco. A mí no me importa que Danilo y Tabaré hagan política socialdemócrata. Ahora dicen que se hace lo que se puede, y bueno, que lo hagan Danilo y Tabaré, porque los tupamaros nacimos para predicar la revolución y no para andar haciendo payasadas. No nacimos para estar en la prensa defendiéndonos por acusaciones de corrupción. A mi generación no la convocaron para eso. Algunos dieron la batalla para convertir al MPP en un gigante estúpido, y los que no estábamos de acuerdo nos tuvimos que ir.
-¿Ha hablado con José Mujica últimamente?
-Hace tiempo que no hablo. No habla con Marenales, menos va a hablar conmigo. Leo Pepe tal cual es y escucho M24 todos los días. Cuando le dijo adiós a la barra chica le mandé un mensaje.
-¿Qué decía?
-Pepe, ahora estás libre para volar por los espacios siderales. Y ahí anda. Volando por los espacios siderales.
-¿El pasado común no lo llevó a tener alguna expectativa con Mujica en esta etapa?
-Para mí es muy difícil analizar esto desde lo personal, porque con el Pepe vengo discutiendo desde que salimos de la cárcel. Él decía que el continuismo de Sanguinetti se daba sólo en el plano económico y que en lo político había una democracia primaveral, y nosotros decíamos que había una tutela. En 1985 él decía que la mejor estrategia revolucionaria era ser bien reformista, y esa discusión durante años la dimos en el MLN. En una época la posición de Mujica y Fernández Huidobro era minoritaria, y después pasó a ser mayoritaria. Está bien, es lo que hay, valor. Por eso cuando me dicen que Mujica es un traidor, digo que no, porque él expresa una realidad que existe, como también lo hacen Danilo y Tabaré Vázquez. En eso Pepe hace lo mismo, expresa una realidad. Pero lo que siempre sostuve en el MLN y el MPP es que los tupamaros no estamos para ese papel, sino para postular la revolución y hacer un trabajo de masas. Y practicar la rebeldía y acostumbrar a la gente a que pueda hacer las cosas por sí misma. Eso estuvo en un período del MPP y viví esa etapa con mucha alegría, pero hoy evidentemente tenemos ese gigante estúpido y hay mucha gente confundida que piensa que eso lleva al cambio. Igual lo importante de esta campaña es que el desengañado no es Zabalza. El desengañado es Marenales y los que lo siguen. Es muy importante que él diga lo que todo el mundo ya sabe sobre el MPP.
-¿Ve a Marenales saliendo del FA en un gobierno de Mujica?
-Marenales no va a estar con él. No es de los que se ponen traje y corbata.
-En una carta que le envió a Mujica cuando era ministro le pedía que recobrara sus raíces. ¿Perdió esa esperanza?
-[Piensa unos segundos] Yo creo que el Pepe ya no tiene raíces. Ya no tiene raíces.
-¿Reconoce gente honesta en el FA?
-En las bases hay mucha gente honesta y convencida. Lo ves ahí en la esquina [señala a una treintena de militantes de la 1001 que reparten listas en Plaza Colón]. Están convencidos, pero eso no quiere decir mucho. Hay mormones convencidos que son honestos. Lo triste es que el FA se ha ido convirtiendo en algo más religioso que político. El Pepe para recobrar las raíces tendría que pasar a un discurso contra el terrorismo de Estado, pero está diciendo que perdonó y olvidó. Que no quiere más viejos presos. El Pepe tendría que tener una política antiimperialista, que le hubiera permitido decirle en la cara a George Bush que saliera de Irak y Afganistán. Denunciar el Plan Colombia. El Pepe y Danilo Astori hoy tendrían que estar denunciando en cada discurso las cinco bases militares norteamericanas. ¿Cómo se van a callar ante eso? ¿Por qué no dicen que Lacalle -si es presidenteva a defender a Uribe? Ahí sí se calentaría la campaña electoral. ¿Porqué no hablan de la propiedad privada de la tierra y del latifundio? No hay que decir que Lacalle es un pituco. No es un pituco, es un latifundista. Representa a los 923 tipos que tienen más de 2.500 hectáreas. Lacalle es una expresión de la elite de este país. No les estoy pidiendo que salgan a decir cosas revolucionarias, pido cuestiones del Congreso del Pueblo y de la izquierda histórica.
-¿Percibió soberbia en los cuadros de gobierno?
-Hay arrogancia, sí. Existe la seguridad de que las mayorías electorales habilitan a hacer y decir cualquier cosa. Esa arrogancia muchas veces se transforma en caradurismo. Esto de Antel [se refiere a la destitución de Edgardo Carvalho y Gladys Uranga] no se puede explicar. Podrá ser menor en comparación con los gobiernos anteriores, pero igual es amiguismo y clientelismo. Está bien hablar de [el ex ministro blanco de Economía, Enrique] Braga, pero tenemos a [el ex director de Casinos, Juan Carlos] Bengoa procesado. Y eso fue corrupción con consentimiento, porque Astori lo respaldó hasta el último minuto.
-¿Faltaron avances en la política de tierras?
-El problema no es la falta de avances, sino el retroceso. Uruguay se ha convertido en un país sojero y pasamos a manos de las transnacionales. La industria frigorífica, y te lo dice un carnicero, está en un 70% en manos extranjeras. ¿Qué me vienen a hablar del Instituto de Colonización si pusieron a un estanciero [se refiere a su presidente, Gonzalo Gaggero] al frente? ¿Qué señal le das a la gente con eso? Le está diciendo a la Asociación Rural que no vas a tocar el latifundio.
-¿Cómo evalúa el proceso de la Asamblea Popular [AP]?
-Hace dos años empezamos a reunirnos compañeros por afuera de la izquierda con representación parlamentaria, con la idea de reflotar el viejo espíritu crítico a la democracia burguesa. Luego ese espacio se dividió porque algunos compañeros creyeron oportuno jugar en estas elecciones. No veo realmente que haya oportunidad de nada, y por eso no acompaño la candidatura al Senado de [Helios] Sarthou en la AP. No entiendo para qué tener un representante en el Parlamento. ¿Para que tenga que renunciar como Chifflet? ¿Para jugar un papel decorativo? De mi experiencia en la Junta Departamental evalúo que quedó sólo una referencia personal, y no es lo importante. Para la gente quedó la imagen de aquel loco que se oponía a las privatizaciones o que le hizo el discurso a Chirac. Y no queda nada sólido.
-¿Se arrepiente de esa etapa en la Junta?
-Uno no se puede arrepentir de nada. He hecho cagadas mucho más grandes que ésa [se ríe]. Pero las experiencias hay que analizarlas críticamente.
-¿Ha pensado en alguna forma organizativa para canalizar todo este descontento político?
-Hoy la frustración no está madura para organizarse. Si éste fuera el momento, Asamblea Popular habría tenido treinta mil votos en las internas. No es el momento para que el desengaño se organice en una opción de izquierda. ¿Qué me ofrece AP? ¿Volver a hacer lo mismo que hizo el FA en casi cuarenta años? Hay que buscar otras cosas, y en América Latina sobran ejemplos. Acá no tenemos un movimiento social como el MST de Brasil, ideologizado y capaz de modificar el escenario político. Ellos tienen cuatro millones de afiliados y escuelas para formar militantes sindicales. El MST es como un partido político, y eso acá falta. No sé qué expresión tendrá la organización popular de la frustración, pero que la va a tener, la va a tener. Porque así nacieron el MLN y el FA. No fuimos injertos, sino expresiones de la realidad. Hoy muchos compañeros te paran en la calle preguntando qué va a pasar o qué vamos a votar. A todos les digo lo mismo: hoy estoy para la papeleta rosada y nada más. Después estamos esos tres o cuatro mil militantes desperdigados por ahí que nos escribimos y mandamos cosas por mail. Pero estamos en contacto, porque ahora es la etapa de esperar. Siempre hay que estar al acecho. Lucas Silva
En blanco y rosado
Zabalza milita en la Coordinación de Vecin@s por la Anulación de la Ley de Caducidad. El volante que entregaba el sábado decía “Votá lo que quieras o no votes nada, pero meté la rosada”. Se queja porque los sectores del FA le hacen un “vacío” a la campaña y porque Mujica y Astori no hablan de impunidad y terrorismo de Estado en sus discursos. “Muchas críticas a Lacalle por la corrupción, pero olvidamos que su gobierno asesinó a dos militantes sociales en el Filtro, donde hubo una represión masiva, con 40 baleados. Nadie habla del papel de las Fuerzas Armadas, de la Policía, cuyos mandos participaron en esa represión, y de los grupos especiales. Hay que discutir en qué consiste una verdadera política antiterrorista”.
Lucas Silva / LA DIARIA TEMAS DE RECOSUR 1130 –
17/09/2009
ARGENTINA
III. BIENVENIDOS A LA VIDA LOCA
Por Oscar Taffetani
15/09/09 (APe).- Te besa y te desnuda con su baile demencial / Tu cierras los ojitos y te dejas arrastrar / Tu te dejas arrastrar // Ella qué será. / She's livin' la vida loca. / Y te dolerá / si de verdad te toca. / Ella es tu final, / vive la vida loca. / Ella te dirá: / vive la vida loca...
Una canción del portorriqueño Ricki Martin -en esa mezcla de inglés y español que ya se habla no sólo en Puerto Rico, sino en Centroamérica toda, así como en el sur de los Estados Unidos- sirvió al documentalista hispano-francés Christian Poveda para dar título a un gran reportaje televisivo sobre la vida de las maras, pandillas juveniles que hoy funcionan como verdaderos ejércitos al servicio de la distribución de drogas, el tráfico de niños, mujeres e indocumentados y otras formas del crimen y el delito.
Muy poco tiempo pudo disfrutar Poveda del impacto y repercusión de su documental. Muy poco pudo hacer por la pacificación y la reinserción de los mareros en la sociedad. El 2 de septiembre pasado, cuando volvía de La Campanera después de haber conversado con amigos que habían participado de su película, fue asesinado con dos balazos en pleno rostro en un descampado a la altura de El Rosario.
Los presuntos autores, intelectuales y materiales, del asesinato de Povera, ya han sido detenidos. Aunque lo más seguro, en una ciudad de América latina en la que diez personas mueren asesinadas por día a manos de sicarios, escuadrones de la muerte y policías, es que nunca llegue a saberse la verdad, y que ese crimen, como tantos otros, quede impune.
Hijos de una posguerra sucia
Entre 1980 y 1992, El Salvador vivió una de las más cruentas guerras civiles de América latina, que dejó un saldo de 75 mil muertos y más de un millón de exiliados y evacuados en los países vecinos y en los Estados Unidos. Aún hoy, a casi dos décadas del conflicto, la tasa de muertes violentas de El Salvador es la mayor del continente. Cincuenta y cinco de cada cien mil habitantes muere asesinado antes de cumplir 24 años.
Producto de la emigración forzosa y de las precarias condiciones de vida y admisión en los países receptores es la Mara Salvatrucha, primera de las pandillas juveniles, que comenzó en los Estados Unidos y luego se extendió a otros países de la región, utilizando el know-how de los deportados. Actualmente, sólo en El Salvador, la Mara Salvatrucha tiene 160 mil miembros.
El otro “ejército” es la Pandilla 18, o también 18 ST (por la calle de Los Ángeles, California, en la que nació). Los de la Pandilla 18 se tatúan en los hombros o en el pecho el bíblico “666” (número del Diablo, en el Apocalipsis) y le han declarado la guerra a muerte a las pandillas mexicanas, pero también a los salvatruchos. Son decenas de miles y -como sus adversarios- cuentan con armamento y logística.
Las maras, lo mismo que aquellas mafias de principios del siglo XX, basan su financiamiento en las remesas periódicas de dinero que reciben las familias de los inmigrantes. Y también venden, como aquellos gangsters liderados por Al Capone y Frank Nitti, su “protección” a los compatriotas. Asimismo, ofrecen su servicio mercenario a los barones de la droga, a los caudillos políticos, a los candidatos en ascenso y a cualquier clase de patrón dispuesto a pagar por ello.
En esta tierra de promisión
Un veterano periodista, ya fallecido, nos advertía a fines de los ’80 que el país había sido elegido por los cárteles de la droga como base de operaciones a nivel mundial, y que no tardaríamos en ver los signos de ese cambio. En los ’90, un funcionario afectado a la lucha contra el narcotráfico nos decía que la Argentina estaba dejando de ser un país de tránsito, para ser un país de consumo. Esos cambios -terribles cambios- se concretaron, sin que el Estado nacional, absolutamente penetrado por la corrupción, por las coimas y los sobornos, pudiera detenerlos.
Otra transformación terrible se produjo en las villas y asentamientos suburbanos. Los partidos y formaciones de izquierda, e incluso el peronismo, dejaron de preocuparse por la organización y la educación de esa juventud a la que le habían arrebatado el futuro. A la vez, la expulsión de mano de obra, las nuevas migraciones y la desocupación fueron restringiendo hasta llegar a cero las opciones de vida de los pibes.
Una frase tomada del documental de Poveda, referida al contexto en el que se desarrollan las maras, bien podría aplicarse a nuestro medio, donde los pibes son arrojados a una lucha feroz por la supervivencia, con un Estado que en el mejor de los casos es ausente (y en el peor de los casos, criminal).
“Muchas vecindades -dice Poveda- forman un callejón sin salida, última parada del autobús en el fondo de un cañón. Un callejón sin salida para la esperanza de unos habitantes condenados a la supervivencia”.
Antes, la posibilidad de que aquí hubiera maras, con su violencia desatada y su autonomía criminal, era impensable. Ahora, cuando vemos que otras negras profecías, entre nosotros, se han cumplido, ya no estamos tan seguros. Es muy posible que suddenly nos llegue la vida loca. Y también, cómo no, la injusticia (bull shit!). O la muerte a la vuelta de la esquina.
Agencia de Noticias PELOTA DE TRAPO TEMAS DE
RECOSUR 1130 – 17/09/2009
IV. FOGONEAR LA INSEGURIDAD
Por Adolfo Pedroza / Santa Fe.
Hace menos de un mes apareció una noticia en radios y canales de aire sobre un niño que jugaba en la calle con una pistola 9mm. Los diarios no le dieron tanto vuelo a la noticia, aunque hubo uno que otro comentario tendencioso al igual que los informativos de la radio que comentaron lo visto en la TV.
La tele siempre tiene la ventaja de “mostrar”; entonces mostró como una cámara, puesta arriba de un semáforo, supongo que para controlar el tránsito, tomaba el “sublime” -así lo dijo el periodista en off- momento en que este niño, de unos 11 años, jugaba con el arma a cargarla y descargarla sentado en el cordón/esquina de una rambla divisora de una avenida.
Los comentarios del canal de cable que la mostró por primera vez, y los de aire que lo tomaron después, acentuaban en la forma de como lo hacía “a plena luz del día”; en la “impunidad” que demostraba y en que “seguramente no sabía que lo estaban filmando”.
El chico jugaba ensimismado en su arma gris mientras esperaba la luz roja del semáforo para limpiar vidrios y pedir una moneda. Una de las reflexiones de un conocido periodista -conocido justamente por estas notas y estos comentarios- decía que esa impunidad se debía a que “total luego asaltaría y quizás mataría con esa arma y un juez lo dejaría libre a las pocas horas porque era “inimputable” Vehementemente se preguntaba una y otra vez “dónde está su padre”.
Luego de crear todo un clima de imágenes, repetía una y otra vez como el chico jugaba a cargar y descargar la pistola, mostró la llegada de la policía con su flamante 4 x 4 de doble cabina y cómo lo redujo. El chico ni los vio venir tan metido en su juego como estaba. Los policías lo rodearon, se lo llevaron y se acabó el video.
Por supuesto, no se terminaron los comentarios del periodista de ese canal ni de los otros que levantaron la misma nota. No me voy a extender en esto ya que es obvio lo que pienso, pero sí le voy a preguntar ¿Usted vio después como siguió esta historia?
Quizás no, porque no la “levantaron” todos los canales, ni la radio ni el diario. Yo vi un solo canal de aire que fue a buscar a los padres del chico y como le dijeron: “siempre él quería una pistola para jugar y yo la vi de plástico y a 4 pesos y se la compré, que me iba a imaginar que se armaría tanto revuelo”.
La persona que hablaba se veía triste, contrariada, tenía pinta de laburante; su casita humilde servía de fondo al primer plano de su cara; la que el camarógrafo se empeñaba en mostrar. Su expresión dejaba ver claramente que se sentía arrepentido por el “pecado” de haber hecho esa compra y ese regalo a su hijo.
Ante la insistencia del periodista sobre “el accionar de su hijo” él apenas balbuceaba: “el va a la escuela por la mañana y a la tarde da una mano con esa changuita en la calle”; luego relato como lo retiro de la “comisaría” y cerró con: “que más quiere que le diga”
No intento novelar esto; sé que es una perlita más de las cosas que nos tocan vivir y de cómo se “criminaliza la pobreza”. Por supuesto que esto último “no vende” y tuvo escasos segundos en pantalla; no escuché a nadie luego arrepentirse por los comentarios sobre “el niño armado en plena vía pública” y ya pasamos a otros temas; ley de comunicaciones, la declaraciones de algún famoso para matar gente y linchar jueces, River no funciona y Boca no gana y del Diego que …
El “tema” es la inseguridad y hay que fogonearlo cada tanto. Pensar en por qué hay pobreza, buscar medios de revertir la situación… si ya sé… “eso no vende”. Alguna vez escuche una frase que se preguntaba “¿Por qué el sentido común es el menos común de los sentidos? Y me pareció un juego de palabras; hoy me estoy dando cuenta que es lo que nos está faltando.
Agencia de Noticias Prensa Ecuménica TEMAS DE
RECOSUR 1130 – 17/09/2009
COLOMBIA
V. URIBE ESCONDE EL ACUERDO
Redacción de SERPAL.
El gobierno de Colombia agotó su arsenal de excusas y quedó en una posición solitaria y con perfil inflexible en el seno de la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR. Los representantes de los otros once países miembros, llegaron a un acuerdo sobre un documento que cubriera las garantías y transparencias reclamadas sobre armamentismo, control de fronteras y otras cuestiones derivadas de la decisión de Uribe de ceder el uso de siete bases militares de tierra, mar y aire al ejército de los Estados Unidos. Incluso, se atendían temas y cuestiones reclamadas por el presidente colombiano en la reunión celebrada en Bariloche, Argentina. Pero la suma de acuerdos y consensos, se quebró cuando se llegó al punto de las garantías sobre el alcance de las fuerzas militares extranjeras. Allí Colombia se mostró inflexible y argumentó que no podía mostrar el acuerdo firmado con Estados Unidos que permitirá que tropas y técnicos norteamericanos operen en siete bases situadas en el territorio del país sudamericano, porque no cuenta con la autorización de Washington.
Tras más de ocho horas de debate, los representantes de once países de los doce que componen UNASUR acordaron transparencia con respecto a defensa y armamentismo, como base para la confianza mutua. Colombia no firmó y escondió el acuerdo con EEUU.
Javier Ponce, ministro ecuatoriano de defensa, explicó que hubo pleno consenso en el intercambio de información y transparencia entre los países miembros en lo que se refiere a efectivos, armas y equipos. También hubo acuerdo, afirmó, en que los países entreguen informes sobre los gastos de defensa en el último ejercicio fiscal, y sobre el gasto de los últimos cinco años, lo que el canciller consideró fundamental para el control futuro. En lo que hace a las actividades militares en cada país e incluso los ejercicios que pudieran realizarse con fuerzas extraregionales, se acordó el requisito de notificar a los demás países miembros sobre su desarrollo. Se pactó además invitar a observadores militares y establecer mecanismos de interconexión. Ponce mencionó que también se había recogido la inquietud planteada por Alvaro Uribe en Bariloche al acordarse “aumentar la eficiencia del control y vigilancia en las fronteras y las medidas que se consideren necesarias para impedir la presencia de grupos armados al margen de la ley”.
Colombia no muestra el acuerdo y no puede ni quiere dar garantías
Sobre todos estos temas, hubo acuerdo de los doce países. Fue cuando se llegó al punto que cierra este proceso, la cuestión de las garantías, donde Colombia no tuvo flexibilidad alguna. Ponce citó que se acordó lo que calificó el punto fundamental: “la no extraterritorialidad de fuerzas extranjeras en el alcance de las actividades de fuerzas militares extranjeras”. Y recalcó que este punto era decisivo, porque sino todo lo demás queda como un mero intercambio de información. Añadió el ministro ecuatoriano de defensa: “Los doce países estamos absolutamente de acuerdo en que se requieran garantías, pero lo que hay que establecer es que calidad deben tener esas garantías en el caso de los convenios internacionales. Entre esos acuerdos, citó el ministro, estaría por ejemplo el hecho de especificar los alcances del pacto militar entre Estados Unidos y Colombia. Recordemos que Lula Da Silva había expresado en las dos reuniones anteriores, en Quito y en Bariloche, la necesidad de que Colombia diera “garantías reales” de que el acuerdo firmado por Uribe no va a rebasar en ningún caso las fronteras nacionales de Colombia.
El ministro de Defensa de Colombia afirmó ante la prensa : “estamos abiertos a lo que denominamos “simetría”. Gabriel Silva pidió seguidamente que “todo el mundo ofrezca garantías y abra sus puertas”. Pidió que no todo se centre en los acuerdos militares sino que se incluya otros temas como el narcotráfico y el terrorismo. Recordó la reciente declaración del gobierno de Colombia donde Alvaro Uribe afirmaba que el objetivo de su país era “recuperar el orden público interno”. Hay que suponer que eso explica la cesión a EE.UU. del uso de siete bases militares, la llegada de tropa y mercenarios (“contratistas” les llaman ellos ) , aviones, helicópteros, barcos, equipos técnicos, pertrechos, etc.
El canciller venezolano Nicolás Maduro, expresó que Sudamérica quiere la paz en Colombia y en todo el continente y deploró que Colombia se hubiera negado a dar garantías sobre el acuerdo que cerró con Estados Unidos, a pesar de que se lo pidieran los otros once países que integran UNASUR. Lamento –dijo - que Colombia prefiera mirar hacia el norte que hacia sus propios hermanos. Agregó que Colombia se había negado a presentar el acuerdo. Dicen que no lo pueden presentar sin autorización de los Estados Unidos, añadió.
A Hillary Clinton le preocupa el armamentismo venezolano
El ambiente de la reunión estaba también enrarecido por las declaraciones funcionarios del Departamento de Estado norteamericano, que han mostrado preocupación por lo que describieron como “el deseo de Venezuela de incrementar su arsenal armamentístico”. Un portavoz del Departamento, Ian Kelly, había instado al gobierno venezolano de ser transparente en sus compras”. Palabras similares pronunció en Washington la propia titular de esa cartera, Hillary Clinton, al término de una reunión con el presidente uruguayo Tabaré Vázquez. El canciller venezolano Nicolás Maduro rechazó esas declaraciones y afirmó que Estados Unidos “no tiene asidero moral ni político para ello ya que es el peor ejemplo de armamentismo y guerrerismo”. Dijo que su país ha ofrecido todas las garantías. “Venezuela –afirmó - está equipándose para defender la soberanía del país, para que ninguna potencia imperial venga a recomponer la dominación política. Estamos felices de ser un pueblo libre que no se subordina a ningún imperio. Somos testigos de lo que hace 200 años costó a los libertadores fundar la república.” Reiteró que Venezuela ha sido transparente en sus gastos militares y que el presidente Chávez “ mostró características de los equipos que hemos tenido que adquirir a consecuencia de la amenaza que se instala en América Latina. Reafirmó que la compra de armas por Venezuela, “no es causa, es consecuencia de la presencia y la amenaza que se avecina”.
Otras voces
Alan García, presidente peruano y uno de los escasos incondicionales de Washington en el continente, había enviado una carta pidiendo poner freno a los acuerdos militares en la región, mediante un pacto de “no agresión militar”. El canciller chileno, Mariano Fernández rechazó esos términos, por considerar que hablar de pactos de no agresión militar entre los países de UNASUR, comportaba un lenguaje bélico. “Y me parece, concluyó, que hemos avanzado lo suficiente como para utilizar un lenguaje más de cooperación y asociación”.
Al terminar la reunión, el canciller boliviano, David Choquehuanca dijo que lamentaba la intransigencia de Colombia “que no quiere transparentar el convenio sobre las bases militares” con Estados Unidos.
Los representantes del gobierno ecuatoriano, que tienen la responsabilidad de la presidencia “in témpore” de UNASUR, hicieron visibles esfuerzos por alcanzar un acuerdo que permitiera la firma de los doce países. Incluso, junto con otros cancilleres, Fader Falconí destacó que el organismo está fortalecido y puede discutir los asuntos de la región sin acudir a terceros países, algo que fue aceptado por todos sus miembros. El ministro ecuatoriano dijo que “se puede proseguir el diálogo para lograr el consenso en toda la región”.
¿ Quiénes son los amenazados ?
Lo cierto es que el gobierno de Uribe ha quedado en evidencia al término del debate, al no sumarse al acuerdo colectivo en un punto en el que al menos de palabra dio reiteradas veces garantía de transparencia y pidió que no hubiera recelos: el de las bases cedidas al ejército norteamericano en su territorio.
Los argumentos de sus representantes sobre el “armamentismo” de Venezuela, resultan insostenibles, si se tiene en cuenta que con el argumento de “garantizar el orden interno” ha convertido a Colombia en un gigantesco portaaviones para las operaciones de alcance continental del ejército norteamericano. Y a nadie escapa que ello representa una amenaza latente para países vecinos como Venezuela, Ecuador o Brasil.
Curiosamente las quejas del Departamento de Estado norteamericano y del gobierno de Colombia sobre “armamentismo”, no han incluido a Brasil, que en los últimos meses anunció compras y fabricación propia de armamento militar con tecnología extranjera, incluso la posibilidad de disponer de un submarino nuclear. Es evidente que su táctica es la de centrarse en Venezuela y en sobredimensionar la supuesta amenaza que representa “Hugo Chávez”.
Uribe no quiere terminar como Noriega
Lo cierto es que Uribe sigue adelante con sus planes de subordinar Colombia a los intereses estratégicos de los Estados Unidos, a cambio de garantizar su continuidad presidencial. El presidente colombiano, personalmente, no tiene muchas alternativas. Sabe que sus pasados vínculos con el narcotráfico están documentados en Estados Unidos, así como la implicación personal y de muchos de sus colaboradores ( decenas de diputados, senadores y funcionarios uribistas están procesados por vínculos con narcos y paramilitares ). Uribe tiene presente el final del panameño Noriega, que pasó de presidente a preso común en Estados Unidos. Y que de nada le sirvió haber sido agente de la CIA al servicio del imperio.
Pero si bien Uribe sigue con sus planes, Colombia queda cada vez más aislada, y la situación de su gobierno más comprometida e indefendible ante el resto de los países del continente. Es posible que la batalla diplomática – como afirman algunos cancilleres - no haya terminado todavía. Pero la amenaza a la estabilidad y a la soberanía y seguridad de los países del área, sigue latente. Y corresponde denunciarla, enfrentarla y anularla. Lo contrario es poner en un riesgo mayor el difícil proceso de cambios y transformaciones que intentan los pueblos latinoamericanos.
Redacción de SERPAL. TEMAS DE RECOSUR 1130 – 17/09/2009
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