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Comcosur Mujer
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1) SOBRE PENAS DE MUERTE Y OTRAS YERBAS
Montevideo, URUGUAY 25/04/03 - COMCOSUR MUJER - Se me acaba de romper uno de
los tres vasos que me quedaban de un hermoso conjunto de doce. En realidad
lo rompí yo, quizá producto de la torpeza o de algún lapsus freudiano que me
daría mucha pereza descifrar. Miré los pedazos de vidrio con nostalgia, y
pensé. "bueno, todo tiene un fin", y a otra cosa. Pero sigue un gusto amargo
en mi boca, y me pregunto si será por mi lindo vaso roto o por eso del fin
de las cosas. y de los seres humanos.
Ayer fue noticia de tapa en algún matutino que tres bebés murieron de
desnutrición en este país. Hoy se sumaron dos más a estos muertitos, según
alguna prensa. En realidad tiene razón el colega Lanata cuando dice que hay
que hacer periodismo de investigación en todos los niveles. Periodistas del
Uruguay, hace mucho tiempo vienen muriendo bebés de desnutrición, aquí, sí,
aquí mismo, en este país tan "civilista". El año pasado, sin ir más lejos,
médicos y asistentes sociales del Hospital Pereira Rossell y de varias
policlínicas barriales manifestaron que muchos niños y niñas, adolescentes y
también varias embarazadas habían muerto en un corto período de tiempo por
enfermedades que derivaban de la mala nutrición. En el caso de las
embarazadas, murieron doblemente, pues llevaban dentro de ellas a un ser que
quizá hubiera querido nacer. En otros casos, los cuadros clínicos
presentados se hubieran podido evitar o curar si los organismos de las
víctimas hubieran tenido otras defensas. Esa es la palabra: eran indefensos,
indefensas, condenados a morir quizá desde el vientre materno, o desde que
algunos decretaron que la vida humana no es lo importante en este mundo
bestial, que es prescindible y hasta molesta a los fines de la acumulación
de la riqueza en manos de esos algunos. Esto, ¿no es pena de muerte? En este
país que lo máximo de pena de cárcel que se le puede dar a un dictador por
haber atentado contra la constitución y abierto la puerta para la muerte,
cárcel y exilio de varias decenas de miles de personas, es treinta años, ¿no
existe la pena de muerte? Como dice Rosa Luxemburgo al comienzo de nuestro
boletín, digamos en voz alta lo que pensamos, en voz tan alta que se
convierta en un grito multitudinario. Basta de hipocresía. ¿O alguien puede
afirmar que en nuestro paisito con tanta "tradición democrática" no existe
la pena de muerte? Claro, no está estipulada en nuestros sagrados códigos o
carta magna. Es una. costumbre, algo casi telúrico, es parte de nuestra
uruguayez.
Hace unos meses, en uno de los barrios periféricos de Montevideo donde un
grupo de mujeres realizamos talleres de salud sexual y reproductiva con
jovencitas, tuve la triste noticia de que una niña de 13 años, que había
asistido activamente a nuestros talleres, había quedado embarazada. Hablé
con ella. Una relación no querida, un muchacho ya borrado de su memoria, en
fin, la historia de siempre. Pero había algo más. Su propia madre había
muerto de un aborto mal practicado cuando ella tenía apenas 4 años, y el
miedo a que la historia se repitiera le impedía siquiera tomar en cuenta la
posibilidad de ponerle un fin a ese embarazo no deseado. Hace un mes supe
nuevamente de ella por medio de una de las promotoras de su barrio: a los
seis meses de embarazo finalmente se había decidido a abortar, ya que la
extrema precariedad en que vivía no le permitía ya no pensar en mantener un
hijo, (¿o era una hija?) sino comer ella misma. No lo consultó con nadie.
Fue y lo hizo. Conclusión de esta historia: esa niña ya no podrá tener
hijos, si así lo desea en algún futuro distinto, porque quedó mutilada. Fin
de la historia. Ese ser de 6 meses de gestación que no pudo ver la luz del
mundo externo porque éste sólo le deparaba hambre y marginación, ¿no estaba
condenado a morir de una forma u otra?
Hace ya dos años que estamos asistiendo a la muerte gradual y paulatina de
presos sociales en las cárceles de nuestro país. Se ha manejado todas las
hipótesis: suicidios, vendetas de pandillas rivales, castigo por
alcahueterías. Luego comenzaron a filtrarse noticias que dejaban perpleja a
nuestra sociedad bien pensante: condiciones infrahumanas de reclusión, falta
casi total de alimentación, omisión de asistencia médica. En una palabra:
una política sistemática de aniquilación de los presos. ¿Eso no es pena de
muerte?
Esas madres que se han suicidado en estos dos últimos años, al no poder
resistir la separación de sus hijos, emigrantes económicos recientes, ¿no
han sido realmente ejecutadas? ¿Quién determinó que las familias deban
separarse por falta de pan y futuro en su terruño, y que Uruguay sea
considerado en organismos internacionales como un "país en dispersión"? La
palabra "suicidio", en estos casos, es un eufemismo. Hablemos claro: estas
viejas y viejos nuestros, han sido condenados a la pena capital.
Y finalmente, sólo por hacer este lúgubre racconto corto, la impunidad. El
Punto Final del por nadie respaldado presidente Battle. Sabe muy bien este
señor a quiénes está protegiendo con este decreto. A quienes, con galones
pero también de traje y corbata, de guantes blancos, de gomina y zapatos
bien lustrados, desaparecieron a 124 uruguayos y uruguayas, mataron a varios
centenares más, y torturaron (por aquello de que en la guerra todo está
permitido) con secuelas de por vida a varios miles de ciudadanos. Con el
Punto Final Battle no sólo ha decretado la pena de muerte a estos
desaparecidos, sino que ha avalado el asesinato de cientos de luchadores y
luchadoras sociales en nuestra historia reciente. Entonces yo digo lo que
pienso: el asesino es él.
Yessie Macchi - Comcosur Mujer
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