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MÉXICO
1)¿ESTA NIÑA ESTA PROTEGIDA EN SUS DERECHOS?
Valeria Valencia Salinas/Cimac, Tuxtla Gutiérrez
En Chiapas, México, una niña indígena de 13 años de edad, quien fue madre a
consecuencia de una violación, fue detenida y recluida en el Centro de
Readaptación para Menores Villa Crisol, por haber abandonado en una cuneta a
su hija muerta, informaron ayer jueves fuentes oficiales y grupos civiles.
María Hernández Gómez, quien sólo tiene 13 años de edad, será procesada por
el delito de violación a la Ley de Inhumación y podría ser sentenciada a más
de tres años.
Este hecho ocurrió en la periferia del municipio de San Cristóbal de Las
Casas, lugar donde residen indígenas tzotziles expulsados de la cercana
localidad San Juan Chamula por motivos religiosos y políticos.
Ahí, el pasado martes 13 de mayo comenzó un capítulo más de la pesadilla que
vive María Hernández Gómez, quien, a pocas horas de dar a luz a su hija
muerta y sin saber qué hacer con ella, la dejó abandonada en una cuneta de
agua.
A las pocas horas, los vecinos encontraron a la recién nacida y procedieron
a investigar quién era la madre; al encontrar a María la entregaron a la
Policía Municipal, que, a su vez, la entregó al Ministerio Público de la Sub
Procuraduría Indígena de Chiapas.
Según versiones de esa dependencia, María declaró que su hija es producto de
una violación. Su padre se encuentra en Estados Unidos y su madre murió hace
años, ella llegó a San Cristóbal para trabajar como empleada doméstica y ahí
fue víctima de violación.
Al preguntarle si tenía algún otro familiar ella contestó que no y no quería
que se le avisara a nadie. Posteriormente fue trasladada al Centro de
Readaptación Para Menores Villa Crisol, ubicado en el municipio de
Berriozábal, a media hora de la capital chiapaneca.
El Ministerio Público aseguró que María fue revisada por el
médico legista para conocer su estado físico y cerciorarse si podía ser
trasladada a ese reclusorio.
Fueron pocas las horas que la pequeña de 13 años estuvo en el MP, se levantó
la Averiguación Previa IA01/296/03-05, luego fue llevada sola y sin asesoría
legal al que ahora será su hogar si la condenan.
Este hecho fue dado a conocer mediante el noticiero local de este municipio.
Sin embargo, las instituciones que debieron haber canalizado el caso de
María, como el Instituto de Desarrollo Humano (IDH) de San Cristóbal, se
desentendieron de la situación.
Este medio acudió las oficinas del IDH, donde informaron que el
subprocurador de Atención al Menor y la Familia está de viaje y regresa
hasta junio; la titular tampoco se encontraba y la dependencia no sabía del
caso.
A ocho días de lo ocurrido y a pesar de ser difundido en un medio
radiofónico local, ninguna dependencia gubernamental u organización
defensora de los derechos humanos ha alzado la voz en torno al Caso María.
Fue hasta este miércoles pasado cuando el Comité por una maternidad sin
riesgos emitió una "exhortación a la solidaridad humana para las mujeres" en
la que invitó al gobierno, grupos civiles, medios de comunicación y sociedad
en general a reflexionar sobre el caso.
"Debemos repensar las maneras en que se dio respuesta a la situación vivida
por la menor, quien, en las circunstancias ocurridas, requería de
intervenciones especiales que resguardaran la integridad de su dignidad
humana y atendieran la difícil situación emocional y física de esta niña",
agregó el escrito.
La organización llamó además a reflexionar sobre el origen del caso de
María, los embarazos no deseados "producto de desigualdades, desinformación,
falta de apoyo y de servicios y de la violencia que viven cotidianamente las
mujeres, particularmente las menores y adolescentes".
La experiencia de la adolescente indígena, señala el Comité, es sólo un caso
de muchos semejantes y resultado de la falta de respuesta por parte del
gobierno y de la sociedad para que las mujeres "enfrenten en mejores
condiciones la resolución de sus problemas reproductivos".
Y efectivamente, casos como el de María hay muchos. La abogada Martha
Figueroa del Colectivo Feminista de Mujeres de San Cristóbal dijo que hace
cinco años llevó un caso idéntico al reseñado.
"Alicia", la agraviada, era una menor de 13 años violada que al tener a su
hijo en plena vía pública, desesperada, lo dejó bajo un camión trailer.
Los vecinos la entregaron a la policía y luego fue consignada a la
Procuraduría donde después de un proceso jurídico donde nadie la apoyó, fue
sentenciada por tres años bajo el delito de homicidio.
María podría ser también sentenciada a tres años o más de cárcel, pues el
delito del que se acusa es equiparable al de homicidio y además no alcanza
fianza. ¿Se repetirá la misma historia?
Fuente: Cimacnoticias
URUGUAY
Comcosur Mujer
La maternidad fuera de la pareja unida al embarazo adolescente es una de
las situaciones y comportamientos de mayor riesgo social, que frenan la
acumulación de activos necesarios para una plena incorporación de los
niños/niñas y las madres a la sociedad.
En los sectores socioeconómicos bajos, la adolescencia es vivida diferente
que en los altos. De acuerdo a un reciente estudio, se distinguen
trayectorias de emancipación diferentes. La propia de sectores medios y
altos, se caracteriza por ser extremadamente tardía y con muy baja
fecundidad; mientras que en los sectores más cadenciados se abandonan
tempranamente los estudios y aumenta la tasa de fecundidad.
La trayectoria ideal de emancipación del hogar de origen es: educación,
trabajo, pareja y luego procreación -siempre que ésta sea deseada-. En los
casos de embarazo adolescente es totalmente inversa, se comienza por la
procreación. La situación de ser madre y la crianza de sus hijos las lleva a
afrontar mayores problemas y carencias de todo tipo.
Cuando el embarazo se produce fuera del marco ideal de una pareja, la
probabilidad de que la mujer no logre que el padre de su hijo o hija
reconozca sus responsabilidad paternal y deba asumir las tareas de la
crianza sin contar con ese apoyo es mayor; crece, además, la probabilidad de
que ese niño/a no cuente con el soporte emocional del padre ni con los
vínculos y aportes que éste podría transferirle a través de las relaciones
familiares y de su vinculación social.
Para la mayoría de las madres precoces el embarazo está asociado a la
deserción del sistema educativo, que debilita sus posibilidades de
realización personal, reduce sus oportunidades de empleo y las aísla de un
ámbito importante de socialización como el centro de enseñanza. Todo esto
cercena uno de los activos más importantes que pueden transferir a sus hijos
e hijas: el capital educativo.
La situación de embarazo adolescente pone de manifiesto los casos más
traumáticos, porque cuanto más se adelanta la maternidad, la participación
de la mujer en el mercado de trabajo resulta menor, su trayectoria laboral
durante su vida activa será muy difícil, sus ingresos más bajos, y tendrá
que trabajar más horas -comparativamente con otras mujeres- para obtener los
mismos ingresos.
Se debe tener en cuenta que en el nivel de educación pública, no existe
ninguna materia curricular que apunte a introducir a niñas y adolescentes de
todo lo relativo a su vida sexual, la prevención de embarazos no deseados,
sus derechos como mujeres en tanto sujetas, sus derechos al placer sin
riesgos. Lo poco que se hace al presente está a cargo de ONGs de mujeres y
de grupos de especialistas que realizan, honorariamente, labor comunitaria
sobre el tema. Esto ha provocado que en apenas dos años, se ha incrementado
en el 27% el número de adolescentes sin pareja embarazadas, en el 30%
problemas irreversibles provocados por abortos en condiciones de
insalubridad, y en 7% el número de muertes maternas.
Sigamos algo más con los números:
La mayoría de los niños uruguayos son concebidos y criados por madres que no
terminaron la escuela. La tasa de fecundidad de las mujeres en edad fértil
-con solo primaria- duplica la de las mujeres con educación media y alta.
Hoy el 50% de los niños y niñas uruguayas vive en hogares debajo de la línea
de pobreza.
En los últimos treinta años vemos en Uruguay un crecimiento continuo y
acelerado de madres adolescentes sin pareja. El porcentaje de hijos e hijas
de mujeres menores de 18 años era 11.3% en 1963, y en el 2003 llega al 45%.
De cada mil uruguayas de 13 a 18 años, 125 son madres. Según un estudio
realizado en el hospital Pereira Rossell, el 83% de los embarazos
adolescentes no fueron planificados por los integrantes de la pareja. En
estos 5 meses del 2003, nacieron 7532 niños y niñas cuyas madres son menores
de 18 años, de entre las cuales el 23% son menores de 15 años.
La exclusión social está en la base de esta problemática.
No es falta de información lo que provoca el aumento embarazos en
adolescentes, sino causas más profundas relacionadas con la escala de
valores y la cultura "de la pobreza". En estratos sociales bajos, lo
culturalmente aceptado es que la mujer se embarace y sea madre para lograr
un estatus social destacado. En muchos casos es "el" proyecto de vida de las
mujeres jóvenes, en muchos casos apenas adolescentes. Para los padres de
estos niños y niñas que nacen en estas situaciones, también significa
alcanzar cierto nivel social, aunque generalmente no soporten tal
responsabilidad y abandonen a su pareja, Paradójicamente, en algunos casos,
las madres dejan la crianza de los bebés a sus abuelas o tías. Las
adolescentes cuentan con una mínima pero suficiente información sobre
métodos para evitar la concepción y en muchos casos pueden adquirir
gratuitamente en las dependencias de Salud Pública el anticonceptivo más
común: el preservativo. Pero no los usan en forma eficaz o en el momento de
la relación sexual no saben "negociar" desde una posición fuerte, el uso de
los mismos con su pareja del momento. Pero el problema principal es la más
dura estructuración de la marginación (social, económica, cultural,
educativa) que destruye la persona humana. Esta exclusión social no se
recupera principalmente con métodos de anticonceptivos (como muchos piensan)
sino brindándoles instancias formativas y socioeconómicas adecuadas para
transitar la secuencia emancipatoria que su dignidad humana exige. Con
pesadumbre hemos de reconocer que el embarazo adolescente y los abortos
adolescentes son otros productos Made in Uruguay, que están en aumento y que
contribuyen a perpetuar el círculo de reproducción intergeneracional de la
pobreza y de las condiciones de vulnerabilidad.
BOLETIN ESPECIAL: MUERTE MATERNA
Comcosur Mujer
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de todas las estadísticas
que monitorea las de mortalidad materna arrojan las diferencias más
profundas entre países desarrollados y países pobres, constituyendo la
mayor muestra de inequidad en salud que enfrentan las mujeres, pese a que ha
aumentado el conocimiento sobre sus causas y se han identificado las
intervenciones apropiadas para combatirlas.
Las probabilidades de que una mujer muera por causas relativas al embarazo,
parto o aborto inseguro a lo largo de su vida son: 1 en 15 en Africa; 1 en
105 en Asia; 1 en 50 en América Latina y el Caribe; 1 en 1895 en Europa, y 1
en 3750 en América del Norte.
En la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, las complicaciones
del embarazo y parto son causa principal de defunción y discapacidad para
mujeres de 15 a 49 años de edad. Solo en esta región, mueren anualmente más
de 25.000 por hemorragias, infecciones, eclampsia, parto obstruido y
consecuencias del aborto inseguro.
La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe lanzó su primer
llamado a la acción en 1998, iniciando así una histórica campaña de
prevención de la morbimortalidad materna. En el curso de los años, las
prioridades fueron cambiando, pero las cifras crecientes de mortalidad
materna la han decidido retomar aquel tema en 2003.
La morbimortalidad materna se explica por la menor valoración social de las
mujeres y su escaso poder para tomar decisiones sobre su sexualidad y
reproducción. También por su acceso desigual al empleo, educación y
recursos, por su condición de pobreza, su estado físico debilitado por
reiterados embarazos y mala nutrición, deficientes condiciones de higiene y
salubridad en su entorno directo, etc., todo lo cual habla de una extrema
desventaja social.
El Fondo de Población de Naciones Unidas calcula que proporcionar atención
materno-infantil estándar solo costaría tres dólares por persona al año, y
reduciría la mortalidad materna en países de bajos ingresos.
Los gobiernos y organismos internacionales suscribieron diversos
compromisos, entre ellos el Programa de Acción de la Conferencia sobre
Población y Desarrollo (El Cairo, 1994), que establece que "la salud
reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual
satisfactoria y sin riesgos de procrear" y "lleva implícito el derecho a
recibir servicios adecuados de atención de la salud"; la Plataforma de
Acción de la Conferencia Mundial de la Mujer (Pekín, 1995) que reitera la
necesidad de mejorar "el acceso a servicios adecuados de atención de la
salud, incluidos los métodos de planificación de la familia eficaces y sin
riesgos y la atención obstétrica de emergencia".
Los Ministerios de Salud de la región han adoptado resoluciones y planes de
acción de la Organización Panamericana de la Salud, que incluyen
recomendaciones referidas a incorporar la perspectiva de género a la
promoción sanitaria; vigilar el efecto de las políticas sanitarias y los
procesos de reforma sobre la equidad de género en salud; elaborar y aplicar
modelos que aborden las inequidades de género en forma integrada, etc.
Pero como los hospitales y centros de salud públicos -donde las mujeres son
las principales usuarias- han sufrido un deterioro lastimoso con la
aplicación de las reformas de salud liberales y las políticas focales
dictadas por el Banco Mundial para toda Latinoamérica y el Caribe, es
necesario presionar por políticas públicas que, a partir de reconocer que
todo embarazo conlleva riesgos, aseguren atención calificada del parto,
mejora de la cobertura y calidad de la atención, educación a las mujeres,
sus familias y comunidades sobre el cuidado de la salud materna,
intervenciones eficaces en función de costos a nivel de atención primaria,
centros obstétricos de emergencia en servicio las 24 horas para dar
tratamiento inmediato al embarazo con problemas. También ejercer un control
social sobre el sistema de salud, para monotirear y exigir una atención
integral de la salud reproductiva.
La Red de Salud de las mujeres latinoamericanas y del Caribe advierte que
"el emponderamiento de las mujeres como ciudadanas defensoras de sus
derechos, empezando por el ejercicio de la soberanía sobre sus cuerpos,
sexualidad y reproducción, es un elemento clave para reducir la mortalidad
materna por causas evitables, como sucede en la mayoría de los casos".
Fuente: Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe
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