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URUGUAY

1) SE APROBÓ NORMATIVA DE PROTECCIÓN ANTE ABORTOS PROVOCADOS


El Ministerio de Salud Pública aprobó la normativa titulada “Medidas de Protección Materna frente al aborto provocado en condiciones de riesgo”, que fuera elaborada hace más de dos años por la Sociedad de Ginecotocología del Uruguay, la Facultad de Medicina y el Sindicato Médico del Uruguay. Fuentes del MSP afirmaron que esta es una decisión muy importante de la cartera, pero reconocieron que “sin duda esto también nos va a traer problemas con muchas organizaciones religiosas y sociales”. Por su parte el SMU a través de un comunicado expresó su “satisfacción” por la aprobación de la normativa, que “contribuirá en lo inmediato a salvar muchas vidas de mujeres uruguayas que hoy fallecen a causa de prácticas abortivas realizadas en condiciones de marginación social y riesgo sanitario extremo. También representa un importante paso de avance en materia de derechos sexuales y reproductivos y allana el camino para futuras elaboraciones legislativas en dicha área”.

Objetivos de la normativa

El proyecto tuvo su origen en las consideraciones que realizaron los especialistas respecto al problema emergente de la mortalidad por aborto provocado en condiciones de riesgo. La estrategia que orientó esta normativa es la de reducción de riesgos y daños dentro del marco legal vigente. Por lo tanto el fundamento de la propuesta es el de incluir en el marco del sistema sanitario a aquellas usuarias que tienen mayor riesgo de, al ser excluidas, sufrir complicaciones graves y la muerte.

Como objetivos generales se planteó la generación de una instancia médica y sicosocial de diagnóstico, asesoramiento y apoyo a las usuarias del sistema de salud, para que éstas cuenten con toda la información, para la toma de decisiones responsables, siempre tendiendo a la disminución de la incidencia de los abortos provocados. En los casos en que la usuaria tome la decisión de realizarse un aborto provocado, se prevé el desarrollo de medidas que posibiliten un seguimiento y que procuren disminuir las complicaciones inmediatas, que son el preámbulo de complicaciones mayores y de la muerte materna.

El proyecto de los médicos explicitó que “el aborto provocado no será promovido como método anticonceptivo. En este sentido, se deberá informar de los riesgos médicos y también legales existentes dada la condición actual de ilegalidad que la realización del aborto provocado tiene en nuestro país”. El aborto provocado es hoy la principal causa de muerte materna en nuestro país. En este sentido el aborto, como práctica ilegal, no podrá ser abordado por el médico, ni por el equipo de salud, ni por el sistema sanitario. Pero, este hecho ilegal tiene un antes (desde la consideración de la posibilidad de recurrir a su práctica a la concreción del hecho) y un después (desde la realización del aborto provocado hasta la rehabilitación completa de la mujer en los aspectos bio-sico-sociales). En tal sentido se estipulan dos tipos de consultas médicas acerca del tema: una preaborto y otra posaborto.
Antes de...

El objetivo de la consulta preaborto es la preservación y control del embarazo. Así como la información, prevención y asesoramiento de riesgo y daño del aborto. Además de analizar las causas que promueven a la usuaria a plantearse esa decisión. En esta instancia es cuando el médico y el equipo de salud deberán acentuar las tareas tendientes a disminuir la incidencia del aborto, intentando a través de la información que la paciente desestime la opción.

Sin embargo, siempre se respetará la decisión informada por la mujer. Por lo que en caso de que el ginecólogo en el marco del equipo de salud, perciba la posibilidad de que la usuaria no modifique su posición inicial de interrumpir su embarazo, le informará y dispondrá los cuidados de protección preaborto que incluye la administración preventiva de antibióticos desde las 24 horas antes del supuesto momento en el cual la paciente podría decidir hacerse la intervención. La antibioticoterapia se prolongará hasta pasado el periodo crítico de los 10 días pos- aborto.
Después de...

Si la consulta se realiza pos- aborto dará inicio a un seguimiento de la paciente, que incluirá la detección y profilaxis de complicaciones inmediatas en particular la infección y la hemorragia. Se debe desarrollar como mínimo hasta los 3 meses y se incluirá el aspecto sicológico como parte sustancial del mismo. Todo esto busca prevención y promoción de salud ­en el contexto de planes de maternidad y paternidad elegidas, sexualidad libre y responsable­ en la paciente usuaria y en la comunidad que la rodea, haciendo revertir un hecho negativo y pasible de graves complicaciones hacia un hecho positivo para la salud de la usuaria y la comunidad. Asimismo la normativa establece el registro y estudio epidemiológico de las causas que motivan la realización del aborto provocado.

 




2) CONSECUENCIAS POSITIVAS DEL DEBATE SOBRE LA DESPENALIZACION DEL ABORTO

En un hecho sin precedentes en la región, el gobierno uruguayo dictó una
resolución que obliga a los médicos del sector público y privado a brindar
asesoramiento a las mujeres que decidan interrumpir su embarazo, a pesar de que
el aborto allí es ilegal. La decisión apunta a disminuir el número de muertes
por abortos clandestinos, principal causa de mortalidad materna en Uruguay. “El aborto es un hecho
ilícito. La idea es actuar en el antes y el después, en el marco de una política de prevención de daño”, explicó Leonel Briozzo, uno de los autores del manual con las medidas a seguir elaborado en conjunto por la Sociedad de Ginecotocología, el Sindicato Médico y la Facultad de Medicina de Uruguay. “Estamos esperando el contraataque de la Iglesia”, se sinceró el director general de Salud, Diego Estol..
La guía de atención surgió como una inquietud de los propios médicos de la principal maternidad del país, la del Hospital Pereira Rossell, de Montevideo, que advirtieron a partir de 2001 un salto abrupto en el porcentaje de muertes maternas producidas por infecciones causadas por abortos ilegales. Allí se atienden las mujeres más pobres. Mientras a nivel nacional, un tercio de las muertes maternas se debía a abortos inseguros, en el Pereira Rossell pasaron a ser casi el 50 por ciento. “Por un aumento en la presión policial hacia las clínicas que hacían abortos clandestinos, se cerraron varias y más mujeres se empezaron a morir por recurrir a métodos más precarios”, declaró Margarita Percovich, diputada del Encuentro Progresista Frente Amplio. Con esta preocupación, la Sociedad de Ginecotocología, el Sindicato Médico y la Facultad de Medicina de Uruguay redactaron el manual, denominado Asesoramiento para una maternidad segura. Medidas de Protección Materna frente al aborto provocado en condiciones de riesgo. En realidad, desde 2002 reclamaban su aprobación por parte del Ministerio de Salud. Y ante la falta de una respuesta oficial resolvieron implementarlas bajo su propia responsabilidad en el Pereira Rossell. Ahora, deberán ser acatadas tanto en el sector público como en el privado de todo Uruguay.
“La idea es generar un ambiente de confianza entre el médico y la mujer que decide interrumpir un embarazo para que pueda evacuar sus dudas y sepa las consecuencias y los riesgos del procedimiento. E indicarle que una vez que se lo haga, al primer sangrado se presente en el hospital. Eso no implicará que sea denunciada ni comprometerá al médico”, explicó Estol, director general de Salud de Uruguay. En Uruguay el aborto es ilegal desde 1938. La legislación lo prohíbe y penaliza, salvo en cuatro casos: para salvar el honor (aunque no se detalla en qué situaciones); frente a una violación; para salvar la vida de la madre y frente a situaciones de indigencia total. En la práctica, se considera un procedimiento médico clandestino, ya que por falta de voluntad política nunca se conformó una junta nacional, dentro del ámbito de la salud pública, que debe evaluar cada caso y autorizarlo.
El intento reciente de despenalizar el aborto mediante el proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que no se aprobó en la cámara de senadores, ha demostrado, sin embargo, la gran cantidad de gente que apoyaba este proyecto, que de plesbicitarse, hubiera triunfado. Este factor seguramente determinó esta resolución del MSP, así como de blanquear “un tema
sanitario que afecta a los sectores más pobres”, dijo Estol. “No hay ningún uruguayo que no haya tenido una vinculación con el aborto directa o indirectamente a través de una amiga o hermana. Es una cuestión de ser más lógicos y más prácticos”, agregó al explicar los fundamentos de la flamante resolución.
Avance

Leonel Briozzo es uno de los autores de las normas y, además, las viene
aplicando desde 2002 en el Hospital Pereira Rossell. Así explicó la experiencia: “Partimos de la concepción de que el aborto es un hecho
ilícito. Buscamos actuar en el antes y el después en el marco de una política de prevención de daño. Hay distintos escenarios. Si la mujer viene convencida de interrumpir el embarazo o si no está resuelta. En este último caso, le planteamos otras alternativas como la adopción y la existencia de ayudas sociales que, la verdad, son muy pocos”, indicó. “Les damos una semana para que lo piensen y reflexionen. Después, si tienen la decisión firme, les advertimos sobre las consecuencias y los riesgos de recurrir a métodos precarios como la introducción de un tallo de perejil o de una aguja de tejer. No indicamos un método de aborto en particular ni un lugar adónde ir, pero sí les informamos cómo actúa el misoprostol”.
El misoprostol es el nombre genérico de un medicamento para tratar úlcera que
provoca hemorragias y puede causar la interrupción del embarazo. Inicia el
proceso que debe terminarse en un hospital. El manual uruguayo no establece que los obstetras y ginecólogos
deben indicar el misoprostol. Es una decisión de los médicos del Pereira Rossell hacerlo. Según precisó Briozzo, de cada diez pacientes que dudan con respecto a qué decisión tomar, 5 continúan con el embarazo y otras 5 concretan el aborto. “La experiencia nos demuestra que cuando uno corre el velo del terror del embarazo no deseado y habla del tema francamente, disminuye el porcentaje de abortos”, señaló.
“Estamos muy satisfechos de que estas normas se pongan en funcionamiento para
todo el país”, aclaró. “Es un gran avance. Estamos contentísimas”, dijo la diputada Margarita Percovich, del Encuentro Progresista
Frente Amplio y una de las impulsoras del proyecto de despenalización del aborto. “Es un paso muy importante porque establece las bases de cómo el sector sanitario debe abordar estos casos. Como es ilegal el aborto, los médicos se desentendían del problema”, observó Liliana Abracinskas, de Mujer y Salud en Uruguay, quien trabajó junto a los médicos en la elaboración del manual. Abracinskas detalló que uno de los aspectos que revisaron fue cómo deben transmitir los médicos la noticia de un test positivo de embarazo. “Históricamente -dijo- el médico felicitaba a la paciente y así se cortaba la posibilidad de que ella dijera que no era deseado y de que se hablara sobre los riesgos del aborto.”


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3) "MUJERES"


Así se titula la obra teatral del uruguayo Luis Masci, que desde ya unos días está en cartelera con la magnífica dirección de Nelly Goitiño y un excelente elenco. El domingo 15 la obra fue presentada con un panel de mujeres y hombres que a posteriori de la misma, abrieron el debate con sus opiniones y los y las de las asistentes.
El fondo de este drama es mostrar cómo desde los comienzos de los tiempos (se toma como referente el sitio de Troya) hasta el presente las guerras las hacen los hombres y las sufren las mujeres. De modo que junto a testimonios recogidos por poetas griegos como Homero, Esquilo y Eurípides, se ensamblan testimonios y hechos ocurridos con las mujeres uruguayas presas durante la reciente dictadura militar.

No deja de ser complicado este paralelismo. En primer lugar, lo que sabemos de la guerra de Troya es lo que nos cuentan los poetas épicos de la época en forma oral, lo que puede dar lugar a que se haya creado un mito con respecto a la misma. En segundo lugar, y esto es lo que más nos importa, toda la población civil sufre y muere con las guerras, independientemente de su género, edad, condición social. Es cierto que las mujeres son las víctimas fundamentales dado que su violación y esclavización por las tropas enemigas es una estrategia de guerra, apuntando a la desmoralización del otro bando en litigio. Actualmente lo hacen los invasores imperialistas y aliados en distintos países invadidos y/o neutralizados, y lo hacen las propias tropas de "paz" de la ONU.

Pero también las mujeres luchan en las guerras. No hablamos de estos tristes ejemplos de nuestro género, las soldados de Estados Unidos que alegremente torturaron y humillaron sexualmente a los prisioneros irakíes. No, hablamos de esas mujeres que militan activamente por la libertad de sus pueblos, sean suicidas palestinas, sean proveedoras de armamento en Irak, sean zapatistas, guerrilleras de las FARC, piqueteras, cobertura de hombres militantes en tantos otros frentes de lucha, sean las Sin Tierra del Brasil, Bolivia y Paraguay o las indígenas organizadas de nuestro continente.

Hay una tendencia en la obra de Masci a mostrar a la mujer siempre como víctima de situaciones armadas. Hay que recordar tantos actos de heroísmo, casi siempre anónimos, donde la mujer es una leona, protegiendo no sólo a su familia sino a su comunidad, a su pueblo. Ahí está el reto de todos y todas las intelectuales que quieran retratar el papel de la mujer en las guerras y en general, en la lucha.
Creemos que esto no está totalmente logrado en la obra de Masci. Es cierto que simbólicamente estas mujeres son portadoras de la memoria, (basta recordar el tejido como imágen de una trama sin fin), pero hay una redundancia de situaciones de victimización de las mismas que tiende a desvalorizarlas.

También es cierto que al fin y al cabo, todas las presas por razones políticas son víctimas de una represión casi animal, hayan sido ellas militantes o no. Nunca se puede comparar la lucha de un movimiento revolucionario o patriótico, según sea el caso, con la represión de un grupo de mercenarios, brazo armado de los oligarcas de turno y del imperio. Si creemos eso, estamos cayendo en esa barbaridad que tantas veces hemos oído, "son las reglas del juego". Aquí no hay un juego, hay mujeres mal armadas o no armadas en absoluto, que han combatido con ideas y hechos a los opresores de siempre en el Uruguay, que han optado por esta lucha por una sociedad libre, justa e igualitaria, y están los otros. y las otras: los torturadores y asesinos. ¿Acaso se puede comparar la violencia de los y las luchadoras por la libertad con la violencia de los que detentan el poder para su beneficio? Ese es el lavado de cerebro que nos quieren hacer: que creamos que ambos bandos son iguales. Pero no creo que la forma de combatir esta falacia es mostrando a las mujeres como víctimas absolutas, pasivas frente al represor, si acaso cantando alguna canción de Serrat, con la poesía de Miguel Hernández, el pastor rebelde.



De modo que opino que aún las mujeres luchadoras, aún las que optaron por la lucha armada, aún las que mataron en combate o por juicios populares realizados a enemigos del pueblo, al ser apresadas (cuando no muertas o desaparecidas) pasaron a ser víctimas de la guerra sucia, el horror nunca suficientemente descrito. Lo que también creo es que en el caso de las mujeres presas en Uruguay, éstas, en medio de ese sufrimiento y tragedia, tuvieron los ovarios y la dignidad de luchar, en la peor correlación de fuerza, para que no las destruyeran psíquica ni ideológicamente. El Penal de Punta de Rieles así como numerosos cuarteles fueron copados y derrotados por un colectivo de corajudas y convencidas, mucho antes que la amnistía las liberara.

Víctimas sí. Luchadoras también. Nunca inocentes. La inocencia es como el pecado original, no existe.

Yessie Macchi




4) AGENDA - UNA PROPUESTA POLITICA DE LAS MUJERES

A - CIUDADANIA, PARTICIPACION Y REPRESENTACION POLITICA

El empoderamiento de las mujeres y su plena participación en condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluyendo su participación en el proceso de toma de decisiones y el acceso al poder, son fundamentales para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz ". (IV Conferencia Mundial de la Mujer/ Beijing 1995)

Construir, sostener y profundizar la democracia constituye una tarea central de nuestra sociedad. Para ello se hace imprescindible superar las enormes desigualdades económicas, sociales, políticas, étnicas, culturales y de género existentes. Estas desigualdades discriminan y excluyen a amplios sectores de la población, obstaculizando el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos.

Es preciso que las mujeres sean reconocidas como sujetos políticos y puedan ejercer plenamente y con autonomía sus derechos como ciudadanas. Por lo tanto, el ejercicio de la ciudadanía, que favorezca la equidad, la participación y representación política son aspectos centrales en la concepción y en la construcción de una sociedad democrática.

La ciudadanía se concibe como una práctica constante de afirmación, reconocimiento y ejercicio de los derechos en todos los niveles de la sociedad. Implica el "derecho a tener derechos" (Arendt, H.), a ejercerlos y a definir los temas y los actores que participan del debate público. Debe ser activa y requiere de la participación permanente de las personas y colectivos para incidir y decidir tanto en la esfera privada como en la pública.

A pesar que existe la participación activa de las mujeres en diferentes ámbitos, no siempre ésta implica ocupar espacios de toma de decisiones. En muchas ocasiones los mecanismos burocráticos del Estado y la falta de voluntad política impiden una efectiva participación democrática de la ciudadanía en general y de las mujeres en particular.
Ocupar el espacio público en todos sus niveles y dimensiones, efectuar propuestas y colocarlas en el debate, participar en las decisiones y controlar la función pública, son condiciones imprescindibles para el reconocimiento de las mujeres como actoras políticas autónomas con capacidad de ejercer y construir derechos.



Participación y representación política "Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país, y en particular, garantizarán a las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a: ser elegibles para todos los organismos cuyos miembros sean objeto de elecciones públicas, ocupar cargos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales." (Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer / CEDAW, 1979) En Uruguay los niveles de participación política de la mujer en cargos de decisión en organismos de gobierno y partidos políticos son llamativamente bajos si se los compara con el alto grado de participación en la vida económica, en el trabajo y con su generalizado acceso a la educación.

En veinte años, desde la recuperación de la democracia, no ha existido voluntad política para la modificación de esta inequidad, siendo el bajo número de mujeres en cargos de representación y decisión un indicador de la naturaleza excluyente del sistema político, lo que constituye un "déficit democrático".
La participación femenina en el Poder Ejecutivo es casi inexistente. Nunca en nuestro país, una mujer ha ocupado ningún cargo electivo (Presidente de la República, Vicepresidente o Intendente Departamental). Las mujeres que han ocupado cargos ejecutivos designados, han sido excepción (a razón de una Ministra por período administrativo). En el actual gobierno (2000-2005) ninguna mujer ocupa una cartera ministerial, ni tampoco las subsecretarías de dichos ministerios, lo que representa un retroceso respecto a períodos anteriores.

Se suma a esto, que también los cargos designados en la órbita del Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Direcciones de Organismos Autónomos, Entes Autónomos y Servicios Descentralizados, son ocupados mayoritariamente por varones. La subrepresentación de las mujeres constituye una "anomalía" específica del sistema político uruguayo que reclama su más urgente modificación.
En las elecciones de 1999 un total de 15 mujeres ingresaron al parlamento, representando sólo un 11,5% del total de parlamentarios. Según la Clasificación Mundial de Mujeres en Parlamentos Nacionales de la Unión Interparlamentaria (UIP), este porcentaje ubica al país en el lugar 66 en un ranking de 181 países.

En las Juntas Locales de Montevideo, en las elecciones del 2001, se registró un 40% de mujeres y en los Concejos Vecinales, un 43%, estas cifras disminuyen a 15% en los cargos legislativos departamentales. Esto da cuenta que los cargos a los cuales tienen acceso las mujeres, son los de menos poder y reconocimiento social, lo que se agudiza para las mujeres jóvenes.

A nivel de las direcciones partidarias la participación femenina sigue siendo minoritaria, y en la mayoría de los casos ha retrocedido con respecto al período anterior. En el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, no se registra la presencia de ninguna titular mujer del total de 15 miembros; en el Directorio del Partido Nacional de un total de 15 miembros, solo 1 es mujer; en la Dirección Nacional del Nuevo Espacio de 15 miembros, 2 son mujeres; en el Frente Amplio/ Encuentro Progresista, su mesa Política está compuesta por 28 miembros, de los cuales 4 son mujeres.



Estos datos son la evidencia de que la democracia está en deuda con las mujeres. La institucionalidad política uruguaya está retrasada en cuanto a reconocer y superar las trabas para el logro de una representación igualitaria en los cargos de decisión política.
Es necesario establecer criterios de acción positiva para convertir la igualdad formal en igualdad real.
El procedimiento para la confección de listas, así como la competitividad y fraccionamiento de éstas dentro de los lemas partidarios, producen un bloqueo para la postulación de mujeres en lugares "elegibles". Para la efectiva aplicación de propuestas que permitan el acceso de las mujeres a los cargos de representación se deberá tomar en cuenta las complejas especificidades del sistema político institucional uruguayo.

PROPUESTAS

Designar igual cantidad de hombres y mujeres en los cargos del Poder Ejecutivo.

Legislar e implementar medidas que garanticen una representación equitativa en los cargos electivos a nivel nacional, departamental y local.

Impulsar la implementación de una Ley de Partidos Políticos que contemple la paridad de representación en sus órganos ejecutivos.
Adecuar las normas de funcionamiento partidarias a las necesidades consensuadas de hombres y mujeres.

Participación política a nivel local

Las mujeres participan activamente en los espacios locales, desempeñando tareas de muy variada naturaleza. Habitualmente, esta participación es una práctica silenciosa que tiene escaso reconocimiento social y político. En períodos de crisis, la presencia femenina en el territorio se hace más visible porque son las mujeres las que sostienen la organización de albergues, merenderos y comedores populares. Sin embargo, esta mayor visibilidad social, rara vez redunda en cargos de representación, ni en su proyección política.
Procesos semejantes se observan en las instituciones públicas que convocan a las mujeres a participar a nivel local en la detección de problemas y en la implementación de acciones programáticas por las que no reciben retribución económica ni mayor reconocimiento social.

El aumento de la participación de las mujeres a nivel local, tanto en lo rural como en lo urbano, no necesariamente implica un desarrollo de sus derechos ciudadanos ya que no se acompaña de la incorporación de la perspectiva de género en las políticas públicas ni en una transformación en la distribución del poder entre hombres y mujeres. La calificación de la participación femenina a nivel local no sólo tiene que ver con la cantidad, sino con la calidad de la participación.
La construcción de una sociedad democrática requiere de relaciones simétricas entre Estado y Sociedad Civil. Estas deben habilitar el ejercicio de una ciudadanía activa que posibilite acciones individuales y colectivas de control ciudadano, a través del cual se fiscalicen las políticas, programas y medidas que afectan a los sujetos en sus derechos.



Esta ampliación de derechos supone espacios institucionales abiertos a la participación y al diálogo.
En este sentido, los procesos de desconcentración administrativa y descentralización política pueden ser herramientas útiles para profundizar la democracia, siempre y cuando reconozcan la capacidad y el protagonismo de los actores locales en la promoción y gestión de sus demandas y el derecho de éstos a ejercer el control sobre las políticas públicas. No toda descentralización garantiza siempre la participación.

En el caso particular del Departamento de Montevideo la instauración y el desarrollo del proceso de descentralización, así como la formulación del "Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos" de la IMM, han significado avances importantes en el proceso de legitimar, a nivel departamental, la búsqueda de equidad entre hombres y mujeres. A través de él se pretende transversalizar la perspectiva de género al conjunto de la acción municipal y se propone - utilizando y ampliando los canales del proceso de descentralización- promover la participación de las mujeres.

La no existencia de procesos de descentralización y/o planes similares en otros departamentos del país, genera un impedimento en las posibilidades de avanzar en términos de equidad en las condiciones de vida de las mujeres.

RECOMENDACIÓN

En todo proceso de descentralización deben estar garantizadas las instancias de articulación entre poder local y organismos administrativos para que todas las personas y, en especial las mujeres, puedan participar en igualdad de condiciones en el diseño, evaluación y control de las políticas.

PROPUESTAS

1. Optimizar y universalizar los procesos de descentralización municipal a nivel nacional, que garanticen la participación equitativa de hombres y mujeres.

2. Fomentar e implementar Planes de Igualdad de Oportunidades a escala nacional y departamental tomando en cuenta las particularidades de cada departamento.

3. Evaluar periódicamente la implementación del Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos de la IMM y perfeccionar los instrumentos de la descentralización ya puestos en práctica, de tal manera que garanticen el protagonismo y la autonomía de las mujeres.

B - POBREZA Y EXCLUSION SOCIAL

"El derecho al desarrollo es un derecho universal e inalienable que es parte integrante de los derechos humanos fundamentales y la persona es el sujeto central del mismo. Este derecho debe ejercerse de manera que se satisfagan equitativamente las necesidades ambientales, de desarrollo y demográficas de las generaciones presentes y futuras. " (Conferencia de Población y Desarrollo / Cairo, 1994)

Uruguay ha sido considerado tradicionalmente un país excepcional en la región y el continente en lo que respecta a los indicadores de pobreza. Sin embargo, en los últimos años los acelerados procesos de exclusión y marginación social han conformado una nueva realidad nacional que coloca en la agenda política y social del país la necesidad de aplicar políticas de integración para la superación de las desigualdades.

"La incidencia de la pobreza extrema en 2003 ha crecido respecto de 1999, este efecto se ha observado en el total del país urbano y también en cada área. Los hogares indigentes se caracterizan por estar compuestos por muchas personas, gran parte de éstas menores y por pocos perceptores de ingresos. Mientras un hogar promedio está compuesto por tres personas, de las cuales una es un niño o adolescente, los hogares indigentes están compuestos por más de cinco personas, de las cuales tres son menores de 18 años y de éstas dos son menores de 14".

La pobreza excede las carencias materiales y/o de recursos económicos. Su análisis debe incluir la exclusión y vulnerabilidad social que se registran en las distintas esferas de la vida de las personas: en lo social, económico, político y cultural, en lo subjetivo y en lo simbólico; determinando una pérdida del bienestar general y la restricción de los derechos ciudadanos.

El empobrecimiento y la agudización de la exclusión social, afecta cada vez más a amplios sectores de la población, sobre todo a mujeres, jóvenes y niños/as. "La pobreza afecta proporcionalmente a más niños que adultos. Este efecto se agudiza cuanto menor es el grupo de edades considerado. En 2003, casi el 31 % de las personas del país son pobres y promedian: el 57% de menos de 6 años, el 50% entre 6 y 12, el 43% entre 13 y 17, el 28% de adultos y el 10% de personas en la tercera edad."

El deterioro que se constata hoy tiene, sin embargo, varias décadas de gestación. Algunas de las razones que llevaron al incremento de la pobreza en nuestro país son: el fracaso de los modelos de desarrollo implementados, la defensa de una determinada forma de crecimiento económico; el desmantelamiento del sistema productivo y la centralidad del sistema financiero; las exigencias producidas por el endeudamiento externo; la retracción y debilitamiento del Estado en funciones que garantizan la justicia social y la equidad. En los últimos años, la crisis se profundizó y la población manifiesta una sensación de irreversibilidad y de desánimo que dificulta la visualización de cambios a corto plazo. El país sigue expulsando ciudadanos al exterior, en su mayoría jóvenes, con un alto nivel socioeducativo y buena calificación laboral.
"El perfil del indigente en el Uruguay es un hogar con seis o siete integrantes, fundamentalmente con mujeres jefas de hogar que no han alcanzado más que el nivel primario, que tienen 2 o 3 niños a su cargo y, generalmente, con problemas laborales, porque están en situación de precariedad laboral o no están trabajando. (...)

Según datos del 2002, en el Uruguay, una de cada dos mujeres jefas de hogar en las edades activas, con niños de 0 a 5 años, son pobres. Indudablemente, la pobreza está más concentrada en los hogares con mujeres jefas con hijos. A los fenómenos de infantilización de la pobreza y del surgimiento de la indigencia debemos agregar el de la feminización de la pobreza, que tiene dos elementos asociados: las madres jefas de hogar con hijos y las madres adolescentes."

Es innegable que hombres y mujeres, adultos y niños/as viven la pobreza y los procesos de exclusión social de manera diferencial. La falta de autonomía económica de las mujeres da cuenta de la existencia de personas pobres al interior de hogares no pobres. La imposibilidad de acceder a ingresos propios y las relaciones de poder inequitativas han ido en detrimento de la igualdad y la autonomía de las mujeres contribuyendo a la brecha de género al interior de la pobreza. La incorporación de la perspectiva de género enriquece cualquier análisis sobre estos procesos de empobrecimiento. Ubicar a las mujeres como las principales responsables de la reproducción biológica y social, constituye una de las formas de exclusión política, económica y social frecuente. Esto restringe las oportunidades laborales, la participación política, el desarrollo y la construcción de diversos proyectos de vida.

Situaciones que se agudizan cuando se suman otras formas de discriminación por edad, etnia, raza, orientación sexual y localización geográfica. En el caso de niños/as, adolescentes y jóvenes, se constata un incremento en la falta de identificación civil que, además de restringirles el acceso a servicios y políticas, constituye un atentado al derecho a la identidad.
Por otro lado, la inclusión de indicadores de género para la medición de la pobreza permitirá la mejor definición de políticas sociales que respondan a la complejidad del fenómeno, superando las actuales acciones asistencialistas y focalizadas.

RECOMENDACIONES

Se debe definir e implementar un modelo de desarrollo inclusivo y equitativo que de cuenta de la heterogeneidad estructural del país.

Para superar la situaciones de empobrecimiento y exclusión de cada vez más amplios sectores de la población, especialmente de mujeres y niños/as, deben garantizarse e implementarse medidas y programas que aseguren una redistribución equitativa de la riqueza.
La formulación de las políticas sociales debe trascender acciones asistencialistas y focalizadas y garantizar programas integrales que respondan a las necesidades específicas de los sectores excluidos para que alcancen igualdad de condiciones para su reinserción social.

PROPUESTAS

1. Formular políticas sociales con enfoque de género que promuevan soluciones integrales a los procesos de exclusión y pobreza. Estas políticas deben tener en cuenta las diferentes manifestaciones de la pobreza y atender tanto las carencias materiales como los aspectos subjetivos de las mujeres fomentando su autonomía en los ámbitos sociales y domésticos y en los sociales y económicos.

2. Desarrollar políticas activas de generación de ingresos hacia las mujeres desde lo local, especialmente dirigidas a hogares con niños/as en situación de pobreza, articuladas territorialmente con el conjunto de las políticas sociales de salud, educación, cuidado infantil y prevención de violencia doméstica y sexual.

3. Garantizar que las políticas públicas de emergencia social tengan proyección en las posibilidades futuras de inserción laboral y social de las mujeres.

4. Definir indicadores con perspectiva de género que permitan evaluar las intervenciones y redefinir políticas más adecuadas a corto, mediano y largo plazo.



C - TRABAJO

"Promover la independencia y los derechos económicos de las mujeres, incluyendo el acceso al empleo, a condiciones de trabajo apropiadas y al control de los recursos económicos" (IV Conferencia sobre la Mujer de Naciones Unidas, Beijing 1995)

En Uruguay las mujeres continúan ingresando sostenidamente en el mercado laboral, aún en los peores períodos de crisis económica. No obstante, las tasas de desempleo, el acceso y las formas de inserción, reflejan notorias diferencias entre hombres y mujeres, demostrando que las características estructurales del mercado se mantienen.

La división sexual del trabajo sobre la cual se organiza nuestra sociedad, constituye el origen de una serie de desigualdades que afecta la vida de las mujeres, condiciona su inserción en el mercado de trabajo y compromete su desarrollo y condiciones de vida.

El recorte de las políticas sociales ha significado un aumento de las responsabilidades de las mujeres en el cuidado y atención de los hijos y las familias, produciéndose una sobrecarga de las tareas domésticas con el consiguiente desgaste físico y emocional que representa la doble y triple jornada de trabajo.
Es necesario que se reconozca el aporte económico del trabajo no remunerado de las mujeres tanto en las tareas dentro de los hogares como en el suministro de bienestar social en la comunidad.
Este trabajo doméstico no remunerado es invisible, incluso para las propias mujeres y limita su participación en los ámbitos económico y social y en el ejercicio de su ciudadanía.
La precariedad laboral, el sub-empleo y la informalidad afectan particularmente a las mujeres que, en muchos casos, acceden a empleos mal remunerados, inestables y sin protección social.

Son las mujeres más pobres las más desempleadas y dentro de este grupo predominan las jóvenes, aumentándose de este modo la brecha entre las mismas mujeres.
La flexibilización laboral, la pérdida de normas claras de trabajo, ha significado peores condiciones laborales, colocando en riesgo muchas veces la salud y la seguridad de los y las trabajadoras. El miedo a la desocupación genera graves situaciones de autoexigencia para los empleados y de abuso por parte de los empleadores. La participación de las mujeres en el ámbito sindical se ve limitada por una serie de factores: la doble jornada, la falta de perspectiva de género de algunos sectores laborales, la ausencia de organización sindical en determinadas ramas del trabajo donde las mujeres son mayoría (servicio doméstico, supermercados, trabajo informal, etc.).
La situación de discriminación y de segmentación ocupacional entre los géneros no ha variado demasiado, pues si bien ha habido un crecimiento cuantitativo del empleo en las mujeres este hecho no se corresponde con un aumento de la calidad del mismo. Frente a igualdad de tareas y responsabilidades, las mujeres perciben menos salario que los hombres.

Los estereotipos continúan incidiendo sustantivamente a la hora de excluir a las mujeres de cargos de decisión y de ciertas ocupaciones que se consideran tradicionalmente masculinas, e influyen negativamente en los y las jóvenes al momento de elegir su educación o formación profesional.



Los niveles educativos alcanzados, no han significado una ventaja para las mujeres a la hora de insertarse laboralmente y aún necesitan contar con respaldos curriculares mayores que los hombres para alcanzar similares niveles de ingreso.
El porcentaje de mujeres que accede a la enseñanza técnica continúa siendo la mitad que el de lo hombres. Sus opciones profesionales aún se concentran en carreras tradicionalmente femeninas pese a haber aumentado su participación en las consideradas tradicionalmente masculinas.

El sistema actual de seguridad social agudiza las desigualdades sociales, no responde a las características del envejecimiento de la población ni al del mercado informal del trabajo.

Las mujeres se han visto directamente perjudicadas al aumentarse la edad de retiro, los años de servicio y los efectivamente aportados. Las mujeres viven más y perciben salarios menores que los hombres durante la carrera ocupacional, esta situación incide negativamente tanto para la jubilación complementaria como para el cálculo del salario básico jubilatorio.

Así ante iguales aportes, iguales años de vida y mismo trabajo que los hombres; las mujeres reciben un salario menor.
El trabajo infantil, en todas sus manifestaciones incluidas las situaciones de prostitución y tráfico de niños/as, es un atentado a sus derechos. Deben extremarse las medidas contra aquellas personas que promueven y se benefician de la explotación de niños/as. Los poderes del Estado, políticos y sociales deben controlar que los derechos de niños/as sean respetados y garantizados.

A nivel oficial el programa Proimujer (Programa de Promoción de la Igualdad de Oportunidades para la Mujer en el empleo y la formación profesional) orientado a mejorar la empleabilidad y las condiciones de inserción en el mercado laboral ha significado un avance, que aún no es suficiente. Debe darse un mejor seguimiento que de cuenta de la inserción efectiva de las mujeres en el mercado laboral.

La elaboración del Plan de Igualdad en el Empleo -acordado en el ámbito de la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades- puede ser evaluado como un avance, pero cabe señalar que aún espera la aprobación por el responsable del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

La creación del Departamento de Género y Equidad del PIT-CNT (julio 2000) así como la aprobación en el Congreso del PIT-CNT (octubre 2003) de la cuota femenina en la representación sindical han significado cambios positivos en la incorporación y tratamiento de la perspectiva de género en el empleo.

RECOMENDACIONES

Las políticas de empleo que se promuevan deben contemplar la equidad entre los géneros y facilitar la inserción laboral de las mujeres de diferentes estratos socioeconómicos, niveles educativos y franjas etarias, apuntando al fortalecimiento de su autonomía.



El cumplimiento de las leyes vigentes en materia laboral, así como los distintos convenios firmados con la OIT, incluidos aquellos referidos al acoso sexual (ley 16.045) y protección de la maternidad, deben garantizarse aplicando sanciones a todos aquellos que no cumplan con las normativas acordadas.
El conocimiento de la normativa laboral en general y la específica de género, así como los mecanismos de reclamo ante las autoridades competentes debe tener la más amplia difusión y promoción.
Los programas sociales de apoyo (educación, vivienda, salud, guarderías) deben ser integrales, teniendo en cuenta la diversidad de situaciones familiares, económicas y sociales que viven las mujeres.
Deben asegurarse y desarrollarse ámbitos de asesoramiento técnico y jurídico con perspectiva de género que promuevan la creación de nuevas áreas de inserción laboral para las mujeres.

A nivel nacional y local se debe mejorar la capacidad de generación de ingresos de las mujeres del área rural facilitando la igualdad de acceso y el control de los recursos productivos, la tierra, el crédito, el capital y los derechos de propiedad.
El sistema de Seguridad Social debe adecuarse a la realidad laboral de hombres y mujeres y a los nuevos arreglos familiares, incluido el concubinato, contemplando específicamente aquellas situaciones que representen riesgo social para las personas (embarazo en adolescentes, mujeres jóvenes con hijos a cargo) y que no estén cubiertas o lo estén insuficientemente.
Debe garantizarse que los y las trabajadores/as de todos los sectores tengan salarios dignos y condiciones laborales que les permitan desempeñar adecuadamente sus funciones y preservar su calidad de vida, sin que medie discriminación alguna.

PROPUESTAS

1. Aprobar una legislación específica que contemple actividades, como servicios personales, servicio doméstico, trabajo informal y domiciliario.

2. Garantizar el acceso y las facilidades en la obtención de créditos para promover emprendimientos productivos, asociativos y cooperativos, liderados por mujeres.

3. Generar programas de capacitación para mujeres desempleadas, en situación de pobreza, a nivel local, con contenidos que promuevan el desarrollo de su autoestima y las habilidades básicas para su inserción laboral y social.

4. Capacitar para la empleabilidad, atendiendo la equidad de género, con la promoción de programas que apunten al ingreso de mujeres en áreas de trabajo consideradas tradicionalmente masculinas.

5. Evaluar sistemáticamente los programas nacionales en desarrollo, en tanto insumo para la formulación de políticas de empleo.

6. Promover la corresponsabilidad de hombres y mujeres en el trabajo doméstico facilitado por licencias laborales para hombres por paternidad, adopción y/o enfermedad de un familiar.



7. Investigar en profundidad y tomar las medidas necesarias para impedir las consecuencias físicas y psicológicas que en determinadas áreas de trabajo, especialmente en las mujeres, producen desgaste laboral ("burn out", lesiones por esfuerzo repetitivo, exposición a sustancias tóxicas a nivel industrial y agrícola).

D - EDUCACION

"Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos y oportunidades". (CEDAW 1979)

En Uruguay, desde hace varias décadas, el sistema educativo público ha alcanzado una extensa cobertura y un sostenido crecimiento de la instrucción promedio de la población en general y de las mujeres en particular. Si bien la Enseñanza Primaria ha ampliado su cobertura a la educación inicial a partir de los cuatro años, sigue siendo incompleta. Es destacable la participación femenina en la matrícula de todos los niveles de la enseñanza, con excepción de la enseñanza técnica.

A pesar de la mejora en la cobertura del nivel pre-escolar, la masificación de la enseñanza primaria y la tendencia en aumento de la enseñanza media básica así como la baja tasa de analfabetismo, no se refleja una mejora en la calidad del contenido de la educación. Si aceptamos como dato de la realidad que el acceso y la cobertura educativa es una meta relativamente alcanzada en el país, el gran desafío es la calidad de la educación. Esta falta de calidad se expresa tanto en los contenidos como en las condiciones en la que la educación se imparte.

Con la agudización de la crisis económica ocurrida en los últimos años, se verifica un desplazamiento de la matrícula del sistema privado hacia el público, aunque no ha habido una respuesta adecuada a esta demanda. Las condiciones locativas son insuficientes, al gran deterioro de los locales y el hacinamiento, se suman los bajos salarios y el multiempleo de los/as docentes. Es imperioso un cambio que permita -a partir de la mejora de las condiciones- impactar en la mejora de la calidad de la educación.

Se ha generado así, una brecha entre el sistema público y el privado que determina inequidades y restricciones en el acceso y adquisición de conocimientos y habilidades para la igualdad de oportunidades.

La educación es un derecho y su calidad se vincula con la posibilidad de formación de hombres y mujeres, promoviendo la equidad de género, a través de sus contenidos y prácticas cotidianas, asegurando la igualdad de acceso y la permanencia de las niñas y las mujeres en los diferentes niveles educativos estableciendo cambios en los procesos formativos que permitan la igualdad de trato y mejoras en la socialización, en todo el territorio nacional.
Revertir el proceso de deterioro en la calidad de la educación formal y no formal y garantizar el acceso a una educación permanente se convierte en una necesidad imperiosa para promover procesos de mayor inserción social y de participación para el ejercicio de ciudadanía activa y propositiva.



En las sucesivas reformas, en los distintos niveles educativos se desaprovecharon oportunidades históricas de dar un giro no sexista en la educación formal a través de un cambio sustancial en los planes de estudio, currícula y textos.
Se constata: Ausencia de la perspectiva de género en la currícula de todos los niveles de la Educación formal (Pre-escolar, Primaria, Secundaria, Formación Docente y Universitaria).
La existencia de elementos estereotipados y discriminatorios en textos y material educativo: modelos de ser mujer y ser varón, relaciones de poder, roles al interior de los distintos arreglos familiares.
Ausencia de programas de educación que promuevan el ejercicio de una sexualidad satisfactoria y responsable, muestran un retroceso por eliminación de experiencias e iniciativas anteriormente desarrolladas.

La no promoción del respeto a la diversidad y la convivencia democrática.
La insuficiente oferta educativa para las y los jóvenes del medio rural, siendo una de las causas de emigración.
Importa señalar, el avance que significa la conformación de la Red Temática de Género en el ámbito de la Universidad de la República; así como el desarrollo del Programa "Niñas y Niños creciendo en igualdad" en el marco de la Comisión de la Mujer de la Intendencia Municipal de Montevideo, donde además de la capacitación de docentes y educadores "Hacia una pedagogía de género", han habido iniciativas interesantes, como el Concurso de Propuestas Didácticas.

RECOMENDACIONES

Debe garantizarse la laicidad en todos los niveles de la educación pública y promover la educación en Derechos Humanos que fomente el respeto y la convivencia en diversidad eliminando toda práctica discriminatoria por sexo, género, raza, etnia, clase, nacionalidad, religión, edad, orientación sexual, discapacidad, embarazo y/o localización geográfica.
Para que el derecho a la educación sea accesible a todas las personas en todo el país, se deberán recrear y fortalecer las escuelas públicas rurales y los programas de capacitación continua de adultos/as.

PROPUESTAS

1. Incorporar la perspectiva de género de forma transversal en todos los niveles educativos que contemple: educación no-sexista, educación para la sexualidad, promoción de modelos no estereotipados de ser varón y ser mujer, métodos no-violentos de resolución de conflictos con planes de estudio, libros de texto y materiales didácticos adecuados.
2. Asignar recursos suficientes y eficientemente administrados, para mejorar la cobertura y la calidad de la educación y profesionalizar y dignificar la tarea de sus profesionales.
3. Incorporar la educación sexual en la currícula de todos los niveles de la educación formal, incluida la formación docente.
4. Recuperar, valorar e incorporar en los planes educativos el aporte de las diversas identidades (étnico-raciales, sexuales, generacionales, urbana, rural, etc.) en la construcción de la cultura nacional.



5. Promover un proceso de educación permanente que posibilite a las mujeres de todas las edades, incluidas las del medio rural la formación necesaria, incluyendo las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs), para el pleno ejercicio de la ciudadanía, en un contexto social cambiante.
6. Desarrollar programas de contención, educación y capacitación laboral para mujeres adolescentes, que no estudian ni trabajan, de tal manera de promover proyectos de vida más allá de la opción de la maternidad. Garantizar la permanencia de las adolescentes embarazadas en los centros educativos de forma que puedan continuar sus estudios.
7. Implementar estrategias en los ámbitos formales del sistema educativo de manera que los y las jóvenes reciban una orientación vocacional no sexista que amplíe sus opciones educativas y laborales.
8. Incorporar educación continua con perspectiva de género a profesionales con responsabilidad docente promoviendo la comprensión de su responsabilidad para una enseñanza no discriminatoria.
9. Promover investigaciones y perfeccionar los instrumentos de medición que permitan diversificar los indicadores de registro por sexo, clase, etnia y edad.

E - DERECHOS SEXUALES Y DERECHOS REPRODUCTIVOS

"Los objetivos y políticas de población son parte integrante del desarrollo social, económico y cultural, cuyo principal objetivo es mejorar la calidad de vida de todas las personas. " (Conferencia de Población y Desarrollo/Cairo 1994)
"Todas las parejas y todas las personas tienen el derecho fundamental de decidir libre y responsablemente el número y el espaciamiento de sus hijos y de disponer de la información, la educación y los medios necesarios para poder hacerlo" (Conferencia de Población y Desarrollo/Cairo 1994)

Población

Uruguay tiene una población, altamente urbanizada (92.4 %) que se concentra en un 42 % en la capital del país, Montevideo. En la población urbana el porcentaje de mujeres es mayor que el de hombres (52.2% a 47.8%, respectivamente), situación que se invierte a nivel de la población rural (43.8 % de mujeres en relación a 56.2 % de hombres).

En cuanto a la constitución étnico-racial, la mayoría de la población es descendiente de inmigrantes españoles, italianos y otros europeos. Investigaciones históricas y genéticas recientes tienden a demostrar que una parte importante de la población también tiene ascendencia indoamericana y la población afro-uruguaya se calcula en el 10 % del total de habitantes del país.
La expectativa de vida es de aproximadamente 75 años con una diferencia entre los sexos.

Las mujeres alcanzan una longevidad de 8 años promediales más que los hombres, lo que no significa que tengan una mejor calidad de vida. La mortalidad en los hombres es más alta -en todas las edades- pero la morbilidad en las mujeres es mayor y no está suficiente ni adecuadamente registrada. El ser más longevas no significa que las mujeres tengan mejor calidad de vida.



La tasa global de fecundidad es de 2.4 hijo/a por mujer, siendo uno de los países con tasa de natalidad más baja en la región. Sin embargo las cifras varían de acuerdo a la edad de la mujer, el área geográfica donde vive y el sector socioeconómico al que pertenece.

Salud Sexual y Reproductiva

El incremento de embarazos y partos en mujeres adolescentes se da fundamentalmente en aquellas pertenecientes a los sectores más pobres. Estudios realizados muestran que más del 80% de las adolescentes madres no han logrado completar el ciclo de Enseñanza Secundaria y el 78,98% no está integrada a la actividad económica. Esta situación deja de manifiesto que las políticas dirigidas a la población adolescente y juvenil en salud sexual y reproductiva - las cuales son de muy reciente data en el país - surgieron como respuesta al agravamiento de la situación y no como una política de reconocimiento de derechos y de promoción en el ejercicio de los mismos.

Si bien no existen estudios sobre barreras para la accesibilidad y uso de métodos anticonceptivos, algunos elementos significativos merecen ser mencionados: la inexistencia de Educación Sexual a nivel de la Enseñanza Pública, la escasa difusión de los servicios de anticoncepción a nivel del sector público, la reciente incorporación de estas prestaciones en los servicios de salud pública, la no incorporación de algunos métodos anticonceptivos (en particular el DIU) a nivel del sub-sector privado de la salud. Todos estos elementos dificultan la accesibilidad de las mujeres a las opciones anticonceptivas. No hay en los servicios una acción dirigida ni a los/as jóvenes, ni a la atención de los hombres con el objetivo de difundir la responsabilidad masculina en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.

En Uruguay, desde la detección del primer caso de SIDA (Síndrome de Inmunodefinciencia Adquirida) en 1983, al 30 de abril de 2003 se han notificado al Programa Nacional de SIDA (PNS-MSP) un total de 7.018 personas seropositivas: 4.855 personas portadoras (VIH+) y 2.163 enfermos de SIDA. Los estudios centinelas que se realizan anualmente desde 1991, mostraron a partir de 1996 un enlentecimiento del crecimiento de la epidemia, un aumento de la infección en las mujeres y una disminución en la edad de las personas positivas.

Respecto al sexo, el 69.2% son hombres y el 30.8% mujeres, la franja etaria más afectada está entre los 15-44 años, con una máxima incidencia entre los 15-34 años de edad.

El cáncer de mama es la principal causa de muerte de mujeres por cáncer en el país, ocupando Uruguay el primer lugar en Latinoamérica y el quinto en el mundo. A pesar de las acciones que desarrolla la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer mediante la donación de mamógrafos a centros de salud y la realización gratuita de examen de mamografía a mujeres de 40 años y más a través de las Unidades Móviles, el cáncer de mama tiene una alta prevalencia entre las mujeres uruguayas. Un estudio reciente señala que las mujeres usuarias del MSP declaran en un 40 % no haber sido examinadas por el/la profesional en la consulta ginecológica, así como tampoco haber recibido información sobre el auto examen de mama.

En el período 1990-2002 se registraron 173 muertes maternas sobre un total de 716.671 nacimientos. Durante todo ese período la mortalidad por aborto fue de 27%, convirtiéndose en la principal causa independiente de muerte materna. En el Hospital Pereira Rossell el aborto pasó a ser la principal causa de muerte entre las gestantes, llegando al 49 %. Para atender esta problemática desde el sector sanitario se promovieron las normas de atención pre y post aborto para atender las condiciones de riesgo de la práctica clandestina del aborto.

Estas normas no han sido aún aprobadas por el Ministerio de Salud Pública.

Como reacción al problema de salud pública representado por el aborto practicado en condiciones de riesgo, desde el Poder Legislativo, se elaboró el proyecto de ley de Defensa de la Salud Reproductiva. Dicho proyecto ubicaba en el Estado la responsabilidad de garantizar condiciones para el ejercicio de los Derechos Sexuales y Reproductivos promoviendo educación sexual, acceso universal a métodos anticonceptivos, motivación para una paternidad y maternidad responsable y regulación de la práctica del aborto hasta las 12 semanas de gestación. Este proyecto obtuvo la media sanción en Cámara de Diputados el 10 de diciembre de 2002 pero fue votado negativamente en el Senado el 4 de mayo de 2004, desconociendo al 63% de la opinión pública que manifestó su adhesión al proyecto.

Si bien la institucionalización del parto ha permitido el descenso de la mortalidad materna e infantil en el país, tiene como contracara los procesos de medicalización en donde la mujer pierde protagonismo en el acto de parir y está -muchas veces- expuesta a las necesidades y reglas del funcionamiento médico e institucional.
El modelo materno infantil sustentado en el "binomio madre - hijo", así como en la visión hegemónica sobre el papel de las mujeres en el cuidado de la salud familiar, en la ausencia del varón-padre y su responsabilidad reproductiva, trae aparejadas dificultades para establecer políticas y programas que aborden integralmente la salud sexual y reproductiva.
La Sociedad Civil, y en especial las Organizaciones de Mujeres, han sido un actor fundamentales en la denuncia y la demanda de políticas integrales que atiendan los distintos aspectos vinculados a mejorar la atención del embarazo, parto y del aborto inseguro.
Sobre los derechos sexuales y derechos reproductivos, los actores tradicionales de mediación política y social enfrentan resistencias para ser reconocidos, valorados e integrados a sus análisis, discursos y propuestas. Desde diversas instancias del Estado las acciones realizadas en el terreno de los DDSS y DDRR carecen de marcos teóricos y conceptuales de respaldo.
A partir del año 2002, hubo una mayor coordinación entre los servicios del primer nivel del MSP y los de la IMM junto a la sociedad civil organizada hacia una definición de acciones en salud reproductiva. A modo de ejemplo mencionamos la creación de la Mesa Consultiva para la implementación del Capítulo V (DDSS y DDRR) del Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos para la ciudad de Montevideo y la creación de la Comisión Nacional sobre Salud Reproductiva en el MSP que articula con la Comisión Intergubernamental del MERCOSUR, aunque todavía no han sido definidas normas de atención en salud sexual y salud reproductiva que permitan homogeneizar e integrar las intervenciones de los equipos de salud en este terreno.
En los hechos, se puede constatar que los sistemas de intervención (por ejemplo en salud y educación) agudizan las diferencias de clase, género, raza, etnia, edad, estatus marital, orientación sexual, región o nacionalidad. Los programas, servicios y prácticas suelen no considerar ni respetar diferencias culturales y de valores. La violación de derechos en este terreno es mucho mayor de la que se registran en estadísticas y mediciones de desarrollo.



El importante vacío y el sub-registro en estadísticas nacionales sobre diversos tópicos de los derechos sexuales y reproductivos, impide conocer la dimensión real de su ejercicio y evaluar adecuadamente el impacto de las acciones. Se vuelve sustancial priorizar el desarrollo de la investigación y fomentar la capacitación de recursos como manera de impulsar la necesidad no satisfecha de muchos profesionales sensibilizados con estos temas.
La relación entre políticas en salud sexual y reproductiva y políticas de reducción de la pobreza se explicita con mayor claridad a partir de la creación del Programa de Infancia, Adolescencia y Familia en Riesgo (PIAF) ubicado en la Secretaría de la Presidencia de la República. Este programa surge en el año 2001 con préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y se propone como objetivo principal: "Mejorar las condiciones de vida e inserción social de los niños, niñas, adolescentes y sus familias en situación de riesgo social."

RECOMENDACION

Cualquier política de desarrollo del país, sólo será posible, si está íntimamente relacionada con políticas que garanticen el ejercicio de derechos y la calidad de vida de toda su población.

PROPUESTAS

1. Aprobar una ley que garantice el ejercicio de los Derechos Sexuales y de los Derechos Reproductivos, incluyendo la posibilidad de la práctica de abortos en condiciones de seguridad.
2. Asignar los recursos necesarios y suficientes, a nivel nacional y departamental, para que se desarrollen programas y servicios integrales de salud (incluida la salud sexual y reproductiva) que se sostengan en el tiempo y no dependan exclusivamente de fondos externos o presupuestos puntuales.
3. Incluir asesoramiento, información y educación en los servicios y brindar atención en: anticoncepción, control de embarazo, parto digno y humanizado, postparto, prevención y tratamiento adecuado de la infertilidad, prevención y atención de aborto inseguro y tratamiento de sus consecuencias, prevención y tratamiento de infecciones de trasmisión sexual y de distintas infecciones genitales y reproductivas, prevención y atención del cáncer genito-mamario, garantizando servicios con cobertura y acceso en todo el país y para toda la población.
4. Desarrollar campañas dirigidas a toda la población, de sensibilización, información y educación en todo lo relacionado a derechos sexuales y reproductivos, que impulsen cambios culturales y promuevan la equidad de género.
5. Atender las necesidades de adolescentes y jóvenes en materia de educación, información y promoción a través de servicios de salud amigables que permitan el desarrollo de su sexualidad de manera positiva, placentera y segura.
6. Incorporar servicios para las personas de mayor edad teniendo en cuenta también su salud sexual y la prevención y tratamiento de los efectos vinculados a la menopausia.
7. Incorporar a la formación y a la educación permanente de los profesionales de la salud todo lo relacionado a la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva de género y en base a la promoción de una atención humanizada y respetuosa del desarrollo integral de las personas.



8. Promover y desarrollar investigaciones que permitan obtener información e insumos sobre comportamiento, distribución y características de la población y derechos sexuales y reproductivos.
9. Crear nuevos indicadores (incluyendo indicadores cualitativos) que permitan evaluar calidad de atención desde una perspectiva de género y el impacto que las políticas y programas implementados tienen sobre las condiciones de vida de la población.

F - VIOLENCIA DE GENERO

"La CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE DERECHOS HUMANOS (VIENA 1993) establece la importancia de acentuar el trabajo encaminado hacia la "eliminación de la violencia contra la mujer, tanto en su vida pública como privada; la eliminación de toda forma de acoso sexual, explotación o tráfico de mujeres; la eliminación de prácticas perjudiciales en la administración de justicia, así como también la erradicación de todo conflicto que pueda surgir entre los derechos de la mujer y el dañino efecto de prácticas tradicionales o consuetudinarias, prejuicios culturales o extremismo religioso ".

La violencia de género se expresa en prácticas de discriminación, exclusión, abuso y acoso sexual, tanto en el ámbito privado como en el público. Se apoya en patrones culturales y estereotipos, así como en prácticas estructuralmente arraigadas en las relaciones sociales y, en especial, en las relaciones de poder abusivas entre hombres y mujeres, que reflejadas en los diferentes ámbitos del accionar social, institucional y político, constituyen otra forma de inseguridad ciudadana. Esta forma de violencia se ejerce contra toda persona cuya expresión de género no sea fácilmente encuadrable en algunas de las dos categorías aceptadas como excluyentes (masculino/varón - femenino/mujer).

Una de las expresiones de la violencia de género es la violencia doméstica que es una realidad muy extendida en nuestro país. A pesar de la magnitud del problema, no existen datos precisos sobre el impacto de los daños. La única información con que se cuenta permite confirmar estas afirmaciones, desde los registros realizados en los servicios de atención directa a mujeres víctimas de violencia.

En el Uruguay de hoy muere asesinada, cada 9 días, una mujer adulta o niña, víctima de violencia doméstica o sexual.

La cobertura de las instituciones públicas y privadas que desarrollan acciones de abordaje, en situaciones de violencia doméstica, es absolutamente insuficiente y está concentrada en Montevideo. Muchas de estas intervenciones son acciones puntuales que responden al momento de crisis, pero no tienen condiciones para asegurar la atención efectiva, la reparación de los daños y la modificación de las condiciones que mantienen a la mujer inmersa en una relación abusiva de poder.
En este contexto, ha sido positiva la incorporación a la legislación nacional, de los acuerdos establecidos en las convenciones, pactos y tratados del sistema de Naciones Unidas, ratificados por el Uruguay en materia de violencia de género. De especial importancia fue la ratificación de la Convención de Belém do Pará. (9 de julio, 1994) En la órbita del Ministerio del Interior se instaló la Dirección Nacional de Prevención Social del Delito, de la que depende el Centro de Asistencia a las Víctimas de Violencia Familiar. En Montevideo y en algunos departamentos del interior se han creado Comisarías de la Mujer y la Familia u oficinas de atención y seguimiento a las víctimas de violencia doméstica.
Asimismo el Programa de Seguridad Ciudadana (1999-2001) que, en convenio con las ONG vinculadas a la Violencia Doméstica, ha fortalecido la atención directa y la capacitación a funcionarios/as de los sectores policial, judicial, educación, salud y trabajo comunitario.
A nivel municipal, en algunos departamentos del Interior del país existen oficinas de la Mujer y la Familia. En Montevideo, la Comisión de la Mujer de la IMM instrumenta el servicio telefónico de apoyo a mujeres en situación de violencia, que se extiende a todo el país desde 2003 y desarrolla programas de promoción de derechos de las mujeres a través de las Comuna Mujer que incluyen servicios de atención gratuita en violencia doméstica y de Atención Integral a la Mujer (PAIM). Así como establece un capítulo específico en el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos.

A nivel legal, en 1995, se incorpora al Código Penal la figura de Violencia Doméstica (art.

321 bis de la Ley 16.707 de Seguridad Ciudadana) y en 2002, se aprueba la Ley Nº 17.514, que establece un marco jurídico específico para la prevención e intervención en violencia doméstica. En el artículo Nº 24 esta ley dispone la creación del Consejo Nacional Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica, que funcionará en la órbita del Ministerio de Educación y Cultura, responsable de la elaboración del Primer Plan Nacional de Lucha contra la violencia doméstica, con un enfoque integral, orientado a la prevención, atención y rehabilitación de las personas involucradas, a los efectos de lograr la utilización más adecuada de los recursos existentes, en beneficio de toda la sociedad. La norma atribuye a este organismo otras competencias como control, revisión, adaptación y seguimiento de su implementación y ejecución. El 25 de Noviembre del año 2003, este Consejo Nacional Consultivo entregó formalmente el Plan Nacional de Lucha Contra la Violencia Doméstica al Señor Ministro de Educación y Cultura, para ser elevado al Poder Ejecutivo, el que ha sido aprobado el 17 de junio de 2004.

A nivel social, no existe una estrategia global de sensibilización y de transformación de las pautas que están en la base de la violencia de género. Tampoco existe una campaña nacional de prevención desde los medios masivos de comunicación, desde los cuales se aborda la Violencia Doméstica como una información más, presentando los sucesos como "dramas pasionales", simplificando la complejidad del problema, e invisibilizando el fenómeno social de la violencia de género.

Las acciones de las organizaciones no gubernamentales de mujeres, en alianza con otros actores sociales y políticos han sido clave para el diseño, la instrumentación e implementación de programas, y para el seguimiento de su aplicación.

Los avances consignados constituyen iniciativas aisladas, sin la necesaria continuidad ni interrelación entre los sectores implicados, por lo que no configuran una Política Pública integral contra la Violencia Doméstica, ni un sistema orientado a prevenir, asistir y atenuar el impacto de la violencia de género.

RECOMENDACIONES

Para abordar de forma interdisciplinaria e intersectorial las situaciones de violencia de género, que en su avasallante mayoría consiste en violencia contra la mujer, se debe fortalecer mecanismos que promuevan protocolos de atención, orientados a la eliminación de todas las formas de violencia entre las personas.
Concomitantemente a una efectiva ejecución de las propuestas establecidas en la ley se deben realizar campañas sostenidas en todo el país, que promuevan el respeto, así como un cambio cultural que fomente la no violencia entre las personas.

PROPUESTAS

1. Implementar y ejecutar el Plan Nacional de Lucha contra la Violencia Doméstica, que garantice el abordaje del fenómeno social desde la interdisciplinariedad e intersectorialidad. (Art. 24 de la Ley Nº 17.514).
2. Asignar recursos económicos adecuados a las necesidades que determinen la aplicación de leyes, planes y programas previstos y el seguimiento de su ejecución, a nivel de todo el país.
3. Crear sedes judiciales especializadas, con disponibilidad de recursos humanos y materiales, defensorías de oficio con especialización en la atención de víctimas y victimarios y equipos técnicos de asesoramiento directo a los/as Magistrados/as para cada Sede Judicial, con competencia en los temas de Violencia Doméstica y sexual, en todo el territorio nacional. (Cap. V - numeral 4.3.9. Plan Nacional).
4. Generar refugios transitorios para albergar mujeres y niños en situación de violencia que aborden integralmente la problemática y garanticen un tiempo de estadía hasta que existan condiciones que permitan la reinserción social y laboral de esas mujeres y sus hijos/as.
5. Capacitar de forma continua a educadores, funcionarios de la salud, del Ministerio del Interior y del Poder Judicial, para la prevención, detección e intervención en situaciones de Violencia de Género. Esta capacitación deberá incluirse dentro de un marco general de respeto de los derechos humanos y de equidad de género, revisando las prácticas institucionales discriminatorias por razones de género, etnia, raza, clase, edad, orientación sexual, religión y/o localización geográfica.
6. Promover un sistema de información y registro de la violencia de género y la medición de su impacto, institucionalizándolo a nivel nacional.
7. Formular un programa de generación de alternativas económicas dirigido a mujeres víctimas de violencia doméstica que facilite la separación del agresor.
8. Crear un observatorio de medios de comunicación que monitoree la violencia de género, incluida la de carácter simbólico.

G - MECANISMOS ESTATALES PARA LA EQUIDAD DE GENERO

"Los mecanismos nacionales para el avance de las mujeres son los organismos centrales de coordinación de políticas de los Gobiernos. Su tarea principal es prestar apoyo en la incorporación del concepto de igualdad entre mujeres y hombres en todas las esferas de la política y a todos los niveles de gobierno.. ". (Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer. Beijing 1995)

Desde la reconstrucción democrática del país, en 1985, no se ha logrado consolidar un sistema con capacidad, fuerza y recursos como para avanzar en el diseño de las políticas públicas con equidad de género, a nivel de todo el país.



La falta de voluntad política se ha traducido en la generación de mecanismos aislados, poco eficientes y poco eficaces para desarrollar y articular políticas tendientes a avanzar en las condiciones de vida de las mujeres, así como para transversalizar la dimensión de género en todas las acciones de gobierno.
Los mecanismos creados hasta el momento, no están ubicados en lugares de jerarquía dentro de las estructuras del Estado. Carecen de los recursos financieros necesarios, los cargos de responsabilidad son prácticamente honorarios y sus recursos humanos no están debidamente calificados. Un claro ejemplo de esto es el estatus, funcionamiento, accionar y los resultados obtenidos por el Instituto Nacional de la Familia y la Mujer (INFM).

La elaboración del Plan de Igualdad en el Empleo -acordado en el ámbito de la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades- y la aprobación del Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos de la ciudad de Montevideo, así como del Plan Nacional de Lucha contra la Violencia Doméstica, son algunas señales alentadoras. Sin embargo, Uruguay carece de un Plan Nacional de Equidad y de un órgano rector que oriente y articule las acciones emprendidas desde el propio Estado. Por lo que la mayoría de los compromisos signados por el país en el sistema de Naciones Unidas no han tenido una traducción en acciones concretas y sostenidas.

No obstante, las mujeres y las organizaciones de la sociedad civil han sabido encontrar otros espacios y han tenido un papel fundamental en la generación de espacios de diálogo entre los diferentes Poderes del Estado. La creación de la Bancada Femenina, la Comisión Especial de Género y Equidad en la Cámara de Diputados, la Comisión de Equidad de Género a nivel de la Intendencia Municipal de Montevideo y acciones específicas de las bancadas femeninas de las distintas Juntas Departamentales, han jugado un rol articulador en los esfuerzos que hacen las mujeres uruguayas para lograr una ciudadanía más plena que potencie sus derechos y permita avanzar hacia la consolidación de la equidad.

RECOMENDACION

Para que se efectivice una transversalización de la equidad de género en las políticas públicas y acciones desarrolladas por el Estado, en sus diferentes niveles, se debe garantizar la participación de la sociedad civil organizada en los mecanismos que se generen para la formulación, seguimiento y control de las políticas de género.

PROPUESTAS

1. Crear un Sistema Nacional de Políticas para la Equidad de Género, ejecutable desde un órgano ubicado al más alto nivel jerárquico, encargado de definir objetivos, formular, implementar y evaluar las políticas generales y sectoriales mediante coordinación con los restantes organismos públicos.
2. Asignar recursos en el presupuesto nacional que permitan que este Sistema de Políticas para la Equidad de Género, pueda ejecutar sus acciones de manera sostenida.
3. Dotar a ese Sistema de atribuciones claramente definidas que le permitan tener la competencia para incidir en los diversos ámbitos correspondientes a los tres Poderes del Estado y/o a los órganos autónomos, descentralizados, de contralor y los de los gobiernos departamentales.



4. Elaborar un Plan de Acción Nacional para la Equidad de Género y Planes de Igualdad de Oportunidades en los diferentes departamentos, con acciones intersectoriales adecuadas a las distintas realidades locales.

E - INSTRUMENTOS JURIDICOS INTERNACIONALES DE REFERENCIA (1)

Ciudad
y/o fecha
Entrada en vigor
Ratificada por Uruguay

Pacto de derechos civiles y políticos
1966
23 de marzo 1976
Ley Nº 13.751
11 de julio 1969

Pacto de derechos económicos, sociales y culturales
1966
3 de enero 1976
Ley Nº 13.751
11 de julio 1969

Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW)
1979
31 de setiembre 1981
Ley N° 15.164
28 julio 1981

Convención de los derechos del niño
Nueva York
1989
2 de setiembre 1990
Ley Nº 16.137
28 setiembre 1990

Conferencia sobre medioambiente y desarrollo
Río 1992
No vinculante (1)

II Conferencia mundial sobre derechos humanos
Viena 1993
No vinculante

Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer
Belem do Para
1994
Febrero 1999
Ley Nº 16.735
5 enero 1996

IV Conferencia internacional sobre población y desarrollo (CIPD)
Cairo 1994
No vinculante

IV Conferencia mundial sobre la mujer
Beijing 1995
No vinculante

LEYES NACIONALES DE REFERENCIA:

a.. Ley N° 16.707 Art. 18. Ley de Seguridad Ciudadana, incorpora el delito de Violencia Doméstica al Código Penal al Código Penal mediante el Art, 321 bis. Año 1995

b.. Ley 17.514 Ley para Prevenir, Detectar, Atender y Erradicar la Violencia Doméstica establece un marco jurídico específico para la prevención e intervención en violencia doméstica. En el artículo Nº 24 dispone la creación del Consejo Nacional Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica, que funcionará en la órbita del Ministerio de Educación y Cultura, responsable de la elaboración del Primer Plan Nacional de Lucha contra la violencia doméstica. Año 2002

c.. Ratificación de la Convención interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Ley 16.294 del 11 de agosto de 1992.

d.. Ratificación de Convenios N° 100 de OIT respecto a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor, Nº 111 relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación y Nº 156 referente a los trabajadores con responsabilidades familiares. Ley 16.063 del 6 de Octubre de 1989.

e.. Ley N° 16.045 Igualdad de trato y oportunidades.

1. Fuente CLADEM - URUGUAY

2. Las Declaraciones y Conferencias de Naciones Unidas no son jurídicamente vinculantes, es de esperar que el Estado parte las asuma, sobre todo, en aplicación del principio de derecho internacional público de la buena fe y fiel cumplimiento de estos instrumentos. Son documentos de compromiso con la comunidad internacional de parte de los Estados miembros a diferencia de las convenciones, pactos o tratados que son jurídicamente exigibles, es decir que se puede exigir tanto su respeto como su cumplimiento.

Comisión Nacional de Seguimiento:
Mujeres por Democracia, Equidad y Ciudadanía
 

 

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