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"Por la voz de Mumia Abu Jamal" Por todos los DDHH en todo el mundo
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1) URUGUAY
UN ILUSTRE PLAGIO
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO - Hace un mes, la Junta Departamental de Montevideo nombró a la señora Mercedes Vigil “Ciudadana Ilustre” de esta ciudad (ver Comcosur al Día Nº 1770 del 02.07.10). En el día de ayer, se hizo público que ha sido denunciada por “plagio y apropiación indebida” de materiales de la Biblioteca Nacional. ¡Qué vueltas que tiene la vida! ¡Qué livianita la Junta Departamental para declarar “ilustrismos”! ¿No?
Investigan por plagio a Mercedes Vigil y a ex director de la Biblioteca Nacional Por Andrés Alsina (El Observador, 25 de julio 2010)
La Biblioteca Nacional inició una investigación administrativa sobre un presunto delito de plagio y otro de apropiación indebida de fotos del patrimonio de la institución cometido en el libro La triple alianza: La guerra contra el Paraguay en imágenes, firmado por Mercedes Vigil y Raúl Vallarino (*), y editado por Planeta en 2007. La denuncia fue hecha al nuevo director de la Biblioteca Nacional Carlos Liscano por la investigadora y profesora de Historia Alicia Fernández, reiterando la que hizo en oportunidad de la publicación del libro.
Tras consultar a la asesora jurídica de la Biblioteca Nacional Cecilia Perrone, Liscano dispuso el martes de la semana pasada el inicio de la investigación. Liscano especificó a El Observador que “Lo hago cumpliendo obligaciones de funcionario y jefe de la institución. Es lo que debo. Es decir, al margen de mis ideas y opiniones al respecto, cumplo con mi deber, o con varios deberes: proteger a la institución y a los funcionarios que de mí dependen. Mi aspiración es que todo se aclare y que no vuelva a repetirse”.
Fernández viene trabajando en el tema desde su ingreso como becaria a la Biblioteca Nacional en 1978, en tiempos en que la dirigía José Pedro Barrán, y se le asignara el trabajo de identificar y clasificar el vasto archivo fotográfico de José María Fernández Saldaña, comprado a sus herederos. Dado el número de imágenes sobre la Guerra del Paraguay (1864-70) se formó un archivo especial con ellas que pasó a constituir la sección de Materiales Especiales, que creció de 12.000 a las actuales 45.000 imágenes.
Alicia Fernández trabajó en consecuencia desde entonces en el tema junto a su colega Oscar José Villa, y la publicación de la investigación se inició en la Revista de la Biblioteca Nacional Nº 19, de junio de 1979, con el artículo “La fotografía en la perspectiva de la Historia Nacional”. La continua investigación se editó en otras publicaciones, siempre con los autores intelectuales y el origen del material fotográfico debidamente acreditado. No es posible, aseguró ella a este diario, aducir ningún otro origen al material fotográfico, dada que las fotos son únicas. En cuanto al texto publicado por Planeta, contendría un 18% del texto de la investigación publicada según una estimación primaria, y hay más de un tramo textual que supera las 350 palabras.
Mercedes Vigil dijo el viernes a este cronista que se negaba a comentar sobre este libro, y que las consultas al respecto debían dirigirse a su abogado, el doctor Leonardo Guzmán. Aparentemente ella sólo se adjudica la autoría de la cronología que incluye el libro y habría un contrato entre ambos autores por el que las fotografías aparecen como propiedad de Vallarino. Según Fernández y ante su colega Villa, el entonces director de la Biblioteca Nacional Vallarino la abordó con un cd virgen en mano el 26 de noviembre de 2004 ordenándole que le copiara allí la investigación, lo que se hizo a las 10 y 45 minutos, según indica el registro de la computadora. Vallarino argumentó, según la versión de Fernández, que era para “publicarlo” aunque no especificó que sería como obra propia.
En el informe hecho por Perrone ante la primera denuncia de Fernández, en 2004, la asesora letrada califica en términos que reconoce no son jurídicos la actitud de quienes firman la obra, Vigil y Vallarino: desparpajo y descaro. Afirma además que “utiliza casi textualmente obra ajena, se configura abuso de funciones, se presionó a funcionarios en ejercicio del orden jerárquico, se utilizó material sin la debida autorización ni cita, se apropió de creaciones intelectuales de funcionarios e investigadores”, y finalmente que “no sólo no se efectuaron citas sino que se eliminó prueba de ellas” al quitarse sellos de la Biblioteca Nacional estampados en las fotos. Al respecto, los escritores Vigil y Vallarino omitieron borrar un sello sobre la foto de “Una familia de indios pampas”, publicada en la página 105 de la edición de Planeta.
La investigación iniciada considera desde su mismo inicio que hay elementos suficientes para presumir que la actuación tendrá consecuencias legales, tanto civiles como penales, pues presuntamente se violaron derechos de propiedad intelectual de la institución al ser hecho el trabajo por sus funcionarios en horarios de trabajo y en sus funciones específicas, y por haber sido usado el acervo de la Biblioteca nacional sin las debidas citas y particularmente sin autorización. El trabajo de Fernández y Villa fue reunido en un solo volumen de 223 páginas editado por la Biblioteca Nacional en 2008.
Busque semejanzas
El viernes 26 de noviembre de 2004, el entonces director Vallarino obtuvo, según la imputación hecha, copia del texto de la investigación hasta esa fecha. Además de en ediciones anteriores, este texto está hoy publicado en 2008 en el volumen que reúne el total del trabajo de treinta años de Fernández y Villa y coincidentemente, partes de él en el volumen firmado por Mercedes Vigil y Raúl Vallarino.
Las coincidencias son en algunos casos textuales, en otros síntesis de tramos y en otras más, texto reescrito. La bibliografía que consigna el libro de Planeta es la misma que la del trabajo de Biblioteca Nacional, a la que le suman 8 títulos. Pero en ningún caso el texto considerado por Vigil y Vallarino remite específicamente a la bibliografía. Un ejemplo sin cita de respaldo, reseñado al inicio del libro de Planeta:
“Con las primeras experiencias llevadas a cabo por daguerrotipistas en la guerra entre EE.UU. y México (1846-1848) y en la oleada revolucionaria de 1848 en Francia, se inicia la relación entre las impresiones y los acontecimientos históricos de relevancia. Durante la Guerra de Crimea (1854-1856) se hicieron reportajes fotográficos. Carol Popp de Szathmary, pintor y fotógrafo de Bucarest, fue el pionero en registrar soldados rusos y turcos y compiló una serie de álbumes para exhibir en la exposición de París en 1855.”
(*) Nota de Comcosur: Vigil y Valarino “escribieron” juntos cuatro libros: “Crónicas del 900 (2006)”; “Las aventuras de Bertoldo y Eulalio” (2007); “La Triple Alianza” (2007), y “Crónicas del 900 II (2007).
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
2) UNA VERGÜENZA
ISRAEL TIENE SOLDADO RAPIÑEROS
Uno Peterssen (BLCG)
Henning Mankell, uno de los escritores más leídos del mundo, le ha pedido al embajador de Israel en Suecia que le devuelva lo que los soldados israelíes le robaron cuando lo detuvieron a bordo de una de las naves de la flotilla que llevaba suministros a Gaza.
Entre otras pertenencias personales, los soldados israelíes que abordaron el barco donde navegaba Mankell el 21 de mayo pasado, le robaron su afeitadora, la que según los israelíes podía ser parte de algún tipo de armamento destinado a Hamas, otros artículos de tocador a pesar de no haber estado clasificados como “armas”), varias mudas de ropa interior, y hasta las medias (las llevaba puestas, se las hicieron sacar).
También le robaron el manuscrito en el que Mankell estaba trabajando, lo que – si tomamos en cuenta que la víctima de este secuestro con robo es uno de los escritores más vendidos del mundo- no es cosa menor. Pero además, ese manuscrito (del que el escritor, por supuesto tiene otra copia) era nada menos que el libreto para una serie documental sobre su suegro (el gran director Ingmar Bergman) que le encargara la televisión estatal sueca, tal como explicó Mankell al periódico conservador sueco Svenska Dagbladet (1)
"Cuando me comunicaron que me deportarían de Israel dije que quería mis cosas. El 7 de junio le escribi al embajador de Israel (en Suecia), Benny Dagan, solicitándole una investigación sobre el paradero de mis cosas y que los culpables fueron castigados –cuenta Mankell a SV- y días después recibíi una respuesta de un colaborador cercano al embajador diciendo que mi carta había sido enviada a las autoridades correspondientes. Pienso darles hasta el primero de agosto antes de hacerme oir otra vez. Si no recibo noticias del embajador Dagan en ese plazo, voy a escribirle nuevamente sobre esto. No pienso dar el asunto por perdido", enfatizó
Mankell fue sólo uno de los tantos integrantes de esta flotilla detenidos y deportados por Israel a los que los soldados les robaron sus pertenencias. Sin embargo, hasta el día de hoy, no sólo no ha sido devuelto nada de lo hurtado, sino que los grandes medios ni siquiera hablan del asunto.
(1) http://www.svd.se/nyheter/utrikes/israel-tog-mankells-manus_5008581.svd),
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
3) CHILE
MARIANA CALLEJAS, LA ESCRITORA DE LA DINA
Abel Gilbert (El Periódico de Catalunya) Jueves, 22 de
julio del 2010
Participó junto a su marido en el asesinato de opositores Organizaba tertulias literarias en su casa, que era también un centro de torturas de Pinochet «Es para arrepentirse el resto de la vida», dice Mariana Callejas, aunque sabe que volver atrás es imposible.
«No se puede repetir la historia». A los 78 años, el suyo es un nombre maldito de la política y las letras chilenas. Su condición de «escritora promisoria», a mediados de los 70, quedó truncada cuando junto a su esposo, el estadounidense Michael Townley, se integró en la Dina, el aparato represivo que Augusto Pinochet puso en manos del coronel Manuel Contreras.
La casa de los Townley fue un centro de torturas y de investigación con el gas venenoso Sarín, así como escenario de tertulias literarias en las que participaron, sin saber a donde habían ido, narradores que, con los años, ganarían notoriedad. Callejas volvió a la escena hace unos días, cuando el Tribunal Supremo dio a conocer la sentencia por el asesinato en Buenos Aires del general Carlos Prats y su mujer Sofía. La Dina los mató en 1974 con una bomba activada por Townley.
Doble crimen
Por ese doble crimen fueron condenados a 17 años de prisión Contreras y su mano derecha, el brigadier Pedro Espinoza, en calidad de jefes de «una asociación ilícita de carácter terrorista». A la agente Callejas, a quien su exmarido involucró en la operación, el Supremo le rebajó el castigo a cinco años. La doble vida de Callejas, el vínculo entre el arte y la crueldad, ha sido la materia prima de dos novelas de Roberto Bolaño. En Estrella distante, esa relación se presenta de manera más oblicua. En Nocturno de Chile, Bolaño se apega a lo que ocurrió en la casa del matrimonio Townley. Solo un lector desprevenido puede atribuirlo a la pura imaginación del escritor chileno.
Hubo un tiempo en el que Callejas dijo haber sido otra. A principios de los 60 estuvo en un kibutz israelí. En Miami participó en las marchas del New Party of Florida a favor de la marihuana y la legalización del aborto. Su viaje a la extrema derecha lo hizo de la mano de Townley, que en los años de la Unidad Popular (UP) ya era integrante de la agrupación terrorista Patria y Libertad. Callejas comenzó a tomarse en serio la idea de ser escritora al entrar en la Dina. La política se filtra en sus primeros cuentos. Uno de ellos trata sobre una persona a la que le encargan colocar una bomba bajo un auto: así fueron asesinados los Prats.
En 1974, Callejas se integró en el taller literario de Enrique Lafourcade, un autor que con El Gran Taimado pasó a formar parte de la lista de artistas censurados por Pinochet. Lafourcade llegó a tener medio centenar de alumnos. Según el Centro de Información Periodística (CIPER) de Santiago, fue el «gran puntal literario de Callejas» y «no pocas veces influyó para que publicaran sus obras y ganara premios». Gracias a Lafourcade, la agente-escritora participó en el almuerzo de escritores chilenos con Jorge Luis Borges, en 1976.
Hijo de ministro
Cuando su maestro anunció el final de los talleres, Callejas los continuó en su casa, donde la Dina hacía de las suyas. El escritor Carlos Iturra dio cuenta de esas veladas en su relato Caída en desgracia. La anfitriona, señaló, «prodigaba a todos por igual su acogedora bienvenida, pero como tallerista era implacable, tal vez la que descargaba opiniones más despiadadas». En el taller participó Cristian Aiguader, hijo del exalcalde de Barcelona, ministro de la República y uno de los fundadores de Esquerra Republicana, Jaume Aiguader. Llegó a Chile tras la guerra civil. En Santiago prosperó como comercial y hombre ligado a la cultura.
En Lucha inconclusa: memorias de un catalán exiliado a Chile, Aiguader define a Callejas como la autora de «unos cuentos de fuerte carga psicológica». Uno de ellos hacía referencia a la captura de un opositor a la dictadura. «La descripción era tan realista y con tal lujo de detalles que, si bien no es extraño en un gran escritor, parecía cosa vivida». Callejas cumplió nueve meses de cárcel en el 2003 por el caso Prats. Dice ser una paria literaria que es castigada por sus acciones políticas y, en eso, se compara nada menos que con Borges. Lleva una vida austera y lee a Juan Rulfo. Ahora tiene una novela en la cabeza sobre los neofascitas italianos que protegía la Dina. «Todos mis personajes son reales», avisa.
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
4) CHILE
EL HIJO IZQUIERDISTA DE MICHAEL TOWNLEY
(La Nación Chile – 09.09-07)
Cómo logra reponerse un niño que vivió su infancia en el lugar donde su padre, Michael Townley, construía bombas y los agentes de la DINA torturaban, es un misterio. La reaparición de Mariana Callejas funando (“escrachando”) a sus amigos escritores trajo al presente la leyenda olvidada de las veladas literarias en su casona de Lo Curro. Debajo de esa hojarasca se escondió todos estos años otra historia: la de su hijo Brian.
Como en todos los patios universitarios, en el Departamento de Geología de la Chile, profesores y alumnos usan sus apellidos en el trato diario. Pero al jefe del Taller de Cortes donde los estudiantes pasan horas examinando muestras de roca , la mayoría lo llama usando su nombre de pila. Parece ser un acuerdo tácito con alguien que no está interesado en verse asociado a las aventuras de sus padres como agentes de la guerra sucia en los 70. Y por lo visto ese es un pacto inquebrantable. Brian Tonwley Callejas es Brian a secas.
Nació el 6 de junio de 1966. En esa época el matrimonio Towley Callejas, a la moda con el resto del mundo, marchaba contra la guerra de Vietnam en un Miami lleno de cubanos exiliados, a los que Callejas detestaba. La causa antibélica fue un capítulo menor en la vida de la entonces incipiente escritora, obsesionada por convertirse en una novelista, famosa por su biografía plagada de aventuras fuertes que luego le permitieran inmortalizar sus creaciones.
Antes de casarse en julio de 1961 con Michael Townley, hijo del gerente de la Ford en Chile, Mariana Callejas fue comunista, socialista y simpatizante de la Federación Sionista, que le ayudó a instalarse en Israel como habitante de un kibutz. Se casó dos veces antes de establecerse con el entonces espigado Tonwley en Estados Unidos, a mediados de los 60. Para sus vecinos, el matrimonio y sus dos niños rubios formaban una familia feliz, instalada en una casa sin rejas con perros y piscina.
Según fuentes extraoficiales, esa época era menos transparente. Durante años la defensa de Manuel Contreras trató de demostrar que Townley ya trabajaba en ese tiempo para la CIA y llegó a Chile como parte de la ofensiva de Washington luego del triunfo de Allende. La escritora ha declarado que su ex marido lo único que alcanzó a completar fue la solicitud para postular a la agencia, pero nunca fue aceptado porque no tenía educación universitaria completa. Townley, igual que ella, apenas terminaron sus estudios secundarios. Oficialmente, Townley sólo integró los servicios de inteligencia a escala tercermundista y terminó convirtiéndose en un esbirro al servicio de Contreras y Pinochet.
UNA MENTE BRILLANTE
Como si fuera obligación no repetir la historia de sus padres, Brian Townley, el segundo después de su hermano Christopher, nacido en 1963, está blindado por grados académicos. En plenos convulsionados 80 estudió Geología en la Universidad de Chile. Por esos días el campus de Beaucheff era un enclave de fuerte oposición a Pinochet. El joven Townley vivía con sus abuelos maternos y mientras su madre aparecía en los diarios continuamente mencionada en el contexto del asesinato del canciller de Allende, Orlando Letelier, Brian se dedicaba a estudiar y fulminó cualquier prejuicio consiguiendo excelentes notas y volcando todo su interés en la ciencia. "Siempre fue un tipo muy relajado, nunca se mostró a favor de Pinochet, pero tampoco participaba de las Juventudes Comunistas, como mucha gente en la escuela de ese tiempo", cuenta un ex compañero de generación. Todos los que conocen a Brian saben que el tema de sus padres está proscrito de cualquier conversación. "Tiene un perfil bastante hippie, rara vez se le ha visto alterado, él nunca habla de sus padres, pero esa misma tranquilidad viene de alguien que ha pasado por una experiencia muy traumática", cuenta un colega suyo del Departamento de Geología.
Cuando volvieron a Chile en 1970, los Townley-Callejas se instalaron en una casa de la calle Pío X, casi al llegar a Hernando de Aguirre. Sus padres rápidamente se incorporaron a la oposición contra la UP como militantes de Patria y Libertad. Mientras la pareja salía en un Austin Mini a lanzar proclamas contra el Gobierno en lo que llamaron Radio Liberación, los niños se quedaban a cargo de una nana.
En esa casa conocieron al brigadier Pedro Espinoza y entraron de lleno a formar parte del staff de la DINA. Luego se trasladaron a la casa de Vía Naranja en Lo Curro, donde Brian vivió a intervalos hasta poco antes de titularse de geólogo.
Muy apegado a su madre, cuando Brian tenía ocho años fue a quedarse algunas semanas a casa de sus abuelos maternos, quienes finalmente según él lo criaron. La preocupación de sus padres no estaba centrada en el hijo menor, sino en la operación que debían perpetrar en Argentina.
El 30 de septiembre de 1974, Michael Townley demostraba su progreso como técnico electrónico autodidacto, haciendo estallar una bomba instalada por él debajo del auto que conducía el general Carlos Prats en Buenos Aires. Brian tenía sólo ocho años. Quizá recuerde a alguno de los torvos personajes que deambulaban entre el segundo piso donde vivía la familia y el subterráneo donde funcionaba una sala de torturas y un laboratorio en el que Eugenio Berríos -según Callejas, uno de los más "agradables y divertidos" entre los que visitaban la casa de Lo Curro fabricaba gas sarín.
LAS TERTULIAS LITERARIAS
Brian se enteró mucho después de la verdadera ocupación que sus padres tenían al servicio de la dictadura. Mucho después que los escritores amigos de Mariana Callejas. Si Carlos Franz, escritor algunos años mayor que él e invitado a las tertulias literarias de su madre, recién se dio cuenta quién era Mariana Callejas por los diarios de 1978 alusivos al crimen de Letelier, menos podía darse cuenta un niño. Obviamente, con menos pretensiones que el escritor, agregado cultural en Madrid, que en estos días, a la par de lanzar su ultimo libro, ha tenido que defenderse de su supuesta omisión destapada en una carta de Mariana Callejas a "El Mercurio" y refregada en una columna escrita por Pedro Lemebel en la edición de LND del 2 de septiembre pasado.
"Alrededor del 78, cuando aparece el caso Townley, uno dice: ¡bueno, qué diablos pasó acá! El gringo no participaba de estas tertulias literarias, porque andaba siempre por su lado... Yo, cuando le pregunté a ella, me dijo: Lo único que te puedo decir es que somos víctimas de un tremendo montaje . Esa versión yo se la creí, porque soy bastante noble de espíritu. El gringo es el chivo expiatorio. Tiempo después se sabe que ella estaba involucrada, pero esto no ocurre de un día para otro. Esto se fue filtrando lentamente, de una manera muy confusa. Me sorprende pero no demasiado que Lemebel y la Callejas estén tan de acuerdo, porque la extrema derecha y la extrema izquierda coinciden", acusa Franz.
Por un camino contrario al del escritor, la táctica de Brian Townley para desembarazarse de su pasado se parece menos a un pataleo desesperado. Su estrategia es simplemente no aparecer en público. El miércoles, antes de tomar un avión a Canadá donde trabajará para la Universidad de Queen s en Kingston, Ontario, de la que se doctoró en 1996, el hijo menor de Townley se negó a comentar su historia familiar con LND. "De ciencia, todo lo que quieran", dijo exhibiendo un leve acento heredado de su padre y de su estadía en Norteamérica.
Desde que se sometió al Programa de Protección de Testigos en 1984, Brian Townley no habla con su padre, aseguran sus cercanos. Con Mariana Callejas la relación es más estrecha. Tanto que le ha ocasionado problemas con su entorno más próximo. Casado con Catalina Olavarrieta, Brian Towley es padre de dos hijos, a quienes matriculó en el Colegio Altamira, de marcado sello progresista y en el que hasta hace algunos años estudiaban hijos del red set. En una ocasión, los niños tuvieron que llevar a parte de su familia al colegio. El hermano de Carmen Soria, hija del diplomático español asesinado por la DINA (y torturado en el subterráneo de la casa de Lo Curro), se percató que entre los presentes podía estar Mariana Callejas, abuela de los niños. Rápidamente prendió el escándalo. Carmen Soria mandó un correo a todos los apoderados para impedir que la escritora pisara el colegio. El director de entonces, Jaime Valdés, le ofreció reunirse con Brian Townley y su mujer. "Yo le dije que no me interesaba, mi problema no era con él ni con los niños, sino con Mariana Callejas. Él debería tener una posición más clara respecto de lo que hicieron sus padres", reclama Soria.
VINOS Y COBRE
Sus estudiantes, quienes lo describen como "cabezón" por su especialidad en geoquímica y metalogénesis, dicen que "no es el más carismático. Pero sí el que atrae más alumnos por los temas a los que se dedica, que son de vanguardia". Las investigaciones en que ha participado a través de proyectos financiados por Fondef, Conicyt y Codelco han generado importantes avances en sistemas de prospección minera y usos de suelo para la industria vitivinícola.
Su perfil político no es manifiesto, aunque vota por la Concertación y apoya los movimientos de protesta estudiantiles. Cuando está en Santiago, recorre la ciudad en moto. Puede tomar unas piscolas en casa de algún estudiante o con el resto del gremio minero en el Flannery s Geo Pub de calle Encomenderos. Comúnmente escucha rock clásico y prefiere leer las revistas de geología para estar al tanto de las últimas publicaciones. Libros de espías, ninguno. Esa es una etapa que prefiere olvidar y que sus cercanos se esmeran por mantener bajo tierra.
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
5) COLOMBIA
TRANSNACIONALES CONTRA PUEBLOS INDÍGENAS
Laurence Mazure (Le Monde Diplomatique)
Fiebre del oro en Colombia
“¿De qué va a vivir Bolivia si no explota sus recursos naturales?”, se preguntaba recientemente el presidente boliviano Evo Morales. Con el alza de las cotizaciones de las materias primas, los gobiernos latinoamericanos no han vacilado en reforzar un modelo de acumulación que es, sin embargo, crítico. Mientras el objetivo de unos es mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, otros, en cambio, desean atraer los capitales externos. Tal es el caso de Colombia.
Alto Guayabal, en los confines de las provincias de Antioquia y Chocó, en el noroeste de Colombia. El 30 de enero de 2010, antes del amanecer, las Fuerzas Armadas colombianas lanzaron una ofensiva contra la vivienda tradicional de una familia indígena del pueblo embera katio. Asesinaron a un niño de 18 meses, hirieron a otras cuatro personas, destruyeron cultivos de subsistencia y descuartizaron animales domésticos. El ejército habló inmediatamente de un “error” en la persecución de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Para las organizaciones indígenas del país, se trata de un capítulo más en la ofensiva de las transnacionales mineras en Colombia. El bombardeo afectó a una de las comunidades que rodean al cerro Careperro, monte “sagrado” que la compañía estadounidense Muriel Mining Corp., atraída por la presencia de mineral aurífero, tiene en la mira. ¿Puro azar?
Los embera katios, desplazados en el año 2000 por el conflicto armado interno, intentan actualmente regresar a sus tierras ancestrales, como los autoriza la Constitución de 1991. Durante su ausencia, la agencia gubernamental Ingeominas entregó nueve licencias de exploración y explotación a Muriel Mining, sin preocuparse por los procedimientos de consulta a las comunidades, previstos sin embargo por la ley. Según William Carupia, portavoz de la Organización Indígena de Antioquia (OIA), la comunidad indígena estaría sufriendo, desde hace dos años, un “nuevo desplazamiento forzado” (1).
En un país donde la justicia respalda con demasiada frecuencia la dominación de los poderosos, la Corte Constitucional arbitró, el 29 de marzo de 2010, a favor de las comunidades indias y afrocolombianas de Chocó y Antioquia; sentó una jurisprudencia que confirmó los derechos constitucionales específicos de las comunidades, y enfatizó la obligación de todos –incluidas las transnacionales– de respetar los procedimientos legales y los imperativos de protección de la biodiversidad (2). Un avance importante, puesto que frente a los embera katios estaban los representantes de los Ministerios del Interior y de Justicia, de Medio Ambiente, Defensa, Asuntos Sociales, de Minas y Energía, así como las Fuerzas Armadas del país. Un comité que ni el azar habría podido reunir por sí solo…
Para seducir al capital
El 21 de septiembre de 1999, el presidente estadounidense William Clinton y su par colombiano Andrés Pastrana lanzaron el Plan Colombia, “por la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado”, asegurando que el proyecto apuntaba a la lucha contra el narcotráfico. También se propusieron ayudar al ejército colombiano a acabar con las guerrillas que dominaban determinadas partes del territorio, mediante el desembolso de 1.600 millones de dólares en tres años (3).
Desde el 20 de octubre de 1999, una enmienda vino a subrayar la segunda función del plan: favorecer las inversiones extranjeras “insistiendo en que el gobierno colombiano complete las urgentes reformas destinadas a abrir completamente su economía a la inversión y el comercio exterior” (4). Sus creadores entendieron que ambos objetivos estaban estrechamente ligados. En particular en el campo de la minería. Cuando, años más tarde, el Plan Nacional de Desarrollo Minero 2019 del Ministerio de Minas y Energía (publicado en 2006), señaló que “sólo el sector privado es capaz de desarrollar la industria minera en Colombia”, lo hizo para identificar qué empresas tenían necesidad de “seguridad”.
Diez años después, Arturo Quiroz, miembro de la Asociación de la Industria Minera Colombiana (Asominas) podía alegrarse: “Actualmente, tenemos un sector dinámico (…) que atrae a algunas de las más importantes empresas del mundo” (5). Con la llegada de las empresas AngloGold Ashanti (sudafricana), BHP Billinton (anglo-australiana), Greystar Resources Ltd. (canadiense), Drummond Co. y Muriel Mining Company (estadounidenses), las inversiones extranjeras directas (IED) en el sector minero pasaron de 463 millones de dólares en 1999 a 3.000 millones de dólares en 2009, con un aumento del 640% (6). En 2009, esta industria registraba el mayor crecimiento de la economía colombiana, representando el 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB). ¿El objetivo para los diez próximos años? Superar el 6% del ingreso nacional, como ocurrió en Perú o en Chile.
Para lograrlo, el gobierno acaba de gastar más de 5.000 millones de dólares en el acondicionamiento de infraestructuras vinculadas a los sectores de la minería y la energía: 2,5 veces sus gastos en infraestructuras del transporte, 10 veces más que las sumas gastadas en vivienda y 20 veces más que en la red de telecomunicaciones (7). Por otro lado, el presidente Álvaro Uribe Vélez, en el poder desde 2002, flexibilizó, en 2009, el código minero para facilitar la obtención de las concesiones de exploración y su registro. Su duración se extendió de 5 a 11 años y el impuesto por la utilización de los terrenos, que en otros tiempos podía ascender a los 2.000 dólares por hectárea, acaba de llevarse al ámbito de lo razonable: 8 dólares por hectárea y por año en cualquier parcela.
Pero para Quiroz, “el entusiasmo internacional por Colombia en tanto gran centro de actividad para la extracción minera”, se explica ante todo por la política securitaria de la administración Uribe. Gracias al Plan Colombia, el país “hizo de la lucha contra los grupos insurrectos una prioridad” (8). Que, de paso, el conflicto condujera al desplazamiento desafortunado (pero muy oportuno) de poblaciones que, al igual que los embera katios, tuvieron la mala idea de permitir a sus antepasados instalarse sobre unos yacimientos codiciados… no fue motivo de queja para las compañías mineras.
Para dimensionar este “entusiasmo”, basta observar el mapa del Ministerio de Medio Ambiente colombiano, que delimita los territorios que han sido objeto de una solicitud de concesión (ver mapa): estaría comprometido más del 40% del territorio, incluyendo algunas zonas supuestamente protegidas. Si se la trasladara a Francia, esta superficie correspondería a las regiones de Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), Languedoc-Rosellón, Pirineos Medios, Aquitania, Ródano-Alpes y Auvernia unidas.
En el centro de todas las codicias: el platino, el uranio, los metales y minerales escasos como el molibdeno o el coltán. Pero sobre todo el oro, a propósito del cual la revista digital Portafolio mencionaba recientemente una nueva corrida, comparándola con un “acceso de fiebre” (9). Las cifras son elocuentes: entre 2006 y 2009, la producción de oro en Colombia se triplicó, alcanzando 1,75 millones de onzas en 2009. Esta tendencia es alimentada por la subida de las cotizaciones en los mercados mundiales, con un aumento mayor al 30% anual. Las previsiones para 2012 hablan de una producción de 3 millones de onzas.
Pero la industria minera está apenas en ciernes. Mario Ballesteros, director del Instituto de Geología y Minería colombiano (Ingeominas), estima que la superficie total actualmente explorada asciende a 1,69 millones de hectáreas. No obstante, Andrés Idarraga, especialista en asuntos mineros para el Centro Nacional de la Salud, el Medio Ambiente y el Trabajo (la ONG CENSAT) señala que “por el momento, hay muy pocos proyectos en fase de explotación”. Según él, la especulación estaría fomentando la “fiebre” actual: “Lo que pasa es que las compañías chicas realizan los trabajos de exploración con la intención de revender sus concesiones a las grandes transnacionales, apostando a la suba de los precios si confirman la presencia de minerales” (10). O sea que las 19.800 demandas de concesión ya registradas estarían destinadas al regazo de las “gigantes” ya que, si se cuentan las 5.000 compañías mineras de Colombia, en realidad sólo tres de ellas –la sudafricana AngloGold Ashanti, la canadiense Greystar y la estadounidense Muriel Mining– se reparten el sector, la mayoría de las veces a través de filiales.
Resta saber de forma precisa dónde están localizadas las concesiones. Mientras el gobierno filtra minuciosamente el acceso a los catastros –aunque la ley estipula que los mapas del Ministerio de Medio Ambiente deben ser públicos–, las disposiciones que enmarcan la presentación de las solicitudes (Ley 685 de 2001) alimentan la confusión. Toda solicitud de concesión abre automáticamente la vía a los trabajos de exploración sin exigir ningún estudio medioambiental. La solicitud, facilitada al máximo, se efectúa en línea, mediante cuatro coordenadas GPS que determinan un polígono: un número de documento de identidad o pasaporte, un nombre acompañado por una dirección postal y un número de teléfono. Todo esto junto al pago de 400 dólares para el registro de la solicitud. No se efectúa ningún tipo de verificación de las garantías bancarias del demandante y menos aún de sus antecedentes judiciales. Como alcanza con que los polígonos no coincidan por completo, varias solicitudes pueden superponerse parcialmente, lo cual ocurre muy a menudo.
Concesiones millonarias
La legislación, que apunta a establecer un “clima de confianza favorable a los inversores extranjeros”, ignora el interés general… así como las cuestiones del medio ambiente. El 9 de febrero de 2010, se votó la Ley 1.382 para proteger los páramos (ecosistemas tropicales fríos de los Andes colombianos) así como 500.000 hectáreas de reservas forestales estratégicas amenazadas por nuevos títulos y solicitudes. Pero el texto carece de efecto retroactivo sobre las concesiones que ya se hayan obtenido… Y además, suele suceder que los tribunales sepan entender los argumentos de las transnacionales, según los cuales una legislación demasiado coercitiva obstaculiza su desarrollo.
En mayo de 2010, la canadiense Greystar consiguió la aprobación. Obtuvo su apelación contra una denuncia del gobierno que le exigía presentar un nuevo estudio sobre el impacto medioambiental de sus futuras instalaciones en Angostura, en las montañas del departamento de Santander. Las autoridades colombianas habían evaluado inicialmente que el gigantesco proyecto de mina de oro a cielo abierto podía llegar a dañar los ecosistemas locales. Además, consideraban que las unidades de tratamiento del mineral (con cianuro), situadas en zonas muy altas de los Andes, eran una amenaza para toda la red hídrica situada río abajo de los páramos, que funcionan como gigantescas esponjas naturales que alimentan a ríos y arroyos.
Tal vez no contaron con que el proyecto permitiría a Greystar apropiarse de más de 10 millones de onzas de oro. A más de 1.000 euros la onza en los mercados (11), semejante yacimiento ameritaba que la multinacional librara una batalla; que ganó cómodamente… Según su vicepresidente ejecutivo, Frederick Felder, la compañía nunca se inquietó: “En ese período, proseguimos nuestros estudios de factibilidad. (…) No dudábamos de que el gobierno finalmente validaría nuestro expediente” (12).
Pero las cuestiones relacionadas con la industria no son sólo de orden medioambiental. Adelso Gallo Toscano milita contra el acaparamiento de algunos grandes grupos mineros en territorio colombiano dentro de la coordinadora Red Colombia, que reúne a asociaciones, sindicatos y cooperativas agrícolas. El activista puntualiza: “Nosotros no nos oponemos a la mina en sí. Podría ser una industria interesante para el desarrollo del país si el gobierno aceptara discutir los proyectos con las organizaciones sociales. Y sobre todo, si la explotación de los recursos naturales del país se hiciera en beneficio de la población”. ¿Cómo? “Nacionalizando la industria o, por lo menos, garantizando una transferencia de tecnología para evitar depender, más adelante, del capital extranjero. Además, y sobre todo, habría que respetar el medio ambiente”.
Gallo Toscano alude, entusiasmado, a los ejemplos de Ecuador, Venezuela y Bolivia, donde las cosas se estarían dando mejor. Colombia no es el único país que promueve la extracción minera como uno de los ejes de su desarrollo económico: Latinoamérica, que antes recibía apenas el 12% de las inversiones mundiales en el sector minero, hoy recauda un tercio de las mismas (13). Pero sería un tanto apresurado sugerir que la extracción del petróleo ecuatoriano y venezolano o del gas boliviano no encuentra ninguna resistencia en una parte de la población. Aunque se la destine al mejoramiento del nivel de vida general, a través del financiamiento de programas sociales –lo cual no parece ser el propósito en Colombia–, esa explotación suscita de todos modos preocupaciones, vinculadas simultáneamente con cuestiones ecológicas y los derechos de los pueblos indígenas, pero también con un modo de desarrollo que refuerza el carácter “primario” de las economías de la región. Así y todo, en estos países, el debate –a veces violento– parece –bien o mal– haberse iniciado. Colombia cuenta ya sus muertos.
En diciembre de 2009, en la región de Cauca, en Suárez, donde la empresa AngloGold Ashanti tiene mucha presencia, se dirigieron amenazas al representante sindical de la Central Unitaria de los Trabajadores colombianos (CUT), que lideró un movimiento de oposición a los trabajos de la transnacional. El 13 de febrero de 2010, se supo del asesinato, precedido de torturas, de Ómar Alonso Restrepo y su hermano, José de Jesús, conocidos por su oposición a la presencia de AngloGold Ashanti en la región. Ambos eran integrantes del comité de acción comunitaria de la localidad de El Dorado y militaban en una organización de mineros artesanales y agricultores que desde hace varios años denuncia los estragos medioambientales, económicos y sociales de las transnacionales. Veintiséis organizaciones sociales que firmaron un comunicado denunciando esos asesinatos subrayaron “la macabra alianza entre el gobierno y las multinacionales del oro como AngloGold Ashanti”, así como la continuidad de la “militarización de la región hace posible la acción de los grupos paramilitares” (14).
La situación es tanto más seria en la medida en que el recién electo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el 17 de mayo de 2010 prometió: “En el sector minero haremos todo lo posible por estimular el mayor crecimiento posible, demostrando al mismo tiempo responsabilidad en lo referente al medio ambiente” (15). Teniendo en cuenta que Santos eligió a su predecesor, Uribe Vélez, como modelo, las transnacionales mineras que operan en Colombia no deberían tener grandes motivos de quejas.
1 Entrevista con el autor, Bogotá, 20-2-10. 2 Fallo T-796-32009 de la Corte Constitucional. 3 Véase Maurice Lemoine, “Plan Colombie, passeport pour la guerre”, Le Monde diplomatique, París, agosto de 2000. 4 “S.1758 - Alliance with Colombia and the Andean Region (Alianza); Act of 1999 (Introduced in Senate)”, 106th Congress (1999-2000), Washington, 20-10-1999. 5 Citado por Adam Thomson en “Mining: Vast resources remain largely untapped”, The Financial Times, Londres, 23-9-09. 6 Según el portal de información sobre la actividad minera en Colombia www.imcportal.com. Las cifras de 2009 son todavía provisorias. 7 Naomi Mapstone, “Infrastructure: Eager to link up disjointed land”, The Financial Times, Londres, 6-4-10. 8 Citado por Adam Thomson, op. cit. 9 Ricardo Santamaría Daza, “Se dispara la ‘fiebre’ del oro en diversas regiones del país”, 9-5-10 (www.portafolio.com.co). 10 Entrevista con el autor, Bogotá, 4-6-10. 11 Cotización al 8-6-10. 12 Diana Delgado, “Greystar says Colombia accepts its gold mine appeal”, 31-5-10 (www.reuters.com). 13 Anthony Bebbington, “The New Extraction: Rewriting the Political Economy of the Andes?”, Nacla Report on the Americas, Vol. 42, N° 5, Nueva York, septiembre de 2009. 14 “Colombia: continúa exterminio contra Fedeagromisbol. Asesinan a dos agromineros en el Sur de Bolívar”, 15-2-10 (www.biodiversidadla.org). 15 Entrevista concedida a Yamid Amat, el 17 de mayo de 2010 (www.galeriapolitica.com).
LUNES 26 DE JULIO DE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
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